Tal vez en alguna ocasión se haya encontrado usted a sí mismo observando la lavadora con cara desganada, soñando con que la ropa que espera retorcida y mojada en el tambor se muda por su propia iniciativa al tendedero. No es mucho pedir. Puede parecer ciencia ficción, pero... ¿qué demonios? Es un capricho humilde. Aunque usted no lo crea, hay alguien que trabaja para que eso ocurra algún día. Hay personas, como David y Víctor Mayoral (23 y 26 años), que se han empeñado en sacudir el mundo con una revolución robótica. Quieren cambiar el mundo con las máquinas y no lo quieren hacer con humanoides disfrazados de Arnold Schwarzenegger, sino con una robótica social, de bajo coste, que esté presente en cientos de utensilios de nuestro hogar haciéndonos la vida más fácil. Quizás colgando la ropa mojada.

Estos hermanos alaveses arrancaron hace cuatro años con Erle Robotics, una empresa que ya está entre la élite de la robótica mundial gracias, sobre todo, a sus cerebros artificiales. En los últimos meses la compañía ha alcanzado, además, cotas relevantes de prestigio al ser seleccionado uno de sus proyectos por la agencia DARPA de Estados Unidos, el padre de internet o el GPS, por ejemplo.

Los dos hermanos recuerdan entre risas cómo de niños destripaban los ordenadores de casa, animados por su padre “otro apasionado de la tecnología”. Con esa pasión Víctor se fue a Madrid para completar sus estudios en ingeniería en telecomunicaciones e ingeniería informática. En cinco años terminó las dos carreras. “Era un empollón, pero supe aprovechar mi tiempo”, explica. Su formación avanzó en Noruega, Corea del Sur y Estados Unidos, hasta que el Instituto Italiano de Tecnología le ofreció un puesto como investigador. Año y medio después, su carrera le llevó a California, donde coincidió con el “dream team de la robótica” en un proyecto financiado por la NASA: “Era gente muy buena dispuesta a empujar la robótica al siguiente nivel. Trabajábamos para la comunidad”. Víctor tuvo la oportunidad de quedarse en Silicon Valley, pero decidió volver a Gasteiz para sumarse al proyecto que su hermano David llevaba liderando durante dos años.

Al hermano menor le tocó renunciar a sus estudios de informática a los 18 años para formarse en el mundo de los negocios. Fue el encargado de llamar a mil puertas, “aprender con quién hablar y con quién no”, estar presente en ferias... Mientras Víctor recorría el planeta para formarse en la robótica, él creaba en Gasteiz los cimientos de Erle Robotics. “En sus inicios nuestra empresa pretendía crear un plataforma de robótica abierta, tanto a nivel de hardware como de software, para cualquier persona”, recuerda David, “queríamos acercar la robótica a las personas de una manera simple, sencilla y sobre todo asequible”. Una vez cerradas sus formaciones, los dos hermanos se complementan a la perfección: “Víctor es la parte técnica a la hora de crear los productos que queríamos sacar al mercado y yo estoy en la parte de negocio, recorriéndome todas las instituciones, los fondos de inversión, acudiendo a eventos y ferias, pasando la idea a una realidad de negocio, etcétera”.

Al echar a andar se percataron de que el sector ofrecía otras oportunidades. “Nos dimos cuenta de que había otras necesidades que han desembocado en lo que hoy es Erle Robotics y en su misión”, aclara el hermano mayor, “que es el desarrollo, la creación y entrega de los cerebros artificiales que hacemos a desarrolladores y fabricantes de robótica”.

tres líneas de negocio A partir de ahí Erle Robotics ha crecido en base a tres líneas de negocio diferentes. Por un lado está la faceta comercial, la venta de sus cerebros artificiales y sus kits de robótica. Estos productos están disponibles en su página web. “Principalmente estos equipos están destinados para la gente que quiera empezar con la robótica y que no tiene ningún conocimiento”, explica el menor de los hermanos gasteiztarras, “es un kit de iniciación para que empiece con nosotros. Queremos posicionarnos en el nicho de la robótica, ser expertos en la robótica y que la gente aprenda con nuestros cerebros robóticos, lo que pueden hacer con ellos y lo que se puede hacer en un mundo tan complejo que ofrece tantas posibilidades. Queremos educar y enseñar a la gente sobre el potencial de la robótica. Con nuestra tecnología se van a poder sumar a esta revolución”.

La segunda pata de Erle Robotics es el servicio a empresas e instituciones. “No hacemos marketing sobre ello y no lo anunciamos públicamente”, aclara Víctor, “pero hemos tenido varios proyectos antes del de DARPA con instituciones como el Ministerio de Defensa español, haciendo pilotos con autointeligencia para aviones no comerciales, y otros proyectos que no podemos comentar”. Tampoco se puede decir mucho de su trabajo con DARPA, el organismo centrado en proyectos avanzado de Defensa norteamericano. “Que alguien con esa trayectoria confíe en nuestra visión, que parte de dispositivos inteligentes, de conquistar el futuro de la robótica haciéndola simple y sencilla, es un cumplido muy grande, un apoyo y un aporte financiero muy representativo”, confiesa Víctor, “además es un reto que llevamos años persiguiendo. Estamos todos muy ilusionados”. A pesar de compartir mesa con una de las agencias más importantes del mundo, Víctor dice que no están “para nada intimidados”: “El equipo técnico de Erle Robotics lleva gran parte de su carrera esperando algo así”.

La tercera área de trabajo de la empresa alavesa se basa en la formación: “Como fabricantes, creadores de tecnología y como impulsores de esta nueva ola tecnológica, creíamos que era nuestra responsabilidad formar y dar a conocer la tecnología de forma sencilla”.

Al echar la vista atrás en su corta y exitosa trayectoria destacan la ayuda de inversores vascos, como Aritz Hernández y Carlos Uranga, o el impulso de instituciones como SPRI. Aquello les sirvió para mantener hoy en día una plantilla de doce personas que veneran: “Trabajamos con diez individuos irreemplazables. Son gente comprometida, con una capacidad excelente en cada una de sus áreas”. Alcanzar esa excelencia es lo que les empuja a ser “muy selectivos” a la hora de apostar por un candidato a trabajar en la compañía. “Seguiremos ampliando la plantilla y seguiremos contando con el talento vasco”, asegura David Mayoral, “realmente queremos crear un ecosistema relevante en torno a la robótica en Euskadi”.