GAsteiz - El perfil de los nuevos empleos condiciona la salida de la crisis. La precariedad laboral tiene muchas caras y, aunque se ha extendido a todos los colectivos, la juventud es especialmente vulnerable. En línea con el avance de la temporalidad y de la jornada parcial, se han disparado los contratos en prácticas y de formación, dos modalidades impulsadas por el Gobierno de Mariano Rajoy para cubrir la falta de empleo indefinido. En Euskadi el número de jóvenes que han entrado en el mercado laboral por esta vía se ha duplicado desde 2012, un incremento muy superior al que se ha producido en el conjunto de la contratación.
El aumento en sí no debería ser malo, el problema es que muy pocos de estos contratos desembocan en una relación laboral estable y, como denuncian los sindicatos, se acaban convirtiendo en herramientas a mano de las empresas para ahorrar costes y evitarse formalizar incorporaciones indefinidas. Tanto el contrato de prácticas como el de formación son modelos concebidos como fórmula de iniciación en la empresa, aunque por lo general el primero suele estar mejor remunerado.
El contrato de prácticas está enfocado a titulados universitarios o de Formación Profesional, tiene una duración de dos años con una remuneración de entre el 60 y el 75% de lo fijado en convenio. El concepto del contrato de formación es el de combinar la etapa formativa con un primer trabajo y está dirigido a quienes carecen de la cualificación necesaria para entrar en un empleo en prácticas. Tienen una duración máxima de tres años con un porcentaje de la jornada reservado a tareas formativas y un sueldo que no puede estar por debajo de la parte del salario mínimo interprofesional proporcional a ese número de horas.
Ambos tipos de contratos tienen un coste mínimo para el empresario y han sido fuertemente impulsados por el Gobierno de Rajoy. Entre otras medidas, el PP ha elevado de 25 años a 30 el tope de edad para acceder a un contrato de formación y ha retirado la restricción que limitaba la posibilidad de firmar uno en prácticas a los cinco años siguientes a terminar los estudios. Para ambas modalidades se han aprobado bonificaciones a la Seguridad Social, que en el caso del contrato de formación pueden alcanzar el 100% de la cuota empresarial, incluida la jornada parcial. Una de las denuncias frecuentes por parte de las centrales sindicales es que el contrato de formación es utilizado por las empresas más allá de los límites que fija la ley, recurriendo a él en muchas ocasiones para fichar a jóvenes ya formados que, por esta vía, les resultan mucho más baratos.
El empujón de la administración a los modelos de empleos más precarios, junto a la situación económica general adversa, ha propiciado un fuerte incremento de los contratos de prácticas y de formación. Los primeros han sido en Euskadi en 2015 un total de 6.350, y los de formación algo más de 3.000. En 2012, el año en que la contratación toca suelo, fueron 3.600 de prácticas y un millar de formación. Con lo que sobre todo son los segundos, los más bonificados, los que más se están extendiendo, ya que se han triplicado en tres años. En suma, las dos modalidades suponen en 2015 cerca de 9.400 contratos frente a los 4.600 de 2012. El avance es constante en ese periodo aunque con una aceleración significativa en 2014.
Aun así las prácticas y la formación siguen representando una parte pequeña del conjunto de la contratación. Ahora suponen algo más del 1%, aunque han ganado terreno frente al 0,7% de 2012. En estos tres años el volumen total de contratos también ha crecido, aunque en menor proporción, pasando de 657.000 contratos a los 850.000 del pasado año. Los nuevos empleos en prácticas y de formación están por encima de los registrados en 2008, cuando fueron 7.700.
En el Estado español el peso de estos dos tipos de contratos roza el 1,5% del total, con un avance incluso más acusado que en la CAV los últimos años. En 2015 ambas fórmulas sumaron casi 260.000 nuevos empleos frente a los 102.000 de 2012. Como ha ocurrido en Euskadi, los empleos de formación se multiplican por tres mientras las prácticas se duplican.
Prácticas. Los contratos de prácticas están dirigidos a titulados universitarios o de FP, duran un máximo de dos años con un salario de entre el 60 y el 75% de lo fijado en convenio. Rajoy ha retirado la restricción que limitaba esta fórmula a los cinco años posteriores a acabar los estudios.
Formación. Este modelo es el más bonificado, tiene una duración máxima de tres años y es para jóvenes sin la titulación precisa para acceder al contrato de prácticas. La jornada incluye formación y trabajo en la empresa.
1,1%
Los contratos de prácticas y de formación representan en Euskadi poco más del 1% del total, pero hace tres años eran solo el 0,7%.