BILBAO - La sonora celebración de la sentencia de Luxemburgo es proporcional a la indignación que generó en 2013 la decisión de la Comisión en los territorios afectados. La anulación del viejo tax lease se llevó por delante la escasa actividad de un sector ya en mínimos por los efectos de la crisis y dejó a los astilleros al borde del colapso. Bruselas exigió la devolución de las ayudas concedidas entre 2007 y 2011, y automáticamente los grandes inversores cerraron el grifo de cara a nuevas actuaciones. Han tenido que pasar más de dos años, hasta el arranque de este 2015, para que el sector supere el bache y avance a un ritmo aceptable.
No es extraño que, una vez puesto en marcha el nuevo sistema de financiación, los astilleros vascos hayan logrado más de la mitad de la carga de trabajo que ha llegado al Estado. Fue Balenciaga el primer constructor que financió barcos con el actual mecanismo y, en general, la apuesta por la tecnología del sector vasco le está permitiendo hacerse un hueco en el segmento de mayor futuro. La apertura del expediente de Bruselas por el tax lease generó un inseguridad jurídica que frenó la actividad en el sector hasta el punto de que llegó a pararse. Se pasaron de construir en el Estado 50 barcos al año -20 en Euskadi- a prácticamente cero en poco más de un año. Se perdieron contratos prácticamente cerrados y bajaron la persiana en torno a 30 empresas auxiliares en la CAV. A finales de 2010, la construcción naval daba empleo directo o indirecto a 17.000 personas, la cifra ronda en estos momentos los 14.000 trabajadores. A pesar de los últimos sobresaltos, el sector vasco tiene en estos momentos carga de trabajo para tres años.
¿Han sacado los astilleros holandeses beneficio al colapso de la actividad en el Estado? En un principio, sus contrataciones se dispararon con cerca de 100 barcos anuales pero la competencia asiática ha reducido gradualmente el volumen. El tax lease holandés está recurrido entre otros por el Foro Marítimo Vasco.