disculpen el atrevimiento. Hoy no voy a escribir sobre empresas o creación de empleo. Quiero desahogarme y reivindicar respeto y memoria. Para ello reclamo la atención de los lectores respecto a la actitud que de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría mientras habló Joan Coscubiela (ICV) en el Congreso de los Diputados durante el debate sobre la consulta catalana. Les adelanto que no voy a hablar sobre este tema. No. Pretendo valorar la falta de respeto del presidente y vicepresidenta del Gobierno español al diputado en uso de la palabra, porque, lejos de prestar atención, ambos hablaban por teléfono desde sus respectivos escaños.

Fue un gesto vulgar y bochornoso. No solo desairaba al orador, algo que en sí mismo es muy grave al vulnerar una elemental norma de educación, sino que ultrajaban lo que dicen y alardean defender: la democracia. En ocasiones (esta es una de ellas), es preciso regresar a los principios que hace 2.500 años desarrollaron los atenienses cuando decidieron gobernarse bajo conceptos de igualdad de derechos civiles y políticos, que se concretan en 'Isonomia' (igualdad ante la ley); 'Isegoría' (libertad de expresión y obligación de escuchar) e Isocracia (igualdad de acceso al poder).

Percátense, amigos lectores, que la actitud de uno y otra se desentiende de lo que dice el orador. No le escuchan y vulneran claramente los conceptos antes citados. Visto lo visto, si no escuchan y desprecian la palabra en el 'sacrosanto hemiciclo' de los representantes del pueblo, a nadie debe sorprender el catálogo de reformas y recortes sociales puestas en marcha al albur de una crisis económica y de espaldas a la sociedad que sufre sus consecuencias.

Desde su muralla geocéntrica se expresan con la vanidad del infalible 'santo oficio' y más en época electoral. Ahora, cuando restan seis semanas para la cita europea, se faculta a cualquiera para largar todo tipo de contradicciones y alguna que otra boutade. Es el caso del titular de Economía, Luis de Guindos, para rechazar el peligro de una deflación, tal y como señala el FMI. Claro que, ambos, ministro y organismo internacional, tienen un pasado que les delata. El primero, como responsable en Europa de Lehman Brothers, no solo negó el riesgo de cierre 24 horas antes de que se produjera, también fue parte activa en la venta de las participaciones preferentes que han arruinado a miles de ciudadanos españoles.

En el escenario vasco tenemos el ejemplo de Arantza Quiroga, que se ofrece para liderar Euskadi "como epicentro" de un Eje Atlántico en Burdeos y Oporto. Anoto como posible atenuante que la presidenta del Partido Popular vasco solo tenía 15 años cuando representantes empresariales e institucionales vascos, junto al PNV, reivindicaban en Lisboa, el 7 de diciembre de 1988, una línea ferroviaria de alta velocidad Lisboa-Oporto-Vitoria-Dax, como eje infraestructural para el Eje Atlántico que tendría al País Vasco como referente. No lo recuerda o no quiere acordarse porque semejante planteamiento fue negado una y mil veces por sus correligionarios en AP y PP.

Estos son algunos de nuestros políticos. ¿Creen ustedes que quien ultraja la palabra parlamentaria o no se acuerda del reciente pasado nos va a sacar de la crisis?