Antes vendía coches de segunda mano. Desde octubre, pan y chucherías. Kundi Ramos, propietario de uno de los 2.375 establecimientos franquiciados en la CAV, acaba de lidiar con la cuesta de enero y con su réplica en febrero, “que es cuando a la gente le pasan la visa”. Tras el mostrador de su local, en Bilbao, se muestra “contento” con el paso dado, pero aclara que no es jauja. “Habrá quien diga: Monto la franquicia, pongo el personal y que me dé dinero, pero no. Aunque te suministren el producto, tienes que saber gestionar las compras, porque si no, tienes que tirarlo. Hay que estar muy encima de todo. Yo he tenido negocios y más o menos sé lo que hay que hacer. Si no, estás vendido”, advierte.

Sin quitar ojo al horno, este emprendedor explica que realizó un estudio de campo antes de implantarse en un local propio, en Avenida del Ferrocarril. “Vi esta franquicia en Algorta, estuve analizando los ratios de gente que pasaba y el tipo de producto que tenía y pensé que podría funcionar en esta zona, que es de mucho paso. Lo bueno que tiene la franquicia es que la gente ya conoce la marca y que ellos ya saben cómo funciona el negocio, cómo dirigirlo, y eso te ayuda”, reconoce. Lanzarse por cuenta propia, dice, es muy aventurado “porque no sabes cómo tienes que realizar los productos para venderlos, qué precio poner, qué tipo de personal necesitas, qué programa informático... Con la franquicia vas de la mano”, resume.

Y esa compañía se paga. “Hay franquicias que te piden 15.000 o 20.000 euros de canon de entrada o que te cobran un rollalty al mes por publicidad y ventas, que puede andar entre el 1 o el 2% de la facturación”, detalla. No es su caso, pero conoce alguno en el que ese desembolso inicial, que él “jamás aceptaría”, se convierte en un verdadero lastre. “Hay una chica con un lavado de coches que está intentando quitárselo del medio, pero tenía un canon de entrada de 30.000 o 40.000 euros y tiene que buscar a una persona que se lo pague, los productos son caros...”. Además de “andar con mil ojos porque todo se refactura” y “si te dicen que te cobran una cantidad por una estantería, luego no se puede incrementar”, este bilbaino aconseja no dormirse en los laureles. “En las franquicias, como en todo negocio, tienes que trabajar a tope”, avisa.

Al igual que Kundi Ramos, más de 4.200 emprendedores abrieron el año pasado establecimientos en franquicia en todo el Estado, lo que supuso un incremento del 4,7% con respecto al ejercicio anterior y la creación de 25.700 empleos directos, fundamentalmente en los sectores de alimentación, servicios, restauración y comercio al por menor. Estos datos, recogidos en el Informe de la Franquicia 2015, realizado por la consultora Tormo Franchise, confirman “el crecimiento sostenido” de este tipo de negocios, que se han “convertido en una de las opciones de mayor confianza para el autoempleo y la inversión”. Así lo destaca Eduardo Tormo, director del estudio, quien ofrece las claves para franquiciarse sin morir en el intento.

Solo ligeramente, pero la productividad es mayor

La pregunta del millón es si montar una franquicia resulta más barato que abrir un negocio por cuenta propia. Tormo despeja rápidamente la duda. “Si quiero montar una panadería, el coste de implantación va a ser ligeramente inferior si la monto en franquicia. No sustancialmente, porque la franquicia cobra derechos de entrada. La diferencia está en que, a la hora de explotar el negocio, en franquicia voy a tener rendimientos superiores”, avanza. El tirón de la marca, la mayor productividad o las economías de escala son algunos de los factores que, según asegura, hacen de la franquicia una opción “más rentable”. De decantarse por ella, apunta, el emprendedor evitaría “errores que va a cometer por falta de experiencia y que suponen un coste”, no tendría que preocuparse por la imagen corporativa o el registro de la marca y obtendría un mejor precio de los proveedores. Otra ventaja, añade, “es que se incorpora en un negocio de éxito probado y eso significa que todo el tema de implantación, formación, asistencia y marketing está rodado y perfilado”.

Aconsejan tener la mitad en recursos propios

La inversión inicial media necesaria para abrir un local hostelero en franquicia es de cerca de 245.000 euros, mientras que en el sector de la moda esta cifra es de 141.000 euros y en el sector servicios baja hasta 57.400. “Aconsejamos tener un mínimo del 40 o 50% en recursos propios porque si inviertes como antiguamente, un 10% de fondos propios y el 90% prestado, hoy se convierte el negocio en inviable”, advierte el experto. A dicha cantidad habría que añadir “el fondo de maniobra para poder aguantar hasta que el negocio esté a pleno rendimiento”. En cuanto al canon de entrada, “que cubre la formación y los derechos de cesión de la marca”, afirma que “han bajado en relación a lo que eran hace unos años y son más altos en las empresas que están consolidadas”.

Hay que comparar precios y ver el almacén

Dice Tormo, presidente de la consultora especializada en franquicias, que “el quid de la cuestión es incorporarse a aquellas que sean solventes y cumplan con los requisitos”. Para distinguir a las “inadecuadas”, explica, es fundamental “ver cuánto me cuesta el producto con ellas y cuánto por mi cuenta, no sea que al final no tenga ninguna ventaja”. Visitar la central de franquicia “para ver qué hay detrás de la marca” y hablar con otros franquiciados “para constatar que lo que me han dicho se corresponde con la evolución real del negocio” son, según destaca, otros de los “pasos obligados”. También es conveniente ver el almacén, en caso de que sean proveedores, para constatar que no se tendrán problemas de suministro y “preguntar todo lo queramos sin miedo” para posteriormente “verificarlo”. “Se trata de una parte previa de intuición, de asumir el riesgo, siempre y cuando me digan con trasparencia cuál es este, y de que la información que me den sea coherente”.

Ubicación inadecuada o falta de capacitación

Pasó con las inmobiliarias, las tintorerías, las financieras o las yogurterías y más recientemente con los cigarrillos electrónicos. “Hay que tener mucho cuidado con los sectores de moda, porque en muchas ocasiones son pasajeras” o monopolizadas por el éxito de una determinada empresa, lo que no es extensivo al conjunto, alerta Tormo, quien recomienda “no dejarse cegar por las marcas” porque no siempre las más notorias son las que le proporcionarán a uno más ingresos.

Puestos en el peor de los casos, este consultor apunta alguna de las causas que pueden abocar al cierre. “Se puede fracasar por muchos motivos, como elegir una ubicación inadecuada o que sea muy puntera y tenga unos costes por encima de lo que el negocio me va a dar”, señala. La falta de capacitación para llevar las riendas de un negocio contribuye asimismo a echar el cerrojo. “Hay personas que entran a una franquicia más como si fuera un empleo, con un horario y un esfuerzo determinado, que una empresa, lo que penaliza el negocio. Un franquiciado debe asumir sus responsabilidades y que le toca trabajar mucho más. El que no lo entienda así tiene un factor de riesgo importante”.