Gasteiz - La Comisión Europea dio ayer un paso histórico para poner cerco a la ingeniería fiscal que permite a las grandes multinacionales pagar menos impuestos. Bruselas pone en su punto de mira a Apple, la empresa más grande del mundo, y le exige que devuelva a Irlanda 13.000 millones de euros, el dinero que evitó tributar por el acuerdo fiscal que mantenía con el gobierno de ese país.
La batalla que se avecina es peliaguda. La multinacional, tras anunciar que recurrirá ante Bruselas y previsiblemente alargará el proceso acudiendo a la Justicia, lanzó ayer una inquietante advertencia: si la sanción sigue adelante, “habrá consecuencias en sus inversiones y en el empleo en Europa”. Irlanda presentará otro recurso porque prefiere renunciar a la lluvia de millones y seguir llevándose bien con Apple y con las otras compañías con las que mantiene otros pactos fiscales, que pueden ser los siguientes.
Por su parte, EE.UU. se ha mostrado muy crítico con todo el proceso y considera que Europa está desbordando sus competencias. Y, por si fuera poca la presión, Bruselas también se enfrentará los próximos meses los movimientos de los grandes conglomerados financieros y de otros países europeos que tienen mecanismos similares como imán para la atracción de inversiones.
Los expertos fiscales consideran que Europa abre una puerta para poner cerco a estas prácticas, pero estiman que es necesaria la implicación de todos los países para que el intento llegue a buen puerto. Además, advierten de que las grandes empresas siempre podrán recurrir a mecanismos que reducir la presión de hacienda.
‘vacaciones fiscales’ irlandesas Es difícil en Euskadi no encontrar paralelismos entre el caso Apple y las vacaciones fiscales vascas, aunque no tienen nada que ver ni en cuanto a la filosofía de las medidas ni, sobre todo, en cuanto a la cuantía de las bonificaciones fiscales. Se cálcula que cerca de 300 empresas se beneficiaron en Euskadi de rebajas fiscales que sumaron cerca de 500 millones. Todas esas compañías tuvieron que invertir y generar empleo en la CAV.
En el caso de Irlanda y Apple una sola empresa se ha visto favorecida de un acuerdo que le permitió tributar por sus beneficios a un tipo efectivo del 1% en 2003, que se redujo hasta un anecdótico 0,005% en 2014. Ese año el gigante de la manzana pagó en Europa solo 50 euros por cada millón que ganó. Con todo, Bruselas no ha actuado por el llamativo bajo Impuesto de Sociedades irlandés, sino por el mecanismo que permitía a Apple concentrar en Irlanda todos los beneficios obtenidos por sus ventas fuera de Estados Unidos. Según la investigación de la Comisión Europea, una vez allí la mayor parte los beneficios eran transferidos a empresas que “sólo existen en el papel” y que “no pueden haber generado tales beneficios”. Los beneficios de estas compañías “sobre el papel” no estaban sujetas a ningún impuesto en otro país. Es decir, no solo se desviaban las ganancias de todos los países a una hacienda en la que tenían un tratamiento más favorable, además un importante volumen quedó fuera de la lupa del fisco.
“No importa si compras tu iPhone en Berlín, Roma o cualquier otro lugar de estas regiones -Europa, Oriente Medio, África e India-, contractualmente lo compras a Apple Sales International, basada en Cork, Irlanda”, explicó ayer la eurocomisaria de Competencia, Margrethe Vestager, al anunciar la decisión de Bruselas. Por ello, aunque no puede actuar, la Comisión dejó en manos los estados miembros la posibilidad de reclamar a Dublín las cantidades que debían haber ingresado sus respectivas Haciendas. En ese caso, se descontaría ese dinero de las sanción.
Estas prácticas se remontan a la llegada de la multinacional a Irlanda en 1991, pero la Comisión solo puede ordenar la recuperación de ayudas ilegales de los diez años anteriores al inicio de la investigación. De modo que los 13.000 millones, más intereses, que el gobierno irlandés debe reclamar a Apple abarcan el periodo de 2003 a 2014. Esa cifra astronómica representa aproximadamente los beneficios de dos trimestres para la compañía fundada por Steve Jobs.
La brecha abierta con EE.UU. se hizo ayer más visible y la Casa Blanca advirtió que la decisión “amenaza con socavar” los avances en materia fiscal entre ambas economías. La administración de Barack Obama teme que Apple pueda “desgravar” en EE.UU. el roto en Europa.