GAsteiz - Los mercados financieros todavía no entienden bien que una empresa como Abengoa, de unos 27.000 trabajadores, haya podido llegar a tener un pasivo de 27.000 millones de euros, un millón por trabajador, pero tienen claro que para que la compañía andaluza tenga futuro necesita la entrada de un socio industrial, una quita importante de la deuda y una reducción de su tamaño vendiendo varias divisiones.
El problema es que tampoco se entiende bien que cuando había un socio industrial serio y solvente como Gonvarri, la filial de Gestamp, dispuesto a entrar y con dinero en Abengoa, la banca se negase a financiar 1.500 millones de euros como pedía como condición la empresa vasca y, en cambio, ahora tendrá que afrontar, con mucha probabilidad, una pérdida muy superior. La realidad es que Abengoa tiene que afrontar vencimientos de bonos y obligaciones por más de 3.500 millones de euros hasta 2021, de los que el montante más importante, casi la mitad, corresponde a los dos próximos años, algo por lo que Gonvarri pidió el respaldo financiero a la banca.
Si bien había diferencia de posturas entre la banca española y la extranjera, el órdago de algunos bancos puede salir mal para todos, pues la realidad es que ahora Abengoa juega contrarreloj -tiene cuatro meses para evitar el concurso-, y, viendo las estadísticas en dichas situaciones, la muy probable quiebra. El grupo de ingeniería y proyectos de energías renovables, que la pasada semana presentó el preconcurso de acreedores, tiene que hacer frente en 2016 a vencimientos de deuda de más de 600 millones. Por ello, el futuro de Abengoa está en manos de la banca, que hoy se rúne con KPMG para analizar la situación.- X. A.