La recuperación de la economía vasca es una realidad. El PIB creció un 1,1% el año pasado y el empleo registró un testimonial avance del 0,3%, insuficiente para dar respuesta a las decenas de miles personas que no tienen un trabajo, pero válido para romper con una inercia negativa que se remontaba a 2009. Euskadi está posiblemente dando sus primeros pasos fuera de la crisis. Cunde además la percepción de que el poso de prudencia que ha provocado el aluvión de la crisis ha dejado cortas las previsiones y la economía tendrá un comportamiento más favorable de lo esperado.
La música suena de nuevo, pero hay familias de la orquesta que podrían todavía desafinar por la falta de intérpretes. Es el caso de la industria, que puede llegar al clímax de la partitura y no encontrar personal cualificado para cubrir los puestos de trabajo que necesitará. Ese momento podría llegar en dos años e incluso antes, porque el sector industrial ya emitió el año pasado señales de recuperación. La producción de las fábricas creció un 1,3% y entre enero y diciembre de 2014 se firmaron más de 109.000 contratos en la industria vasca. Son casi el doble que en 2013, pero la mayoría -62.678- fueron contrataciones eventuales por circunstancias de la producción.
Tras varios años de despidos, las empresas necesitan ya personal para dar respuesta a los aumentos de producción, si bien las carteras de pedidos no les permiten consolidar los empleos o no se atreven porque temen una recaída. El dinamismo empuja, hecho que se refleja en que se realizaron 30.000 contrataciones más que en 2006, cuando en época de bonanza la recesión ni se intuía.
Antes de la crisis se firmaban en torno a 80.000 contratos industriales cada año. De ellos, unos 4.800 eran indefinidos, una cifra similar a la del año pasado (4.947). También coinciden relativamente los números de los contratos por Obra y Servicio, la herramienta que utilizan muchas compañías para cubrir puestos de trabajo más o menos estructurales, sin hacerlos fijos.
Donde se produce la gran diferencia es en los eventuales por circunstancias de producción, que permite a los empresarios contratar personal para atender a excesos de pedidos no ordinarios. Un día, una semana o seis meses. El tiempo que sea necesario.
¿Que ocurrirá cuando los ritmos de fabricación sean más estables y no haya tanta diferencia entre los valles y los picos de producción? Lo lógico es que las empresas consoliden los empleos eventuales e incluso que necesitarán más brazos. Sin embargo, es posible que no los encuentren. No es algo nuevo. Antes de la crisis, Confebask cifraba en unos 20.000 los puestos que podrían quedar vacantes por falta de personal cualificado.
El gerente de la Federación Vizcaína del Metal, Jaime Fernández Alcedo, y el viceconsejero de FP del Gobierno Vasco, Jorge Arévalo, comparten preocupación por ese problema que se intuye. También coinciden en que no se trata de un punto negro del sistema de Formación Profesional. No es una situación generada por la carencia de ciclos educativos que den respuesta a las necesidades de las empresas. Se trata de una cuestión vocacional: los jóvenes prefieren desarrollar su vida profesional en otras ocupaciones, dan la espalda al taller.
El gerente de la patronal vizcaína del metal afirma que la falta de mano de obra cualificada es un problema “incipiente”, pero que “ya está empezando a pasar”. En su opinión, no se puede esperar mucho más para ponerle solución porque “a corto plazo puede cuestionar el desarrollo de muchas empresas e incluso su sostenibilidad”.
“Este problema también lo han tenido otros países en Europa y han tenido que hacer amplias campañas institucionales para presentar al sector industrial como algo atractivo para que, cuando las personas tengan que decidir por dónde quiere orientar su vida profesional, piensen en la industria como algo que puede cubrir sus expectativas”, sostiene Jaime Fernández Alcedo.
El viceconsejero de Formación Profesional explica que esta situación también se da en la Universidad, donde también se ha producido una “reducción importante” de alumnos matriculados en estudios industriales. “Es un tema de la juventud que, por el motivo que sea, ven la industria como algo más lejano y que genera menos interés. Cuando tendría que ser al revés porque el sector industrial aquí es claramente una apuesta estratégica, que está traccionando y va a traccionar mucho más en la salida de la crisis para permitirnos reforzarnos en una salida que sea sostenible en el tiempo”, añade Jorge Arévalo. Lo más llamativo es que los centros de FP colocan entre el 90 y el 100% de sus alumnos en función del segmento industrial. El 43% de los alumnos de FP cursa estudios relacionados con la manufactura, pero sería necesario alcanzar el 60% de cara a cubrir en un plazo de dos años las necesidades que van a tener las empresas.
¿Cómo convencer a los jóvenes que crucen la puerta de las fábricas? El metal vizcaíno estima que la única forma es a través de campañas institucionales que pongan en valor la actividad productiva. “Al taller hay que despojarle de esa visión negativa de esfuerzo físico, de suciedad y de riesgo. Porque en el taller cada vez hay más profesiones que sin ser igual que una oficina técnica se le parece bastante. En lo que es el trabajo a pie de máquina hay actividades tan atractivas como puede ser estar en una oficina”, subraya Fernández Alcedo.
El papel de la formación es clave. No se necesita músculo, sino mano de obra cualificada. Se buscan, por ejemplo, soldadores, pero con perfil muy técnico, capaces de trabajar con materiales muy especiales. No hay un ranking de ocupaciones industriales con más demanda, pero junto a soldadores, se necesita personal especializado en estampación, manufactura por control numérico, manejo de maquinaria para fabricación mecanizada, planificación de la producción, electrónica, mecatrónica, robótica, programación y servicios vinculados a la informática e incluso en comercio del metal, una actividad que requiere un gran conocimiento del medio.
vacantes Las primeras necesidades se están detectando en sectores que ya muestran dinamismo: automoción, fabricación de maquinaria y manufactura de equipos metálicos en general. Pero también hay vacantes en otros ámbitos ligados a la industria, como comercio exterior, o en los servicios, la atención sociosanitaria.
Las oportunidades son enormes y por ello el viceconsejero de FP del Gobierno Vasco considera que aquellos jóvenes que no tienen claro que carrera universitaria cursar y que en ocasiones apuestan por grados que no tienen una salida laboral clara, deberían plantearse estudiar primero FP y matricularse en la Universidad después de cara a aumentar su empleabilidad. “Se está dando ya el efecto contrario, jóvenes que entran en la FP después de terminar una carrera universitaria. Sería más lógico hacerlo al revés, tendrían más posibilidades de encontrar trabajo y, además, anímicamente, sería dar un paso adelante”, subraya. Según los datos que maneja el Gobierno, hay un porcentaje de regresión a la FP del 15% de los universitarios. Jóvenes que empiezan un carrera y saltan a la Formación Profesional sin terminar los estudios. Hoy en día también hay cerca de 2.000 matriculados en FP con título universitario que buscan un empleo.
La formación va a ser clave. El gerente de la patronal del Metal advierte de que Euskadi transita hacia una sociedad avanzada de un nivel tecnológico muy alto. “Las personas de baja cualificación lo van a tener complicado en el metal, en la construcción y en cualquier actividad”, advierte.