vitoria - Hace ahora diez años que este vitoriano abandonó la apacible zona de confort que le reportaba una estabilidad laboral, un sueldo más que digno al final de cada mes y un entorno nada proclive a las complicaciones por un mundo radicalmente contrario, lleno de riesgos, incertidumbres y problemas pero también repleto de satisfacciones, sorpresas y buenos compañeros de viaje. ¿Por qué aquel cambio tan drástico? “¿Y por qué no?”, se preguntó entonces Ortiz de Urtaran. Para tratar de explicar las palancas del cambio y, sobre todo, zarandear a los empresarios y emprendedores para que hagan lo mismo, este vitoriano acaba de escribir un libro, el primero, que asegura está repleto de “preguntas incómodas” que toda persona que persigue un sueño debería realizarse más pronto que tarde.
¿Por qué es necesario este libro?
-Porque es un manual de preguntas incómodas y herramientas que van a ayudar al lector a avanzar hacia la consecución de sus metas. Desde mi experiencia y de una manera ágil y directa marco un camino para alcanzar esos objetivos que muchas veces nos hemos planteado pero que nunca encontramos el momento porque para nosotros nunca es el momento. ¿Y por qué no empezar hoy, y ahora? Es un libro-palanca que busca la reacción.
¿Cuál diría que es el peor enemigo de un emprendedor?
-Ni la crisis, ni los bancos, ni la competencia... Sin ninguna duda, el mayor enemigo, al menos al principio, es nuestra propia madre, dicho con todo el cariño del mundo. Porque es complicado ver cómo un hijo se embarca en una aventura con riesgos e incertidumbres, y la tendencia natural e inconsciente es torpedear esa idea de negocio. Una vez superado este primer escollo el emprendedor tiene en sí mismo a su peor enemigo. Porque el camino no es sencillo, es como una montaña rusa, y no siempre se tienen las herramientas tanto emocionales como profesionales para poder recorrerlo con garantías.
Y al margen de la carga emocional de una madre, ¿qué cree que frena el emprendizaje?
-La falta de planificación. Es importante saber dónde queremos llegar y cuál es nuestra meta. Uno de los males más extendidos entre los emprendedores es la improvisación. Siempre digo que aquel que improvisa, allá donde vaya, ya ha llegado porque no tiene un destino final. Saber dónde queremos vernos y dónde nos gustaría estar en un tiempo marcado, nos permite ir creando la ruta y dar los pasos necesarios para llegar hasta ahí.
¿Cómo se rompe esa peligrosa zona de confort de la que habla?
-Actuando, sin ninguna duda. Sin acción no hay resultados, y es la acción la que nos permite aprovechar todas esas oportunidades que se nos presentan cada día. Tenemos que conectar nuestro modo on y ponernos a la tarea, no hay fórmulas mágicas. El movimiento se demuestra andando. La zona de confort es un espacio de comodidad del que no es fácil salir, pero si queremos conseguir nuestros objetivos hay que hacer que las cosas pasen.
¿Y el miedo al fracaso?
-El miedo y la incertidumbre son limitaciones que siempre van a estar ahí, y no son malas porque nos mantienen alerta. Así que yo diría que más que combatir tenemos que aprender a convivir con ellas. El fracaso es parte del éxito y tenemos que entenderlo como un aprendizaje más, doloroso muchas veces, pero necesario para entender el camino hacia nuestras metas.
El 70% de los estudiantes quieren ser funcionarios. ¿Cómo haría para cambiar esa tendencia?
-Es una tendencia que está muy interiorizada en el ADN de nuestra sociedad, pero no deja de ser una creencia limitante, heredada de nuestros padres, profesores? Pero las creencias limitantes se pueden romper. Está en nuestras manos hacer ver a los jóvenes que tienen que hacer aquello que verdaderamente les apasione, no lo que se supone que se espera de ellos. Hacerles ver lo importante que es marcarse metas y dotarles de las herramientas para que puedan empezar a construir su camino. Para ello los adultos todavía tenemos que romper muchos paradigmas e inercias adquiridas para poder acompañarles en esta aventura.
En el libro habla del concepto Esquezofrenia. ¿A qué se refiere?
-Somos nosotros mismos la mayor limitación para alcanzar nuestras metas, y la peor de las enfermedades que nos impide alcanzarlas es la Esquezofrenia. Estamos llenos de es ques que nos planteamos todos los días como una excusa recurrente, y lo tenemos tan interiorizado que no nos damos ni cuenta. ¡Somos unos esquerosos! (risas) Pero lo bueno es que esta enfermedad tiene cura: cambiamos el Es que por el Qué puedo hacer yo para? Es el primer paso.
¿Cómo se enfrenta a un entorno que todavía hoy prima la comodidad y estabilidad y odia el riesgo?
-Es complicado luchar contra una sociedad en la que nos han educado con la creencia de que la estabilidad es lo prioritario. Donde frases como “más vale pájaro en mano que ciento volando” o “virgencita que me quede como estoy” son repetidas hasta la saciedad como parte de un modelo de prevención contra la incertidumbre y el riesgo. Hay una frase de Paulo Coelho que forma parte de mi glosario particular: “Si crees que la aventura es peligrosa, prueba con la rutina, es mortal”.
Y sabiendo lo que sabe hoy, fracasando como ha fracasado, ¿volvería a repetir el mismo camino?
-Seguro que sí, pero de otra manera. Lo haría con más conocimientos y habilidades pero sobre todo con actitud, que es la forma en que nos enfrentamos a las cosas y que multiplica. Es la clave y la fórmula del éxito. Confío en seguir fracasando porque será un indicador de que sigo teniendo metas y sueños.