vitoria. Nadie se atreve a predecir qué ocurrirá exactamente a partir del 7 de julio, cuando desaparecerán los convenios que no hayan sido renovados. Los sindicatos advierten de que se producirá un "vacío regulatorio" y que regirá "la ley de la selva", y la patronal coincide en que puede sobrevenir un "abismo laboral". Ese día se abrirá una nueva era de la negociación colectiva en Euskadi. Una etapa en la que, salvo pacto en contrario, y ese pacto se antoja muy lejano, las condiciones de trabajo perderán la referencia histórica del convenio sectorial, que a día de hoy aún ampara a la inmensa mayoría de asalariados vascos.
Los sindicatos quieren evitar ese escenario ya que los convenios sectoriales provinciales extienden un manto protector a los trabajadores de pequeñas empresas en las que no tienen representación. También las patronales territoriales Cebek, Adegi y SEA quieren conservar los 125 convenios de sector firmados en Euskadi para que las pymes no tengan que negociar con sus empleados y puedan acogerse a la referencia del ramo. Los agentes sociales están de acuerdo en que los pactos de sector, que amparan a cerca de 400.000 trabajadores, son más que necesarios, pero cada parte quiere plasmar en ellos sus intereses.
En realidad esto no es nuevo, como reconoce Fran Azpiazu, secretario general de Cebek. "Tenemos una percepción diferente de lo que es un convenio. Los sindicatos entienden la negociación colectiva como un instrumento para obtener derechos. No decimos que eso no sea así, pero también debe servir para que la empresa tenga elementos de mejora en la gestión a través de la flexibilidad organizativa. Cuanta más flexibilidad tenga un empresario menos tendrá que despedir", dice el número dos de la patronal vizcaina.
La última reforma laboral, y cómo adecuar sus contenidos a cada convenio firmado en Euskadi, ha terminado de hacer imposible la renovación de los mismos. La reforma pone sobre el tablero unas reglas de juego que los empresarios aceptan, pero los sindicatos no. "Los sindicatos plantean que solo se renovarán convenios si no se aplica la reforma. ¿Qué hubiera ocurrido si hace dos años Cebek se hubiese negado a firmar convenios porque la legislación no nos gustaba? Somos firmes defensores de los convenios de sector, pero no vamos a cometer la irresponsabilidad de renunciar a la legislación vigente. La pelota está en el tejado de los sindicatos. Si insisten en no aplicar la ley seguiremos avanzando hacia el abismo", añade Azpiazu.
Hay dos puntos de la reforma en los que las discrepancias son enormes. Uno es el límite de un año de la ultraactividad. El término hace referencia al mantenimiento de las condiciones pactadas en el convenio cuando acaba el plazo para el que fue firmado. En estos momentos, debido a que la gran mayoría de convenios ya han consumido el periodo para el que fueron suscritos, su efecto sigue vigente gracias a este concepto. Por ejemplo, el pacto del metal vizcaino terminó ciclo el 31 de diciembre de 2011, y sus condiciones permanecen aún vigentes gracias a la ultraactividad. Pero el convenio del metal, como todos aquellos cuyo plazo se consumió antes del 7 de julio de 2012, decaerá ese mismo día de 2013, precisamente al cumplirse un año desde que el Gobierno de Rajoy publicó en el BOE la reforma laboral.
El segundo punto caliente es el arbitraje obligatorio. Cuando una empresa quiera dejar de aplicar un convenio en vigor -el llamado descuelgue- y no tenga la conformidad sindical entra en juego un árbitro que decide quién tiene razón. Este sistema es aceptado por las patronales pero no por las centrales sindicales. "La patronal está encantada con esta reforma. Siempre ha reivindicado el fin de la ultraactividad y el arbitraje obligatorio y Rajoy le ha dado todo", se queja Joseba Villarreal, de ELA. "La patronal quiere que llegue el 7 de julio para estar en mejor posición para renovar convenios. No acepta poner límites a la reforma laboral a pesar de que la propia reforma permite hacerlo en cada convenio", continúa el sindicalista.
Lo que pasará con estos 400.000 asalariados vascos en julio dependerá, según Villarreal, "de lo que decida cada empresario". "La ley les otorga la posibilidad de aplicar el convenio estatal y si no existe pueden aplicar el Estatuto del Trabajador" -que fija el salario mínimo-. ELA cree que aceptar el arbitraje obligatorio equivale a "borrar a los sindicatos del mapa". "No tiene sentido que CC.OO. y UGT acepten firmar convenios sin limitar el descuelgue. Aceptan firmar cualquier cosa y se borran del mapa ellos mismos", critica.
La estrategia del sindicato mayoritario vasco es muy distinta a la del resto de centrales, un elemento que complica más si cabe la renovación de convenios. CC.OO. cree que "al inmovilismo de la patronal se suma que ELA no apuesta por el ámbito sectorial porque quiere negociar empresa a empresa", dice Mari Cruz Vicente, número dos de Comisiones de Euskadi, que asegura que "la reforma laboral ha venido muy bien a ELA para reafirmarse en su estrategia". Vicente advierte de que más de 300.000 trabajadores de la CAV quedarían el 8 de julio con la única referencia del Estatuto del Trabajador, dado que el marco estatal aún presenta lagunas. "Si no damos salida a los convenios sectoriales se abre paso a una jungla que perjudica a todos. A trabajadores, a empresas y a nuestra economía porque habrá más conflictividad".
CC.OO., al igual que Cebek y que otros sindicatos, apuesta por negociar un acuerdo marco en Euskadi que sirva de motor para la renovación de todos los convenios, aunque Vicente asume que no será fácil que las conversaciones acaben con éxito. En cambio, ELA argumenta que "la reforma permite que cada empresa pueda empeorar las condiciones pactadas en un convenio de sector, y ningún acuerdo interprofesional puede cambiar eso". "ELA va a garantizar que lo que se firme sea de obligado cumplimiento", reitera Villarreal.