donostia.¿Para las empresas vascas el diseño industrial es algo que empieza a formar parte de sus estructuras?

En alguna sí, pero en la mayoría no se da el caso en la forma en la que nosotros entendemos el diseño, es decir, que esté presente en los primeros estadios de un producto, donde se hacen los estudios de las tendencias, de los hábitos de consumo, etc. Ahí es muy importante conocer cuál es la experiencia del usuario porque el diseño está dirigido al usuario que, en última instancia, va a utilizar ese producto o servicio. Es en esos estadios en donde el diseño debe estar presente. A partir de ahí, viene todo.

¿El empresario vasco es consciente de la importancia del diseño?

Creo que cada vez más. Eso es fiel reflejo de toda esa panoplia de empresas que están llegando al diseño y de otras que llevan ya una larga trayectoria y que están vendiendo sus productos en todo el mundo. Estas empresas son las que hace muchos años captaron esa necesidad y mantienen el diseño como un valor.

¿El gran peso de la industria en Euskadi hace que el diseño esté más especializado?

Es complejo responder a esta cuestión porque el diseño es muy variado. No hablaría tanto de especialización, quizá puede ser en algunos aspectos, sino de la implicación en la empresa y en el proceso de conceptualización y fabricación del producto. Esa especie de comunión de estar implicado con la empresa, en donde el especialista absorbe lo que se pretende, a la vez que proporciona muchas claves. Es un valor que tienen las empresas de servicio de diseño del País Vasco.

¿Con la situación en la que se encuentran las empresas, es conveniente que dispongan de un propio departamento de diseño?

Eso tiene aspectos positivos y otros que pueden faltar. La contratación desde el principio de una empresa de diseño va a enriquecer a una compañía porque su experiencia va a aportar a la dinámica de la misma porque parte del día a día. Tener un departamento dentro de una empresa puede hacer que ocurra todo lo contrario que se especialice en sus propios procesos a falta de una perspectiva más amplia. Creo que deberían de coexistir los dos porque se complementan. Hacer que la conexión que se tiene sea más articulada. Es un valor.

¿Qué tiene que ver el diseño con la innovación como concepto general?

El diseño de por sí ya es innovación. En última instancia, el diseño trata de mejorar la calidad de vida de las personas, pero sin perder de vista que va también dirigido a que las propias empresas sean más competitivas y, en definitiva, mejores. No hay que perder de vista este flujo porque a través de ello en la manufactura debemos mejorar y ser competitivos, pero la aportación de valor también viene por la creatividad, por ese tipo de innovación de la que estamos hablando.

¿Qué porcentaje tiene el diseño en el éxito de un producto en el mercado?

Depende qué tipo de producto. No voy a decir que es el 100% pero si se puede alcanzar ese porcentaje. Y en otros será menor. Se diseñan productos que no son para usuarios finales, y donde el diseño tiene una implicación menor y, sin embargo, incluso ese resquicio hay que aprovecharlo.

¿Si hablamos de bienes de consumo final el diseño es pieza básica?

Sí, es fundamental. También es verdad que hay una especie de prejuicio y limitación en la percepción del diseño porque más de uno lo asocia a la estética, cuando el diseño es mucho más que eso. En muchos productos, la participación es estética, pero en otros muchos la estética no tiene nada que ver ya que se trata de mejorar la experiencia que tiene el usuario. Ahí es donde el diseño está trabajando fundamentalmente. El rango es muy amplio y abarca una tipología de producto y de servicio inmensa. Todo tiene que estar pensado en función del usuario.

¿Aparte de aquellos productos de consumo final, qué sectores se están incorporando con más fuerza al diseño?

No es tanto que nuevos sectores se estén incorporando, sino la conciencia de cierto tipo de empresas de que lo que hay que hacer para mejorar y ser más competitivo es tratar de tener más herramientas, conocer mejor el mercado, dar respuestas más positivas y buscar oportunidades de negocio. Para eso el diseño es una de las herramientas. Sería difícil pensar en un ámbito en el que el diseño no esté presente, desde el proceso de fabricación, el servicio comercial y la propia experiencia del usuario. Puede ser que haya un producto que esté muy bien trabajado en ciertos aspectos y, en otros no, quizá porque no se llegó o no se le dió importancia al diseño. Luego resulta que el mercado no es receptivo a ese producto por esa carencia. Todo es importante, incluso un producto puede estar muy bien desarrollado y por no tener una política comercial adecuada puede pinchar en hueso. Es una gestión de esa complejidad. El valor estratégico del diseño radica en que está presente en todos los soportes en los que la empresa se manifiesta. Desde el propio producto, el servicio de packaging, todos los aspectos comerciales, toda la información gráfica que pueda tener, las webs, la propia comunicación, los stands. Ahí radica aspecto estratégico del diseño que se debe considerar de una manera estructural, integral y completa.

¿En qué nivel está Euskadi en diseño?

La competencia profesional de los diseñadores vascos es muy alta y el perfil es muy variado. Hay diseñadores que vienen desde el mundo de las Bellas Artes, de la ingeniería, pasando por interiores. Ahora las escuelas y centros universitarios también están haciendo su trabajo como Mondragon Unibertsitatea o Tecnum. En el terreno formativo se está trabajando y se está haciendo un esfuerzo importante.

¿El hecho de que en un sector como es el del mobiliario existan tres empresas guipuzcoanas que hayan conseguido sendos premios nacionales indica el gran nivel del diseño vasco?

Cuando se habla de mobiliario, todo el mundo piensa en los catalanes y algo en los valencianos, pero aquí tenemos empresas punteras que han sido galardonadas con premios nacionales del diseño y que están vendiendo en todo el mundo. No tenemos nada que envidiar a otros y da una muestra de potencial y de capacidad de la empresa

¿La existencia desde hace 27 años de la Asociación de Diseñadores de Euskadi revela un activo y una preocupación?

Ha habido vicisitudes. Ha habido épocas con sus altos y sus bajos. Desde hace seis o siete años decidimos darle a la asociación un empuje. Con gente joven y apoyándonos en los que estaban anteriormente. Estamos creando una imagen profesional de marca país. Lo que hace la asociación es poner en valor la profesión del diseñador y del proyectista, la capacidad que tienen esas empresas y ese grupo de profesionales en el País Vasco para que la empresa que contrate venda mejor.

¿En qué sentido se habla de marca país?

Cuando nos referimos al diseño italiano, es obvio que todos tenemos claro de lo que estamos hablando. Han logrado crear un made in Italy. En lo que se refiere al Estado, el diseño catalán tenía una proyección netamente superior. De hecho, en algunas exposiciones que se hicieron a finales de los 80 en Milán se proyectaba el diseño de Catalunya. Ya tenían la idea clara. Queremos que se vea y se proyecte el diseño en Euskadi.

¿El diseño puede tener una marca propia vasca?

Ésa es la intención. Queremos que se nos conozca por eso.

¿Se puede proyectar Euskadi al exterior a través del diseño ¿Puede ser un instrumento?

Desde luego. En eso creemos. Hace muy poco tiempo, Bilbao optaba como candidata a ser capital mundial del diseño para el año 2014.

¿Cómo se puede identificar por el diseño que un producto es 'made in Euskadi'?

Eso se construye con mucho tiempo. Todos tenemos claro en ese imaginario colectivo que el producto alemán es sólido, de calidad, que te va a servir, y que, probablemente, lo vas a pagar. Para eso han tenido que trabajar muchos años. Esto no es un flor de un día, se hace con mucho tiempo. Lo tienes que sedimentar. Tener una buena capacidad de comunicación, una industria que secunde una calidad. Crear marca es muy complejo.

¿El diseño está vinculado con el medio ambiente?

En principio es uno de los rangos en lo que trabajamos y nos empeñamos. La disciplina del ecodiseño se va implantando cada vez más y se tiene más en cuenta a la hora de proyectar las cosas. Que un producto permanezca en el tiempo quiere decir que la curva de obsolescencia ha sido lo más amplia posible. Al final, la empresa con una sola inversión consigue más retornos.

¿Lo sostenible se ha convertido en elemento referencial?

Es un requisito que ya no podemos obviar. La evaluación dentro de un proyecto de ecodiseño transciende a todos, es decir, al material, al transporte, a la comunicación. Hay que tratar que el impacto medioambiental sea el menor posible. Siempre que se pueda cambiar de materiales y que estén solucionando la función para lo que se han proyectado. No sólo es el producto, sino todo lo que está a su alrededor. Creo que todos los proyectos deben de tener esa sensibilidad y deben de aplicar ese tipo de herramientas que, en definitiva, es mejor para todos y para el medio ambiente.

¿Un diseño puede permanecer en el tiempo?

Eso es muy difícil. Cuando se ve un producto que está en el mercado y se vende después de 18 años eso quiere decir que algo se ha hecho bien. Los productos clásicos tienen mucho de componente emotivo y no tanto de servicio o utilidad. La utilidad está en esa pulsión sentimental que es difícilmente controlable porque el tiempo pasa y todos cambiamos.