hace ya tiempo que nadie responde al teléfono en la sede de Hiriko, ubicada en el antiguo Edificio Alas. Persianas bajadas y despachos vacíos confieren al lugar cierto aire fantasmagórico que desde luego nada tiene que ver con lo que no hace mucho emergía de su interior. Innovación y desarrollo a raudales de la mano de una veintena de ingenieros empeñados en alumbrar al mundo una solución industrial novedosa en materia de movilidad que tuviera forma de vehículo eléctrico. Pero no uno cualquiera sino un modelo, bautizado como Hiriko, diseñado y construido en Álava a partir de una red de proveedores 100% vascos. Ése era el gran sueño hace tres años. Un reto extraordinariamente ambicioso que fue apadrinado por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets -MIT, en sus siglas en inglés- y respaldado económicamente con inusitada generosidad por parte del Gobierno español, que aportó 15 millones de euros, el Gobierno Vasco, que reservó otros 2,7 millones de la caja pública, y el grupo de empresarios locales que encabezaron el proyecto y que lideraba el industrial alavés Jesús Echave. En total, del orden de 18 millones de euros públicos de los que a día de hoy, lamentan en privado varios de aquellos ingenieros, poco o nada se sabe más allá de haber sido capaces de fabricar un prototipo y "vendido" al mundo un proyecto "inviable" desde el punto de vista industrial.

Un fiasco empresarial confirmado si cabe por el incumplimiento constante de las previsiones que sus responsables fueron anunciando desde aquel 24 de enero de 2012, cuando el vehículo fue presentado en Bruselas bajo el abrazo mediático, impagable, por cierto, del presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. Corrían días de vino y rosas entonces para este ambicioso proyecto industrial, que a estas alturas, se supone, debería haber sido capaz de construir al menos 19 prototipos del Hiriko para su posterior homologación en el INTA (Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial). Sin embargo, la realidad es que hoy sólo existe uno, el presentado en Bruselas, y otra media docena a medio hacer. También a estas alturas, recuerdan los más críticos, debería haber comenzado la comercialización de los mismos -el consorcio calculó que a lo largo del pasado año se ensamblarían 700 unidades- y se da prácticamente por descartado el revolucionario sistema de fabricación modular y su posterior venta a través de un concesionario-franquicia al estilo do it yourself ("hágalo usted mismo", en inglés).

Irregularidades y mala gestión

La Fiscalía entra en acción

Promesas esfumadas pero suficientes para abonar las dudas de quienes siempre contemplaron los cimientos de este entramado industrial desde la desconfianza. Probablemente el hecho de que el proyecto naciera con el respaldo del PNV tampoco ayudó nunca a despejar su desarrollo, a pesar de que gracias a esta especial relación Euskadi logró arrancar en su día al expresidente Zapatero numerosas subvenciones a cambio de su apoyo político en el Congreso. A pesar de que el proyecto intentó despejar las dudas sobre esa supuesta politización que pesaba para algunos, la presencia de algunos nombres como Iñigo Antia, en su día secretario de la asociación promotora, Afipayda, o el exviceconsejero de Agricultura José Miguel Macías, hoy al frente de Denokinn -el centro de innovación radicado en Bermeo que captó la ida del Hiriko del MIT-, fue interpretada en clave de recelo.

Ese escenario de aguas inciertas que este periódico ya avanzó en un artículo publicado un año después de la presentación en Bruselas, lamentablemente, parece terminar por confirmarse.

Y lo peor, comienzan a temerse en diversos foros empresariales, está por llegar. "El proyecto nació político y morirá político", afirma en esta línea una fuente estrechamente ligada al coche en sus comienzos, que advierte a su vez con cierta malicia de que "la mecha del cohete hace ya un tiempo que se encendió".

Probablemente lo hizo antes incluso de que gran parte de la plantilla de su sede denunciara el impago de sus nóminas desde el pasado mes de febrero, así como por el coste final de las indemnizaciones por sus despidos. En total, unos 350.000 euros. O probablemente también la mecha ardiera antes de que varios proveedores exigieran el pago de facturas atrasadas o de que incluso el fichaje estrella del brasileño Armando Gaspar, según ha podido saber este diario, reclamara varias veces en privado a este consorcio empresarial el pago de parte del sueldo estipulado cuando se comprometió con este proyecto hace un año.

Pero al parecer no hay dinero para nada ni para nadie. Ni tan siquiera, como relata con pesar un extrabajador, "para comprar unos tornillos en el Leroy Merlin". De modo que ante una falta de liquidez tan alarmante cuando lo que se ha manejado ha sido de tal envergadura -unos 3.000 millones de las antiguas pesetas- parece razonable que surjan las preguntas tanto en la esfera privada y empresarial, como en la pública. Cuestiones que no son muchas, pero sí muy claras, del tipo ¿qué ha pasado con el dinero? o ¿adónde han ido a parar las subvenciones recibidas por parte del Ministerio de Industria como por el Gobierno Vasco?

Como quiera que parte de los extrabajadores, cerca de una quincena de ingenieros, denunciaran "graves irregularidades" en la gestión del proyecto, y que a su vez, en la esfera pública, formaciones como el PP, UPyD o Bildu también hayan exigido en el Parlamento a la consejería de Industria que aclare si estos extremos son ciertos -el PNV y el PSE de momento no se han posicionado-, la Fiscalía de Álava ha decidido tomar cartas en el asunto con el inicio de una investigación oficial para tratar de esclarecer las presuntas irregularidades cometidas, si es que las hubo, y aclarar, como insiste la denuncia a partir de una auditoría sobre las cuentas de la empresa, si los promotores se pusieron sueldos fuera de mercado o desviaron dinero a sociedades interpuestas gestionadas por ellos mismos.

Estado actual

"Flagrante inestabilidad"

Puede que los detalles arriba descritos sean sólo la punta de un iceberg de un caso con parecidas connotaciones al de Epsilon, en estos momentos pendiente de juicio, pero de lo que hay pocas dudas es de que el proyecto se encuentra en vía muerta. Sin noticia alguna de nuevas inversiones -se estimarían necesarios al menos doce millones de euros, según fuentes cercanas al proyecto- ni desde luego ningún mirlo blanco dispuesto a jugarse su dinero y patrimonio para revitalizar el proyecto.

Así que Hiriko aguarda parece que sin solución su defunción empresarial, enfrascado en denuncias ante los tribunales y acusaciones de irregularidades por parte de sus directivos. Triste final para lo que fue un ambicioso proyecto tecnológico, resuelven algunos con cierto revanchismo, "más que anunciado". Un fracaso que vuelve a evidenciar la tormentosa relación que el territorio alavés mantiene en los últimos años con los proyectos vinculados al motor.

Ideas como la de Arakamendi, por ejemplo, una ambiciosa ciudad del motor que se pretendía edificar sobre los terrenos de la base militar de Araka, o casos como el de la escudería Epsilon, comandada por el catalán Joan Villadelprat, que trató de enrolar al circo de la Fórmula 1 en Euskadi. Ninguno de los dos cuajó. Arakamendi es ya historia y Epsilon, que terminó en los tribunales, se encuentra pendiente de juicio, ya que el Ejecutivo anterior de Patxi López solicitó la inhabilitación de Villadelprat como gestor empresarial durante cinco años.

Si el pasado mes de febrero, como ya relató este periódico, el futuro del proyecto formaba parte del limbo de la especulación, unos meses después la realidad es tormentosa. En lo empresarial, en lo político y en lo judicial. Un escenario indeseable que ha terminado por espantar las escasas posibilidades de convencer al segundo de los inversores necesarios para continuar.

El primero, con sede en Plasencia, ya dio el paso meses atrás con la condición de hacerse cargo sólo de la mitad de la inversión necesaria, pero el segundo, con el que el consorcio alavés seguía hasta hace poco en conversaciones, finalmente ha declinado sumarse al proyecto en vista de su "flagrante inestabilidad".