bilbao- Gregorio Villalabeitia ha cumplido esta semana un año al frente de Kutxabank con un buen motivo para celebrarlo. El banco de las tres antiguas cajas de ahorros vascas ha vuelto a ser el alumno más aplicado en una asignatura clave: la solvencia. El Ejercicio de Transparencia que acaba de hacer público el Banco Central Europeo está un peldaño por debajo de los test de estrés, pero no por ello pierde valor el reconocimiento como entidad más solvente del Estado y su buena posición en el contexto europeo, donde brilla con una nota del 14,13% frente al 12,8 de la media.

La llegada de Goyo Villalabeitia a la entidad financiera coincidió con la puesta en marcha del nuevo mecanismo de supervisión bancaria, un sistema que ha cambiado de arriba a abajo el esquema de control interno y que se convirtió en el reto inmediato del presidente.

El cementerio bancario cavado, sobre todo en España, por la crisis ha extremado la vigilancia al sector por parte de Europa y la entidad financiera vasca no está dejando resquicios para la duda ni en ese ámbito ni en el resto de riesgos que dinamitaron lo bancos que han sido intervenidos por la administración o que han terminados diluidos dentro de las manzanas sanas del cesto.

BBK tuvo sus deberes en aquel proceso de concentración por su buen estado de forma y se hizo con el control de Caja Sur a instancias del Gobierno español. Y Kutxabank es ahora una de las piezas más saludables que hay sobre la mesa.

Kutxabank partía de una posición de salida más favorable porque se había mantenido al margen de las prácticas de riesgo que debilitaron a muchos de sus competidores, pero es clave el papel que está jugando la gestión interna en el constante avance del banco vasco en los parámetros asociados a la salud financiera y la rentabilidad de las entidades. Y desde el 28 de noviembre de 2014 Gregorio Villalabeitia es el máximo responsable de que el barco se mueva en la dirección correcta.

Sus colaboradores más cercanos destacan las notables diferencias entre el nuevo presidente de Kutxabank y su antecesor en el cargo, Mario Fernández. La discreción va unida a Villalabeitia, que no ha concedido entrevistas y mide con cuentagotas sus comparecencias públicas. En cambio, Fernández, ex vicelehendakari a principios de los 80, se siente cómodo en el escaparate de la opinión pública y buscó en ocasiones el impacto mediático para forzar movimientos en la casa. Ocurrió por ejemplo cuando planteó la necesidad de que el banco saliera a Bolsa, un fuego que apagó el presidente de la Fundación BBK, Xabier Sagredo, el máximo accionista.

Perfil fuerte dentro del banco Siendo los dos, Fernández y Villalabeitia, trabajadores infatigables, tenaces y fuera de horario, sus perfiles son casi contrapuestos. Ambos coincidieron en el BBVA a finales de los años 90, no son recién llegados al mundo de las finanzas, pero Villalabeitia es un banquero al uso que considera que su perfil de puertas afuera debe ser bajo -él mismo lo define como “gris”- porque asume que donde realmente debe tener color es dentro del banco, en la gestión de los recursos en busca de la rentabilidad en el negocio tradicional.

Fernández está cortado por un patrón más político, con capacidad para liderar la puesta en marcha del proyecto, pero con menos recursos para pilotar el despegue. Xabier Sagredo fue el encargado de busca a la persona idónea para coger vuelo, apostó por un perfil muy concreto y el mejor candidato fue Villalabeitia.

Tras adecuar los mecanismos de control a las nuevas exigencias del regulador, el nuevo presidente afrontó otra tarea pendiente, el nombramiento de un consejero delegado, cargo que recayó en Javier García Lurueña. También se aprobaron otros cambios organizativos y se puso en marcha el comité de dirección, compuesto por Villalabeitia, Lurueña y los responsables de las diferentes áreas del banco.

Todos ellos forman el núcleo duro de la gestión, que desde la llegada del actual presidente se lleva a cabo “en equipo”, lo que junto a la “apuesta por el talento interno”, es otra característica del método Villalabeitia, subrayan desde su círculo de confianza. No tardó mucho en ordenar las ideas en casa y marcar nuevos objetivos. A juicio de Villalabeitia no basta con la solidez financiera, hay que “trabajar a futuro la solvencia” con el objetivo de “mejorar la calidad del beneficio” y que Kutxabank siga creciendo.

Para ello, se ha diseñado un ambicioso plan de desarrollo del negocio y de rentabilidad, en el que han participado los miembros del comité de dirección y más de un centenar de empleados del banco. Sin bajar al detalle, las actuaciones van encaminadas a aumentar el peso en la cuenta de beneficios del negocio bancario tradicional, el denominado resultado recurrente, y reducir el impacto de las participadas.

El programa de actuación se prolongará hasta 2019, un ejercicio en el se ha puesto un listón muy alto de beneficios, en torno a 570 millones, lo que supondría multiplicar casi por cuatro los resultados del año pasado y duplicar el valor de la entidad. Ante ese desafío Villalabeitia ha dejado una cita con eco, que parece remachada en una forja: “Vamos a sudar sangre para rentabilizar Kutxabank”.

Fue una sonora declaración de intenciones expresada en una de sus contadas apariciones públicas, durante unas jornadas de la patronal vizcaína Cebek sobre la situación financiera del sector. En esa comparecencia también quiso apartar del camino a seguir a medio plazo la propuesta estrella de su antecesor, sacar el banco a Bolsa y buscar nuevos socios para reforzar su estructura financiera.

El plan de rentabilidad entró en vigor tras el verano y la dinámica se está trasladando a la cuenta de resultados. Si se toma el balance de finales de 2014 como referencia del legado que recibió Villalabeitia, el equipo del nuevo presidente ha conseguido superar ya en septiembre los beneficios récord de todo el curso pasado, a pesar de que en nueve meses casi se han destinado a provisiones la misma cantidad -cerca de 400 millones de euros- que en el conjunto de 2014.

Todo apunta a que la cuenta de resultados batirá en diciembre el récord y hará más factible el objetivo de 2019, al que también se acercarán los números cuando sea posible levantar el pie del acelerador de las provisiones.

crecimiento orgánico Kutxabank ha crecido este año en casi todas las variables. Tiene un volumen de negocio mayor, una morosidad más baja, un ratio de eficiencia tres puntos por encima del de diciembre y refuerza trimestre a trimestre su core tier1, el termómetro de su solvencia, sin necesidad de recurrir a ampliaciones de capital. Ese crecimiento orgánico de la solvencia le permite mantener su estructura societaria, con BBK, Vital y Kutxabank como únicos accionistas.

Junto con el diseño de nuevos créditos con intereses por debajo de la media del sector, la recuperación económica está favoreciendo la evolución de las cifras y en lo que va de año se han suscrito créditos a empresas por valor de más mil millones de euros, el doble que en 2014. Una cantidad similar se ha destinado a hipotecas, donde se refleja un crecimiento del 50%, y también aumentan los créditos al consumo en casi un 15%. Además, en línea con el impulso del resultado recurrente, se ha puesto en marcha una nueva línea de negocio, los seguros de salud, de la mano del Igualatorio.

En el balance de los primeros doce meses de Villalabeitia no se puede obviar la salida a Bolsa de Euskaltel, que ha reportado cerca de 138 millones a la entidad, mejorando su margen para hacer provisiones, al tiempo que ha reducido sus activos, lo que ha tenido impacto en la mejora de la solvencia. Algo similar ha ocurrido con la venta al fondo de inversión Lone Star del 100% del Neinor por un importe de 930 millones de euros. Con esa operación, el banco no solo tuvo un ingreso, a su vez, redujo a la mitad sus activos inmobiliarios, al tiempo que eliminó de su balance bienes improductivos -suelo urbanizable de difícil comercialización- y con ponderación por riesgo que penalizaban su solvencia.