LA puesta en órbita de Alphasat, el mayor y más potente satélite de comunicaciones jamás creado por la industria europea, marca un hito en la ambición de Europa por responder con la tecnología más puntera a la creciente demanda de servicios de telecomunicaciones. "Este tipo de soluciones es algo que el mercado necesita. Permite que la oferta europea cubra ese segmento de mercado", indicó ayer a Efe el director de Proyectos Futuros en Telecomunicaciones y Aplicaciones Integradas de la Agencia Espacial Europea (ESA), Xavier Lobao.

Este coloso del espacio, de dimensiones similares a un autobús de dos pisos, es el de mayor tamaño creado en Europa y supone la asociación más ambiciosa impulsada por la Agencia Espacial Europea (ESA) entre entidades públicas y el sector privado para desarrollar un proyecto espacial. Un cohete Ariane 5 puso el día 25 en su órbita geoestacionaria el Alphasat desde el Puerto Espacial Europeo en Kurú, en la Guayana francesa. "Las telecomunicaciones es la más comercial de las aplicaciones espaciales", explicó el experto europeo.

Lobao consideró que existe "cierto conservadurismo frente al riesgo tecnológico" entre los operadores de satélites teniendo en cuenta la fuerte inversión que supone la producción y el lanzamiento de estos aparatos, y que esa circunstancia se contrapone a la "necesidad imperiosa de introducir innovación tecnológica" en cada satélite que se pone en órbita. La vida de esos dispositivos es de un mínimo de quince años, un tiempo en que las aplicaciones de telecomunicaciones evolucionan enormemente y durante el cual el satélite "tiene que ser capaz de cubrir los servicios que demande el mercado", apuntó.

alianza público-privada En ese contexto, como ha ocurrido en el caso de Alphasat, la ESA impulsa asociaciones público-privadas que permiten generar proyectos donde, "con una financiación pública limitada, somos capaces de realizar una introducción fuerte de innovación tecnológica asociados con el usuario de esa tecnología". Así, en primer lugar, la ESA se alió con las empresas Astrium y Thales Alenia para, con el apoyo de la agencia espacial francesa (CNES), crear la nueva plataforma europea -llamada Alphabus- que servirá de base para los próximos satélites de telecomunicaciones que la industria europea ponga en órbita, de los que Alphasat ha sido el primero.

Esa plataforma cuenta con ocho procesadores de señal digital capaces de gestionar comunicaciones múltiples con gran flexibilidad tanto para el alojamiento de frecuencias como para la potencia. "Luego, a partir de ahí buscamos un socio que tuviese una aplicación comercial para permitir la validación en órbita de esta nueva innovación tecnológica", recordó el experto, y ese socio fue el operador británico de telecomunicaciones móviles Inmarsat. La empresa británica mostró su interés por "introducir esta innovación tecnológica para mejorar las prestaciones de su sistema de comunicaciones móviles de generación actual", dijo Lobao, de forma que Alphasat contribuirá ahora a expandir su red de comunicaciones por Europa, África y Oriente Medio.

El aparato, de 7 metros de alto, 6,6 toneladas de masa al despegue y una envergadura en órbita de 40 metros con los paneles solares extendidos, contiene una carga destinada a las telecomunicaciones móviles de nueva generación en banda L de alta velocidad y cuatro demostradores tecnológicos para la ESA. Facilitará la gestión de más de 750 canales de comunicación, la mejora de la señal para los usuarios de teléfonos móviles, o unos servicios de datos más completos y de mejor calidad para terminales aeronáuticos, marítimos o terrestres.

Con este proyecto -para el que el Laboratorio Europeo de Radiofrecuencia de Alta Potencia que tiene la ESA en la ciudad española de Valencia han verificado algunos componentes-, Europa marca un nuevo hito en la innovación en el terreno de las telecomunicaciones con el objetivo de dar respuesta a una demanda de información que crece exponencialmente a nivel mundial.