Vitoria - Tras varios años de letargo en las líneas de financiación empresarial, la todavía leve mejoría de las carteras de pedidos de las industrias ha reactivado el crédito a las empresas vascas. Hay motivos para el "optimismo", sostienen empresarios, expertos en financiación y profesionales del sector bancario. Todos ellos detectan un avance en las opciones de negocio en el sector industrial en los tres primeros meses del año y un lento despertar de la actividad productiva general. Ese momento para la empresas más dulce o menos amargo, según el cristal con que se mire, coincide con un punto de inflexión en el negocio bancario.

El saneamiento de las manzanas podridas del cesto de la banca ha obligado a todo el sector a realizar dotaciones millonarias de provisiones. Los balances de las entidades vascas, pese a estar situadas entre las más solventes, se han teñido de pasivo como las del resto del Estado. Algo que ha ocurrido básicamente porque la banca ha estado muy ocupada en reforzarse, mucho más que en hacer negocio, y prestar dinero, que es la esencia de la rentabilidad financiera, había pasado a un segundo plano.

Ahora, la banca "está en la calle" para captar clientes entre las pymes. Todas las entidades han lanzado productos nuevos de cara a incentivar la financiación los últimos meses. Haciendo un repaso a vuelapluma entre las entidades vascas, Kutxabank firmó en diciembre un acuerdo con las tres patronales territoriales con el que se pone a disposición de las empresas de la CAV una línea de crédito de 850 millones de euros. Laboral Kutxa, por su parte, firmó en marzo dos líneas de crédito junto a Elkargi y el Fondo Europeo de Inversiones. Mientras que BBVA ofrece cobertura a los empresarios vascos a través de su alianza con el Instituto de Crédito Oficial y con programas muy centrados en la exportación. Además, el Bilbao Vizcaya Argentaria ha abierto esta semana una línea de crédito por un importe total de 65 millones destinada a los socios de Elkargi.

En cuanto a otras entidades con fuerte implantación en Euskadi, Caixabank ha firmado también con Elkargi y lanzó en febrero una campaña para captar 8.000 nuevos clientes empresariales en la CAV. El Banco Sabadell Guipuzcoano tiene un amplio catálogo de créditos a la exportación. El Santander ha puesto en marcha recientemente un plan para crecer un 10% en crédito a pymes y prestar 30.000 millones en todo el Estado. Todos estos bancos participan, junto a otras entidades, en el programa de financiación de circulante del Gobierno Vasco y las dos sociedades de garantía recíproca vascas, Elkargi y Oinarri.

abrir el grifo del dinero Llega el momento de hacer crecer el activo, de abrir definitivamente el grifo del dinero, y al mismo tiempo las empresas que estaban financieramente sanas, pero no se atrevían a endeudarse más, están dando ahora ese paso. Son las compañías situadas en el primer nivel, las que están recibiendo el chorro inicial del crédito. Se trata de "los buenos clientes, las empresas que si hubieran pedido un préstamo hace seis meses también lo habrían recibido", explican fuentes del sector.

La dinámica es similar en todas las entidades. Esos clientes empresariales preferentes o no se decidían a pedir dinero el año pasado por temor a no poder afrontar los pagos en el futuro o simplemente no tenían proyectos y por tanto no necesitaban un préstamo.

Eso explica en parte que el programa de circulante de Lakua y las sociedades de garantía recíproca no consumiera todo su presupuesto en 2013. Se dieron casos de empresas con el aval concedido que se resistían a formalizarlo a la espera de que una mejora en los ingresos les permitiera avanzar sin tener que asumir un mayor endeudamiento. Con todo, el programa de circulante no cubrió las expectativas básicamente por el elevado volumen de operaciones denegadas y porque las necesidades de las compañías son ahora otras, explican fuentes empresariales.

"En esencia, las empresas necesitan dinero para lanzar sus proyectos o para recapitalizarse con la entrada de nuevos socios", matizan desde las entidades de crédito para justificar "el ritmo pausado" al que se están recibiendo las solicitudes de avales este año.

"Las carteras de pedidos se van llenando poco a poco, hay más optimismo después de un 2013 malo, sobre todo en el sector industrial y, quien necesita dinero para afrontar un proyecto y es solvente, lo tiene", afirman. No hay un gran volumen de dinero en circulación porque la mayoría de las empresas tienen activos productivos ociosos, pueden afrontar esta primera fase de la reactivación económica sin grandes inversiones. A esto se suma la predisposición general de las compañías al desapalancamiento, a soltar lastre de deuda en sus balances.

Tardará todavía un tiempo en notarse de forma clara la mejora en el flujo de liquidez, pero todas las entidades financieras están convencidas de que acabarán este año con un significativo aumento del crédito concedido. Lo hacen incluso algunas que en el arranque del año no han observado ningún avance y que se apoyan en el mensaje que les trasladan sus clientes empresariales.

Los bancos en cualquier caso prefieren esperar al cierre estadístico del primer trimestre para realizar un análisis público de situación. Lo mismo ocurre con las empresas, sobre todo en la industria, un sector que conoce las estadísticas con dos meses de retraso y que precisamente la semana pasada certificaba un crecimiento de la producción en febrero del 1% en relación al mismo mes de 2013, según Eustat.

cartera de pedidos Es un dato que apunta a una clara mejoría, como también lo es el hecho de que en enero la entrada de proyectos creciera un 3,7% en Euskadi, el porcentaje más alto del Estado entre las comunidades con fuerte industrialización, rompiendo la tendencia negativa del año pasado. La producción industrial en cambio registró ese mes una caída cercana al 4%, poniendo de manifiesto precisamente los efectos negativos de los continuos retrocesos en las carteras de pedidos.

Lo mejor está por venir y hasta es posible que la producción industrial dé la vuelta y regrese a números negativos a la espera de que entren en la línea de producción los proyectos que se están firmando ahora. Para reforzar la sensación de que algo se mueve basta con analizar la distribución de la cartera de pedidos de enero apunta a un cambio de tendencia ya que el crecimiento llega de la mano de los bienes de equipo, la maquinaria.

Y aunque la maquina-herramienta vasca es un sector muy internacionalizado, también se están recibiendo encargos en casa. Las empresas vascas también están invirtiendo en mejoras productivas.

Habrá que esperar una semanas para saber si se consolida el aumento en la entrada de negocios, aunque a pie de empresa y de banco se percibe ya un avance. Según explican los agentes que movilizan los recursos de financiación, tras el primer chorro de liquidez para las empresas solventes, llegará una segunda fase en la que entrarán las compañías auxiliares que se nutren de los encargos del primer grupo y también accederán el conjunto de pymes con buena salud a medida que logren contratos.

El flujo crediticio bajará gradualmente hacia los niveles más bajos de la actividad empresarial hasta llegar a las firmas a las que hoy se les denegaría un préstamo por falta de solvencia. Se despertarán los créditos al consumo y las hipotecas, y volverá la normalidad.

Esa evolución contará con el apoyo de los bancos, que están cada día más interesados en mejorar la relación entre activo y pasivo en sus balances. La crisis ha distorsionado la radiografía del sector hasta el punto de que el crédito a las familias se situó el año pasado por encima de los préstamos a empresas en el conjunto del Estado. El saldo vivo de las hipotecas ha mantenido el crédito a los hogares en un nivel relativamente aceptable a pesar de la caída de la financiación de las compras y de la venta de vivienda.

Sin embargo, los préstamos a la actividad productiva se han desplomado desde el billón largo de euros registrado en el Estado en 2008 hasta los casi de 688.400 millones con los que se cerró el año pasado. Hay margen para que crezca el crédito a la empresa hasta situarse en niveles lógicos y, según los bancos, hay dinero para hacerlo.