Madrid. La crisis está pasando factura a casi todos los sectores de la economía del Estado español pero la combinación de una menor actividad, renta disponible más pequeña y elevados precios del combustible ha hecho caer de manera notable el consumo de carburantes, gasolinas y gasóleos, de forma que tras un recorte de más del 6% el pasado 2012 el inicio del presente año no se ha presentado mejor pues el recorte casi llega al 10% para preocupación de las compañías petroleras y de Hacienda.
Parece que cada día que pasa aumenta el número de coches (y camiones) que se quedan en el garaje, máxime si las administraciones siguen con la tesis de utilizar el automóvil como sucedáneo de vaca lechera fiscal como se demuestra con las contínuas subidas de las OTA de turno y de las sanciones de tráfico. El problema es que la vaca ya no da más de sí y la utilización del automóvil sigue cayendo y los planes PIVE tampoco consiguen reactivar las ventas.
La suma de más desempleo, más impuestos, inflación relativamente alta (o por lo menos superior a la revalorización de los salarios) y un petróleo caro ha sido una losa para los conductores de España, que han reducido de forma drástica su consumo de carburante. En el pasado 2012, el consumo de productos derivados del petróleo registró una caída anual del 6,1%, según los datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores).
El total de productos petrolíferos consumido el pasado año se situó el nivel más bajo desde hace una década, y muestra el notable impacto que la crisis económica está teniendo en el consumo de carburantes. Además, si el análisis de la evolución del consumo se limita a la gasolina sin plomo 95 su cota de ventas ha retrocedido a los ya lejanos niveles de 1999.
Crudo y divisas Pero la crisis no justifica por sí sola el gran recorte del consumo de gasolinas y gasóleos. Un desencadenante añadido ha sido el encarecimiento de los carburantes, que han registrado fuertes subidas de precio en los últimos meses y que empezaron a acercarse a los máximos históricos, -al menos hasta esta pasada semana pues el petróleo ha bajado por debajo de los 100 dólares-barril, en el caso del brent procedente del Mar del Norte que es el de referencia en Europa-.
Las empresas petroleras que operan en España culpan de buena parte del alza de precios en el pasado año a la devaluación del euro respecto al dólar, moneda en la que se paga el petróleo en los mercados internacionales, que superó el 8%.
Los últimos datos muestran que el litro de gasolina de 95 octanos se quedó esta semana en 1,40 euros-litro (lejos del máximo históricoalcanzado en septiembre de 2012 cuando llegó a 1,52 euros-litro), mientras que el de gasóleo se movía cerca de los 1,33 euros-litro (el tope histórico fue de 1,44 euros en idéntica fecha).
El precio del barril de petróleo, muy volátil en los últimos años, tras mantenerse unos meses en el entorno de los 120 dólares por barril ha bajado a cotas de 100 dólares ante las perspectivas de una menor demanda por la ralentización del crecimiento económico mundial. Pero pese a la recesión en la zona euro y la debilidad en otras zonas del mundo, la demanda de crudo no cae los suficiente para arrastrar los precios a la baja gracias al tirón de los países emergentes.
La mayor preocupación de los conductores es que el Gobierno, agobiado por la caída de ingresos fiscales derivados de la menor actividad económica, quiera aumentar los impuestos que gravan a los combustibles. Naturalmente, de hacerlo, lo hará con excusas medioambientales varias, pues no hay que olvidar que numerosas comunidades autónomas del Estado español han optado por incrementar los impuestos que gravan el consumo de gasolinas y gasóleos como la vía más rápida para intentar sanear las arcas públicas.
La mayor tasa impositiva fiscal, a juicio de las petroleras, se esconde detrás del fuerte encarecimiento de la gasolina y del gasóleo. Los impuestos han llegado a suponer el 49% del precio de un litro de gasolina de 95 octanos, mientras que el porcentaje baja al 44% en el caso del gasóleo.
En cualquier caso, casi la mitad de lo que paga un conductor o un transportista en una gasolinera cuando llena el depósito son impuestos. Pese a que parezcan muy elevados, esos niveles fiscales están aún por debajo de la media de la Unión Europea (56% y 49%, respectivamente), lo que es aprovechado por las autoridades comunitarias para presionar al Ejecutivo español para que suba la fiscalidad de los derivados del petróleo. Esta diferencia fiscal hace que los combustibles tengan un precio apreciablemente más bajo en el Estado español que en el francés para mayor felicidad de las estaciones de servicio de Gipuzkoa y Navarra cercanas a la muga que ven como numerosos automovilistas ciudadanos franceses repostan en sus instalaciones.
En todo caso, el Ministerio de Industria español achaca la fuerte subida de precios de los carburantes a los excesivos márgenes de las compañías petroleras, algo que estas niegan en redondo, y el ministro Soria lse pasó meses anunciando una reforma de la Ley de Hidrocarburos para estimular la competencia favoreciendo la instalación de más estaciones de servicio e intentando que no pertenezcan a las grandes cadenas que virtualmente monopolizan la distribución de gasolinas en el Estado: Repsol, Cepsa, y BP.
La caída del consumo de gasolinas y gasóleos es también reflejo de la menor actividad en los camiones. El mercado español de transporte de mercancías por carretera retrocedió un 2,8% en 2012 debido al debilitamiento de la producción industrial, al fuerte deterioro de la actividad constructora y a las subidas en el precio de los combustibles.
El transporte por carretera está sumido en una profunda crisis, con una caída, según fuentes del sector, del 32,5% desde los máximos pre-crisis allá por el año 2007 y de más del 7% en los últimos meses del pasado ejercicio.
Cae la compra de camiones Futo del descenso de actividad en el transporte de mercancías por carretera, y de las bajas tarifas que han reducido sobremanera los márgenes de los operadores, es la caída de las compras de camiones. Las matriculaciones de camiones pasan por su peor crisis en los últimos seis años, después de que en el primer trimestre de este año se hayan matriculado 2.669 unidades, un 19,1% menos que en el mismo mes de 2012.
En el caso de los automóviles de turismo, el año 2012 en España, el retroceso fue del 13,4%, lo que situó el nivel de ventas de coches por debajo de las 700.000 matriculaciones anuales, la peor cifra desde 1986, según Anfac, y la situación no mejora en este inicio de año pese a la implantación del plan de ayudas PIVE 2 para renovar el parque.
En el mercado automovilístico europeo, el derrumbe de la demanda de turismos por la crisis se tradujo en 2012 en una caída de las ventas del 8,2%, la mayor desde 1993. En total, se matricularon en la UE poco más de 12 millones de coches, el nivel más bajo de los últimos 17 años, según los datos publicados este miércoles por la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles. El uso del transporte público es un indicador que también refleja la actividad económica de un país: en 2012 la situación se deterioró más, ya que el transporte urbano colectivo bajó más del 8% y el interurbano en torno a un 6%.
Con estas perspectivas no parece que el consumo de carburantes, gasolinas y gasóleos, deje de caer en el Estado español con lo que ello supone para las arcas de hacienda.