donostia - La capital guipuzcoana ha acogido esta semana el primer congreso que se celebra en el Sur de Europa sobre la implantación de la bioeconomía en esta amplia zona geográfica. Organizado por European Forest Institute EFI en colaboración con Baskegur y la Unión de Selvicultores del sur de Europa USSE, y apoyado por el departamento de Desarrollo Económico y Competitividad del Gobierno Vasco, este encuentro ha contado con la intervención de un ferviente defensor de este tipo de economía, el exprimer ministro finlandés y actual asesor de la Comisión Europea y del EFI, Esko Aho.
La innovación se ha convertido en punta de lanza para el desarrollo económico. ¿Qué debe hacer Europa para liderar este cambio?
-Hay dos pilares fundamentales para el futuro de Europa que son la economía digital y la bioeconomía. Respecto a esta última, su efecto es muy importante no solo por su potencial para hacer crecer la economía y crear puestos de trabajo, sino también porque puede ayudar a responder a los grandes retos globales a los que nos enfrentamos, como el cambio climático y la sostenibilidad.
En este ámbito, ¿cuál es la situación de Europa y qué pasos debe dar para fortalecerse?
-Nos encontramos en posiciones de liderazgo porque hemos sido de los primeros en considerar seriamente la cuestión del medio ambiente, más que los norteamericanos y asiáticos. Tenemos la capacidad industrial y el necesario equilibrio entre el mundo privado y el público del que carecen países como Estados Unidos, donde el sector privado pesa más que el público, o China, donde la economía planificada de su gobierno prima sobre el mundo privado. En Europa, sin embargo, el enfoque es muy equilibrado. Un ejemplo claro está en Finlandia en los años 60, cuando las papeleras privadas eran su motor económico, pero muy contaminantes. Para solucionar el problema, el Gobierno finlandés decidió poner en práctica una serie de políticas para que dejaran de ser contaminantes, pero lo hicieron a largo plazo. Su visión era que gradualmente las papeleras tenían que dejar de ser contaminantes, con lo que les dio tiempo a empezar a invertir tecnológicamente para solucionar el problema. En lugar de penalizar inmediatamente, lo que hicieron fue asistir con un marco político a largo plazo para que se transformaran. Allí la importancia es aplicar una política a largo plazo y con visión estratégica acompañando a las industrias en su proceso de transformación. El gobierno es como un arquitecto, y lo que hace es facilitar que las empresas puedan implementar los cambios.
¿Debe ser entonces un proceso liderado por el sector público?
-La palabra liderazgo puede no ser la idónea, sino creador de la infraestructura donde luego todos los actores participan y construyen. Se trata de proporcionar el marco adecuado de incentivos para que los actores ejecuten lo que el arquitecto quiere que vaya en esa dirección.
¿En qué sectores económicos se notará más su influencia?
-Es muy difícil limitar el impacto, porque jugará un papel en todos los sectores fundamentales de la economía, la pregunta es en cuál no va a influir. En los próximos años vamos a ver una gran revolución en el uso de nuevos materiales de base biológica en química, construcción, materiales para aeronáutica y automoción, en textil? Dejaremos de utilizar petróleo para todos estos productos y empezaremos a utilizar recursos biológicos.
¿Qué ritmo lleva este cambio de paradigma y cuándo veremos su implantación absoluta?
-Los procesos de innovación generalmente siguen los mismos ciclos. Primero hay muchas expectativas, luego entras en un valle donde cunde el desánimo y de repente todo empieza a ir mucho más rápido. Depende del sector puede ser ya una realidad, como la bioenergía en Finlandia, o tardar más años. Se está potenciando mucho la bioeconomía en el sector químico, donde ya se ven casos de innovación como la bioquímica o la química verde, que en los próximos años experimentará un fuerte empuje. Sin embargo, va a haber que poner un mayor énfasis en el sector de la construcción, donde aún los marcos legales no están adaptados al uso, por ejemplo, de la madera. Las papeleras finlandesas, en lugar de ser consumidoras netas de energía, producen más energía renovable de la que utilizan y pueden suministrar su excedente a otros sectores.