es obligado volver a recurrir a las reflexiones del que fuera vicepresidente de Iberdrola y presidente de Gamesa, José Antonio Garrido, quien hace unas semanas afirmaba que "de la confusión sale el dogmatismo" para tratar de comprender lo acontecido esta semana, cuando Thomas Herdon (estudiante en la Universidad de Massachusetts) ha propinado una bofetada a las teorías de dos prestigiosos economistas de Harvard, Kenneth Rogoff y Carmen Reinhart, cuya influencia ha sido determinante en la dramática carrera por la austeridad presupuestaria de los países endeudados.
Tan simple como un fallo de codificación en la hoja de cálculo Excel echa por tierra las conclusiones del artículo firmado por ambos economistas Growth in a time of debt (Crecimiento en una época de endeudamiento) que identificaba "un umbral crítico, un punto de inflexión, para la deuda pública" y sentenciaba que "una vez que la deuda supera el 90% del producto interior bruto el crecimiento económico cae en picado". El artículo, publicado justo después de que Grecia entrase en crisis, apelaba directamente a la austeridad presupuestaria y según Paul Krugman, "seguramente se convirtió en el análisis más influyente de los últimos años" y se tradujo en un brutal recorte de las prestaciones sociales públicas.
No vamos a entrar en detalles sobre las teorías de quien dejó una prometedora carrera como ajedrecista por la economía (Rogoff) y de quien cambió su pasión por la moda por la universidad (Reinhart). Baste decir que ambos gozaban de gran credibilidad en el complejo mundo de la economía y las finanzas, gracias a su afamado libro sobre la historia de las crisis financieras: Esta vez es distinto. Ocho años de necedad financiera que convirtió sus teorías en dogmas, en verdades incuestionables, merced, entre otras cosas, a la confusión creada por la carencia de ideas para salir de una crisis originada en el sistema financiero y por la estrategia de proteger el modelo neoliberal en detrimento del estado de bienestar.
Sí, de la confusión sale el dogmatismo y nos conduce a situaciones como la denunciada el pasado sábado por Mario Fernández al afirmar que "la unión monetaria de la UE ha fracasado" porque las políticas de ajuste presupuestario y recortes sociales han sido "error morrocotudo". Claro que, convendría matizar que el fracaso no reside tanto en el enunciado de la propia unión monetaria como en las actitudes de los responsables de llevarla a buen término, hasta el punto de que, como el propio presidente de Kutxabank señala, "son los gobiernos los que deciden, no los órganos de la comunidad. Y unos gobiernos tienen más poder que otros", en clara referencia a las exigencias que marca Alemania en relación al déficit público y los niveles de endeudamiento de otros países.
El resultado es que "una relación de comunidades es ahora una relación intergubernamental" y la política económica que impone la UE sigue las tesis de Angela Merkel, preocupada por el sector financiero alemán, por el futuro de su industria y por las elecciones que se celebrarán el próximo otoño en el que está en juego su continuidad como canciller. Ahora bien, si los cálculos de Rogoff y Reinhart sobre la deuda pública y el crecimiento económico han quedado desacreditados, como ellos mismos admiten, cabe preguntarse, como hace Krugman, si "¿fue un error de codificación de Excel lo que destruyó las economías del mundo occidental?".
Y, lo que es más importante, surgen de nuevo las dudas sobre lo adecuado o no de las previsiones realizadas y sobre las medidas implementadas desde que estallara la crisis financiera hace más de un lustro que han tenido como referencia, entre otras opiniones, las conclusiones de Rogoff y Reinhart: ¿qué credibilidad nos merecen los pronósticos del FMI o el BCE que defendían una austeridad a ultranza? ¿Han sido correctas las medidas exigidas por la troika para Grecia, Irlanda y Portugal? Conocido y admitido el error de codificación?, ¿cabe la posibilidad de que ahora cambie la política económica de la UE, poniendo mayor énfasis en el crecimiento económico y la creación de empleo?
Llegados a este punto, me permito recoger íntegramente un párrafo del último artículo de Paul Krugman, fechado ayer domingo: "Lo que pone de manifiesto el asunto de Reinhart y Rogoff es la medida en que se nos ha vendido la austeridad con pretextos falsos. Durante tres años, el giro hacia la austeridad se nos ha presentado no como una opción sino como una necesidad. Las investigaciones económicas, insisten los defensores de la austeridad, han demostrado que suceden cosas terribles una vez que la deuda supera el 90% del PIB. Pero las investigaciones económicas no han demostrado tal cosa; un par de economistas hicieron esa afirmación, mientras que muchos otros no estuvieron de acuerdo. Los responsables políticos abandonaron a los parados y tomaron el camino de la austeridad porque quisieron, no porque tuviesen que hacerlo".
Así es, el estudiante Thomas Herdon ha demostrado que los sacrificios impuestos a la sociedad de los países endeudados desde el dogmatismo neoliberal no estaban justificados. Más aún, como indica Mario Fernández, "no existe ningún caso de ningún gran país que haya salido de la recesión sólo con medidas de ajuste", lo cual no significa que haya que dejar sin solucionar los problemas derivados de la crisis que vive el sector financiero porque "mientras no se invente otro modelo económico, actualmente la banca es un elemento imprescindible para la actividad económica.
Si todo esto es así, resulta evidente que no debemos seguir sufriendo las medidas basadas en un error de cálculo. La música ha cambiado y, en consecuencia, deben relajarse las exigencias en materia de austeridad presupuestaria que condiciona el déficit y el endeudamiento públicos.