El período navideño y su antesala a un nuevo año, atendiendo a la tradición, hemos de conjugar el espíritu y actitudes amables en un clima de optimismo a la espera de la “buena nueva”, superando las dificultades y “males viejos” del año por terminar, con el esfuerzo identificador de renovados propósitos de futuro y una cierta dosis de “pronóstico y prospectiva” ante lo que esté por venir.

En este ambiente, hace unos días tuve la oportunidad de coincidir en Estados Unidos con la revelación a la opinión pública del impactante informe del Congreso sobre el comportamiento de la CIA (Agencia de Inteligencia) a partir de los interrogatorios a sospechosos o detenidos relacionados con el terrorismo o, en sentido más amplio, peligros contra la democracia o seguridad de los Estados Unidos. Como no cabría dudar, los medios de comunicación se ocuparon de forma amplia de esta noticia y el hecho presentado en el Congreso fue retransmitido, en directo y abierto, por las televisiones y emisoras de radio. La gravedad del asunto suponía un doble efecto inmediato: por un lado, la vergüenza y rechazo en una democracia que había permitido las prácticas de torturas, atentados contra los derechos humanos, la falta de respeto a las leyes, desprecio al Parlamento y a los gobernantes legítimamente elegidos y la demostración de que los servicios especiales hacían lo que les daba la gana, mofándose del pueblo y de las Autoridades que les habían nombrado. Años de prácticas inhumanas e ilegales hacían de las películas y series televisivas que desde Hollywood o la red hemos venido observado como entretenimiento “pasivo”: HOMELAND, SCANDALS, HOUSE OF CARDS? de máxima audiencia se han quedado cortas, llevándonos a confundir a sus guionistas con simples relatores de las bajos fondos del perímetro gubernativo. Por otro lado, la fortaleza de la democracia se ponía al descubierto, permitiendo conocer en directo el menosprecio al Congreso y sus representantes, las mentiras y trabajo sucio que determinados organismos y personas han practicado a lo largo del tiempo. Pues bien, si esto por sí mismo no fuera suficiente para la búsqueda de todo tipo de respuestas necesarias, la sorpresa vino cuando lejos de los debates de fondo -que se sucedieron de manera inmediata-en uno de los magazines televisivos de máxima audiencia, la directora y presentadora del programa señalaba que no era momento de entrar en debates o respuestas de fondo sino que era el momento de formular una pregunta: ¿porqué se hace público un informe de estas características en Navidades cuando la familia americana está ocupada en los regalos, en Santa Claus, en las fiestas y a punto de concentrarse en torno a mesas en las que la armonía y la felicidad han de imperar? Y lanzaba una dura crítica a los congresistas que hicieron público el informe citado.

No puedo ocultar que esta intervención me impactó. Más aún cuando pude observar que dada la audiencia de esta presentadora y cadena, el argumento se propagó más que el napalm que los implicados servicios de “seguridad” utilizaran en otras desgraciadas guerras. Pero, en este marco navideño, hemos asistido a otras preguntas mediáticas que han ocupado los espacios mediáticos.

Así, hace días conocíamos como tras casi sesenta años de embargo económico, incomunicación, conflicto y guerra fría, los primeros mandatarios de Estados Unidos y Cuba, reconocían la ineficiencia, inoperancia e ineficacia de unas políticas de aislamiento y se proponían corregir el error iniciando un proceso de normalización democrática y diplomática al objeto de garantizar la plena normalización de relaciones. Obama, de forma directa, señalaba como, en este caso, Estados Unidos se había quedado solo y como sus aliados le habían dado la espalda. Resulta evidente que no se trata ahora de preguntarse, como al parecer se formula, ¿por qué ahora? , si no y ¿Ahora Qué, cómo y cuando? El proceso a emprender no es inmediato y requiere múltiples iniciativas, además de tiempo, para convertirse en una relación, multilateral, novedosa. No solamente implica a los dos Estados que han dado el paso sino que mueve un amplísimo tablero geo económico y geo político que dará lugar a un nuevo espacio de desarrollo. Sin duda, las consecuencias políticas, sociales y económicas son inestimables de inmediato. El paso dado por Obama-Castro abre todo un nuevo movimiento que obliga a sucesivos reacomodos en el complejo mundo que vivimos. Una gran noticia que nos lleva a acertar en las preguntas adecuadas para buscar las respuestas necesarias.

Además, estos últimos días del año, como presionados por el cierre de ejercicio ante el nuevo escenario 2015, otras noticias largamente esperadas han llegado: las FARC comunica su decisión unilateral del cese indefinido de su lucha armada. La casualidad de las conversaciones de paz nos lleva a la Habana, sede anfitriona, para que algunos se pregunten sobre la interrelación “negociada” ente esta declaración y el Acuerdo USA-Cuba. Nuevamente, son otras las preguntas “correctas” a formularnos ¿Cómo y cuando se producirá la normalización y pacificación de Colombia tras el cese de la violencia FARC y cuáles serán los nuevos lineamientos del proceso en el desarrollo de un País tan castigado por el conflicto y la violencia? Como en el caso anterior, un nuevo espacio está por construirse.

Adicionalmente, como si de la coincidencia navideña se tratara, invocando la paz y fraternidad, la Unión Europea ha reconocido el derecho de Palestina a un Estado propio. Así, tras muchos años de desencuentro, trabajo e iniciativas de todo tipo, asistimos a relevantes pasos hacia el reconocimiento y construcción de nuevos espacios, nuevas estructuras geo políticas, a un intento por poner en valor democracia, negociación y diplomacia (de verdad y no de brindis palaciego acomodaticio de la vieja guardia), en tiempos de un nuevo lenguaje, nuevos jugadores y nuevos espacios económicos y políticos. Un momento en el que “salir de los espacios de confort” da paso a nuevos tiempos innovadores. ¿Cómo propiciar salir de las resistencias y “verdades inamovibles del pasado”?

Episodios clave que han encontrado a nuestra próxima España fuera de juego. España se ha disuelto en sus batallas y enredos palaciegos (Zarzuela, Moncloa, Génova) y desgobierno preguntándose como dejar que el tiempo “todo lo borre” Y termine obviando las raíces de la corrupción, las responsabilidades de las cúpulas actuales y sus herederos, la crisis, el desempleo, la falta de modelos (económico, de estructura de Estado, Justicia, diplomático?), confiando en el milagro de la comunicación y el miedo (“¡Cuidado con los que vienen!”),mientras una capa mediocre perpetúa su posición.

Así, en este marco, la España inmóvil ha pretendido confiar en el mensaje navideño de siempre, la frase mágica que el nuevo Rey pudiera ofrecer, acompañada de una respuesta de su hermana Cristina a la pregunta que se le formulaba desde muchos sitios: ¿Debe Cristina renunciar a la sucesión? Pregunta equivocada. En el estado actual de las cosas, parecería mejor preguntarse si no debe el Rey abdicar. La España actual vive una profunda crisis sistémica. La escasa credibilidad del gobierno, la mala imagen del sistema “de la transición”, el nefasto “espectáculo monárquico” que no se resuelve con un cambio de cara con el mismo uniforme, mismos aparatos y asesores y misma letanía para no decidir nada no solo son decepcionantes sino que impiden transitar hacia un futuro diferente que esperamos ante el 2015.Que duda cabe que no es la monarquía y su grupo familiar el mal del Estado ,ni la causa de sus desdichas ni la solución, en si misma ,a todos los problemas por resolver. Pero apelando a “su servicio de Estado”, parecería que es tiempo de un cambio absolutamente radical. Su abdicación podría llevar a otros a dimitir, a favorecer un nuevo proceso constituyente, a generar un nuevo Estado, a disponer de un nuevo marco político y administrativo que de repuesta a la realidad plurinacional reclamada en las calles, a nuevos sistemas reconstituyentes de una democracia real, a recuperar la credibilidad en la política, a ordenar y limpiar lo que impide que la gente distinga lo negro de lo blanco?

En consecuencia, una pregunta adecuada y correcta: ¿Cómo transformar de manera radical este Estado del pasado para construir uno del futuro? ¿Cuál puede ser el detonante que lo propicie? Sin duda, una pregunta adecuada para la fecha: Los Santos Inocentes.