BRUSELAS. El agravamiento de la recesión económica, tasas de paro que no dejan de crecer y una inflación contenida sirvieron ayer de argumentos al Banco Central Europeo (BCE) para dar un paso al frente y rebajar un cuarto de punto el precio del dinero hasta dejarlo en el que es el nivel más bajo de la historia del euro, el 0,5%. Una medida con la que esperan reactivar y estimular una economía de la eurozona que no empezará a salir del agujero, según vaticina la entidad, hasta la segunda mitad del año. No hay, sin embargo, ninguna medida especial para facilitar que fluya el crédito hacia las pequeñas y medianas empresas.
Es más, aunque el presidente de la entidad, Mario Draghi, admitió ayer una cierta "frustración" por los fallos en la transmisión de la política monetaria insistió en que el BCE no tiene ningún "helicóptero" desde el que inyectar dinero a la economía de la eurozona porque es un papel que en Europa les corresponde a los bancos. "No es como en Estados Unidos, hay que ir a través del sistema bancario", zanjó. Unos bancos que, a su juicio, no tienen ninguna excusa para no prestar dinero porque tienen garantizada la financiación. "Sinceramente, no se puede utilizar el temor a la falta de financiación como excusa para no prestar. Estas medidas benefician a todos los bancos", aseguró en la rueda de prensa posterior al consejo de gobierno celebrado en Bratislava.
Y es que si hay alguien a quien favorece el guiño de ayer del BCE esos son los bancos, que podrán acceder a toda la liquidez que necesiten en las subastas semanales de la entidad, a quienes se garantiza una política monetaria expansiva mientras existan riesgos y que se verán apoyados con nuevas medidas si fuera necesario. Si lo anunciado ayer será suficiente para eliminar las restricciones que imperan en el acceso al crédito y animar la economía, especialmente en los países del sur, es todavía una incógnita aunque hay quienes insisten, como el presidente de Kutxabank, Mario Fernández, que más allá de la liquidez es un problema de riesgos.
En todo caso, son cada vez más la voces que demandan al BCE medidas focalizadas en las pymes. Ayer, sin ir más lejos, lo hizo el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, en Estoril. En un discurso pronunciado en la citada localidad portuguesa instó al BCE a actuar de forma más decidida porque considera "inaceptable" que las empresas de los países del sur tengan que pagar más que las del norte por financiarse. "Está claro que hay que hacer algo. Las restrictivas condiciones de crédito suponen un lastre para la recuperación y afectan con mayor fuerza a las pymes. Es más caro para una empresa portuguesa o italiana pedir un préstamo que para una empresa similar en Austria o Bélgica", advirtió.
Aunque las expectativas eran muchas en este terreno el único anuncio que hizo ayer Draghi desde Bratislava fue la creación de un grupo de trabajo que, junto con el Banco Europeo de Inversiones y la Comisión Europea, estudiará posibles alternativas. No dio demasiadas pistas porque la reflexión, dijo, se encuentra en un estadio "preliminar", aunque sí avanzó el inicio de conversaciones sobre garantías de titulizaciones de créditos a pymes. Además, también dejó entrever que estudian la posibilidad de rebajar a negativo el tipo de interés con el que remuneran el dinero depositado en la institución (del 0%) lo que significa que o bien tendrían que pagar por el dinero depositado o bien tendrían que liberar liquidez.
En cuanto al debate entre austeridad y crecimiento, la opinión de Draghi no ha cambiado. Insiste en que los gobiernos no deben desandar el camino ya recorrido para sanear las cuentas públicas y deben seguir apostando por la consolidación fiscal, a través de reformas estructurales, como vía para impulsar el crecimiento y el empleo. Sí tiene claro, no obstante, que muchos gobiernos han optado "por el camino fácil" subiendo impuestos en vez de atacar el problema de los elevados déficits públicos recortando el gasto. "Desgraciadamente muchas de las medidas de consolidación fiscal se tomaron bajo emergencia y bajo emergencia muchos gobiernos optan por el camino más sencillo que es elevar impuestos. Hablamos de subir impuestos en una zona del mundo donde ya son muy elevamos así que esto tiene una efecto de contracción", advirtió, al tiempo que subrayaba que el BCE no está para reemplazar los esfuerzos de los gobiernos.
A la espera de las últimas previsiones económicas de primavera que hará públicas hoy el comisario de asuntos económicos, Olli Rehn, que ayer también estuvo presente en la reunión del BCE, la entidad augura que la recuperación llegará de forma gradual en la segunda mitad del año tras una contracción de la economía de seis décimas en el último trimestre de 2012 y un sentimiento económico de debilidad que se ha extendido durante la primavera. "El recorte de tipos de interés contribuirá a mejorar las perspectivas de una recuperación en la segunda parte del año", apuntó.