Donostia - ¿Qué supone para usted estar al frente de una de las principales asociaciones industriales del Estado?
-Es una nueva etapa dentro de un camino en el que llevamos mucho tiempo. He estado vinculado a la máquina herramienta toda mi vida profesional. Llevaba años en el consejo de la AFM y ahora me ha tocado asumir la presidencia, que voy a tratar de ejercer lo mejor posible, siempre desde la perspectiva de la colaboración, el trabajo conjunto.
¿Qué objetivos se marca para estos próximos años?
-Creo que hay tres cuestiones en las que debemos intensificar nuestros esfuerzos. Una de ellas es la colaboración, aprovechar sinergias entre las empresas que conforman la asociación, ver en equipo los retos a los que nos enfrentamos. La AFM es una plataforma idónea y muy interesante para ello. En segundo lugar, en Danobat me ha tocado trabajar en internacionalización, innovación, redimensionamiento y especialización. A base de hacer las cosas bien y otras no tan bien, se consigue tener una experiencia sobre decisiones que se deben tomar en momentos determinados, una experiencia que queremos trasladar a otras empresas. Por último, necesitamos poner en valor el sector de la máquina herramienta, componentes, accesorios y herramientas. La economía nos está demostrando que el hecho de que el Estado no sea un país industrial tiene un coste muy alto. El ejemplo de Euskadi evidencia que una apuesta firme por la industria permite contar con una economía más sostenible.
Esa puesta en valor del sector, ¿significa que las instituciones españolas no valoran lo suficiente a esta rama industrial?
-El hecho de ocupar la posición que tenemos en el mundo (somos el tercer productor y exportador en Europa y el noveno del mundo) y de contar con una tecnología propia significa que hacemos las cosas bien. Los responsables de las instituciones están diciendo que la industria debe ganar cuota en el Producto Interior Bruto y para ello hacen falta máquinas. No pienso que no se nos valore pero sí que la máquina herramienta ha de ser clave en el proceso de renovación industrial del Estado.
¿Hace falta renovar el parque industrial español?
-Sí. Es imperiosa la necesidad de renovar ese parque industrial, modernizarlo, algo que solo se puede llevar a cabo adquiriendo máquinas. Nadie duda de que Fernando Alonso es el mejor y todos coincidimos en que no gana carreras por culpa del coche. Tener una buena máquina es fundamental y no solo para producir a un mejor coste sino para hacerlo de manera más sostenible, logrando además que los empleos sean cada vez más cualificados. Todo eso lo aportamos los fabricantes de máquinas herramienta.
¿Accederá el Gobierno central a aplicar un plan renove de máquina herramienta en el Estado?
-Así lo espero. Contamos con tres elementos que pueden favorecer a ello. El hecho de que el plan renove en Euskadi haya tenido tanto éxito, pues en dos meses se han agotado las ayudas, es sin duda un ejemplo. Otra realidad es que a nivel estatal urge emprender la industrialización, como he comentado. Y en tercer lugar, estamos empezando a salir de la etapa en la que todos los esfuerzos se centraban en tratar de cuadrar los balances. Se empieza a ver el momento de salida de la crisis. La coincidencia con la Bienal va a ser muy importante. Estamos hablando con los ministerios de Industria y de Hacienda y les estamos dando argumentos muy sólidos.
Ha dicho que se empieza a salir de la crisis. ¿Se puede hablar de recuperación?
-Bueno, tal vez eso es muy prematuro. Cuando estás muy abajo cualquier crecimiento parece mucho pero, en términos absolutos, en realidad no lo es tanto. Sin embargo, soy positivo porque la prioridad principal, que era que el país no quebrara, se ha conseguido. Eso posibilita emprender a partir de ahora políticas más centradas en la industrialización y la apuesta denodada por la I+D+i. Me genera esperanza escuchar que esas políticas están ya encima de la mesa.
¿En qué países ha de centrarse el sector?
-Los mercados que han sido importantes para la máquina herramienta -Estados Unidos y China, principalmente- lo seguirán siendo. E incluso España, un mercado que por supuesto se va a recuperar, tiene que estar ahí. Sin embargo, me producen dudas India y Brasil, que poseen limitaciones estructurales que no terminan de desaparecer. Por contra, sí que hay otros países a los que hay que mirar, como Reino Unido, que se ha dado cuenta de que su apuesta financiera no le está permitiendo crecer y está regresando a la industria. Otro país es Estados Unidos, que se encuentra ahora mismo con altibajos pero su tendencia es a invertir en maquinaria para su industria. Debemos hacer una fuerte apuesta por esos mercados, en los que entrar se hace complicado.
¿Por qué?
-Porque tienen reglas muy particulares. Hay que estar allí, tener una empresa en esos países para vender tus productos. Los procesos tradicionales de buscar socios locales o enviar personas allí son muy lentos. Hay que perder el miedo a adquirir empresas de tamaños accesibles.
Hace falta dimensión para ello, ¿no?
-Sí, claro, pero a través de alianzas estratégicas nuestras empresas pueden emprender esos procesos. La colaboración es fundamental. Se puede hacer sin necesidad de grandes ambiciones. Estar presente en esos mercados te permite muchas cosas; el cliente te conocerá y ya no serás un proveedor más sino alguien con el que colaborar, con el que trabajará codo con codo.
¿Qué sectores industriales consumidores de máquina herramienta están actualmente al alza?
-El sector aeronáutico está invirtiendo mucho y lo seguirá haciendo. Tiene que atender a una amplia demanda de nuevas flotas de aviones y también a la renovación de las antiguas. La industria vinculada a la energía también está creciendo, especialmente la relacionada con el petróleo y el gas. Las empresas de ese sector están buscando nuevos métodos de extracción para poder llegar a unos recursos energéticos con acceso cada vez más difícil. Por eso hacen falta máquinas mucho más complicadas y avanzadas tecnológicamente.
-¿Eso quiere decir que se acentuará la tendencia hacia máquinas herramienta de mayor tamaño?
No. Lo que hay que hacer es evolucionar de una máquina a una solución para la fabricación de componentes, piezas, etc., que pueden ser de cierto tamaño pero en cuya producción lo importante es que la industria cuente con una instalación adaptada a sus necesidades, es decir, altamente especializada. Apostar por ello es lo que va a diferenciar a los productores vascos de máquinas herramienta.
-¿La competencia asiática sigue siendo un riesgo?
Sí, porque los países asiáticos están invirtiendo mucho en I+D+i. Continúan haciendo mucho producto pero ahora lo hacen con una calidad aceptable y cada vez van a ser más avanzados. Por eso debemos ser mejores en un nicho concreto. Insisto en que el conocimiento que tenemos debemos dirigirlo hacia la especialización, hacia soluciones no solo de mecanización sino para obtener los componentes concretos, ya sea un turbina o un ala de avión, una rueda de tren, un coche o lo que sea.
Se apunta a la llamada industria 4.0, totalmente digitalizada. ¿Se ha incorporado Danobat a ello?
-Estamos empezando. El mundo va muy rápido. Hay cosas que son muy evidentes en nuestra vida cotidiana pero a la máquina herramienta todavía le falta mucho camino por recorrer para incorporarlas. Nuestro producto, en un mundo totalmente interconectado, va a ser algo completamente diferente, una máquina más un servicio. El reto es ofrecer ese servicio en cualquier parte del mundo. Ello exige no solo tecnologías -algo que no me inquieta- sino también nuevos perfiles en la máquina herramienta. En su día fue un reto incorporar personas que supieran inglés y ahora vamos a tener que hacer lo mismo con informáticos, ingenieros de telecomunicaciones e incluso profesionales que sepan ofrecer un servicio en la Red. Es una oportunidad muy importante para los jóvenes.
Danobat es una cooperativa de la Corporación Mondragon. ¿Cómo ha vivido la crisis de Fagor Electrodomésticos? ¿Cree que ese asunto ha puesto en cuestión el modelo cooperativo?
-Danobat cerró el año pasado con un nuevo récord de pedidos. El 40% de su plantilla está formada por titulados superiores. Hemos incorporado en el grupo a extrabajadores de Fagor que están ya desarrollando su actividad en proyectos de Danobat. La principal causa de la caída de Fagor ha sido su pérdida de competitividad en un mundo globalizado. Nadie está libre de que le ocurra lo mismo. Es una realidad que debemos aprender todos pero es igual a la de otras cooperativas. Considero que no falla el modelo sino los negocios. Lo que hemos aprendido con el caso de Fagor nos va a permitir sostener el modelo cooperativo otros cincuenta años por lo menos.