la verdad y la voluntad son conceptos que ponen en valor la eficacia de las medidas tomadas para alcanzar un objetivo. Se trata de que la honestidad, la sinceridad y la buena fe estén al servicio de la sociedad para hacer bueno lo que Séneca afirmaba hace dos milenios: "Las cosas no son difíciles. Son difíciles porque no nos atrevemos", porque, pese a la existencia de dificultades insalvables a corto plazo, es necesario superarlas poniendo en juego la mejor voluntad y mayor sinceridad que nos permita reconocer que, a día de hoy y tras un lustro de penurias económicas y dramas humanos, no será posible vencer a la crisis si no ponemos en positivo las dos únicas variables que proyectan una imagen real de la economía occidental, como la creación de empresas y de empleo.
Este prólogo sirve para analizar sin eufemismos ni medias verdades la noticia de esa 'bajada histórica' en los tipos de interés del BCE, protagonizando una bajada histórica en los tipos de interés. Pero también es útil para valorar lo realizado a Rajoy desde que se instaló en La Moncloa. Por último, y no menos importante, establece una línea de racionalidad para entender como una propuesta, como la realizada por Urkullu en sede parlamentaria, para establecer por consenso un 'suelo económico común'.
Conviene insistir en esa triste realidad llamada desempleo porque es la prueba más evidente de cómo se está desangrando la sociedad sin que nadie sepa cómo parar la hemorragia de miles de personas condenadas a la inacción, cuando no a la exclusión social. Según datos del Eustat, se han destruido casi un 10% de los puestos de trabajo que existían en 2007 en el País Vasco y la sociedad registra un empobrecimiento del 12%, medido en términos de PIB per cápita, cuya media se sitúa en 30.829 euros, cuando por la simple evolución del IPC debiera ser superior a los 35.000 euros. Por último, señalar que el cierre de empresas ha afectado al 10% de las registradas en 2008.
La situación en España es mucho más dramática, pero no es un consuelo. Los incontestables datos acreditan que la dura realidad de la recesión no admite paños calientes. Es urgente poner freno. Intentarlo al menos. Hay que atreverse a poner en valor la honestidad y buena fe que aseguran tener los políticos. Es en este contexto donde se encuadra la propuesta del lehendakari Urkullu para alcanzar un pacto de estabilidad a partir de un 'suelo económico común' consensuado entre las fuerzas políticas. Pero la voluntad de algunos partidos de la oposición no está por la labor de conceder a la sociedad vasca la posibilidad de salir de la crisis.
Da la impresión de que algunos políticos, lejos de buscar soluciones a los problemas, sobreviven gracias a que ellos mismos son parte del problema. No es la incompatibilidad de ideas o proyectos, sino actitudes personales, las que impiden alcanzar ese acuerdo, tal y como puede desprenderse de las declaraciones del anterior inquilino de Ajuria Enea que ahora parece sentirse a sus anchas tras volver a ocupar la trinchera del no por el no, como si fuera ese niño mal criado que se quiere llevar el balón (aunque no sea suyo) porque no le ponen de titular en el equipo de fútbol.
Claro que, en múltiples ocasiones, la economía real queda oscurecida por la 'mitología financiera' que da protagonismo relevante a conceptos como 'prima de riesgo', 'austeridad presupuestaria' o 'déficit público'. Vienen a ser como los mitos del siglo XXI, cuya funcionalidad, al igual que los mitos de la antigüedad, es decirnos cómo debe ser nuestra vida al servicio de los 'dioses del mercado'. Esos mitos que en su día definió Platón como 'cuentos de vieja' han pasado a ser dogmas que imponen sacrificios y pobreza. Esta semana tocaba especular con el 'precio del dinero' y la decisión del BCE ha dejado abierta la puerta a muchas opiniones sobre una mayor fluidez de los créditos y un menor coste de los mismos.
Quien así piense se equivoca. Los 'dioses del mercado' buscan la mayor rentabilidad y se alejan de las necesidades sociales al igual que lo hicieron los griegos. No bajarán los intereses hipotecarios, porque el Euríbor está muy bajo (la media de abril es 0,528%) y se sitúa por debajo del precio del dinero marcado por el BCE (0,50%), tal y como quedó fijado el pasado viernes (0,493%). En cuando a los créditos, más de lo mismo. Hace falta una política europea más honesta. Menos retórica y más voluntad en Bruselas para cambiar la estrategia 'autoproteccionista' bancaria por una actitud más solidaria con las empresas que necesitan dinero para nuevos proyectos.
La situación en España ha llegado a tal límite que la propia Comisión Europea, alarmada por las cifras de paro, escenificó el pasado viernes la flexibilización de su obsesión presupuestaria: el déficit. El vicepresidente de la Comisión, Olli Rehn, propuso "hacer todo lo que sea necesario para superar la crisis del desempleo. Cada institución europea tendrá que trabajar dentro de su mandato; cada Estado miembro deberá hacerlo con sus propios retos y juntos, como Unión Europea, respecto a los retos comunes". Ese 'hacer todo lo necesario' junto a 'cada institución tendrá que trabajar' suenan como una clara crítica a la labor de Draghi en el BCE, que sigue sin dar salida a las medidas que podrían desatascar los créditos a las Pymes.
Pero Rajoy sigue atrapado en la 'mitología financiera', pese a que todo el mundo dice que se equivoca y que la austeridad presupuestaria y los recortes sociales sólo conducen a más paro y más pobreza. Tiene tienen el dudoso honor de no haber tomado medida alguna que permitiera vislumbrar un incentivo económico o un estímulo para la creación de empleo porque es una política incompatible con la obsesión de acatar los dictados de Merkel a través de la famosa Troika.
Unos y otros, López, Rajoy y Draghi, deberían tomar nota de Albert Einstein cuando dijo: "Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad".