Los recursos del planeta están reduciéndose a gran velocidad, y las previsiones indican que esta tendencia seguirá. Según las Naciones Unidas, la población mundial crecerá prácticamente en un 30%, llegando a 9.000 millones de personas en 2050. Si a esta previsión, se le añade un mercado globalizado y procesos de industrialización masivos en países emergentes, el panorama de los recursos empeora. De hecho, si siguiéramos usando los recursos al ritmo actual, para el 2050 necesitaríamos el equivalente de más de dos planetas. El agua, suelo, energía, materias primas, aire limpio y los servicios que prestan los ecosistemas son imprescindibles para nuestra seguridad y calidad de vida, y además son limitados.
El aumento de la competencia por algunos recursos está provocando escasez y carestía. Según estimaciones del Consejo Empresarial Mundial de Desarrollo Sostenible (WBCSD), la eficiencia de los recursos debería ser entre 4 y 10 veces mayor; por lo tanto, para el 2020 debería mejorarse significativamente. Además, la eficiencia de los recursos es una palanca importante para garantizar una recuperación sostenible de la crisis económica y de la creación de empleo.
Por todo ello, la eficiencia de los recursos es uno de los retos más importantes que tiene la Unión Europea (UE), siendo uno de los pilares fundamentales de la Estrategia Europa 2020 que persigue una economía europea eficiente en recursos y de bajo consumo.
Este desarrollo permite crear más con menos, generando mayor valor con una menor aportación de recursos, utilizando éstos de forma sostenible y reduciendo al mínimo su impacto sobre el medio ambiente. Según la Hoja de Ruta hacia una Europa Eficiente en los Recursos" de septiembre de 2011, la estrategia de búsqueda de eficiencia implica una gran transformación que deberá contar con un marco estratégico que establezca las condiciones para recompensar la innovación y la eficiencia de los recursos y genere oportunidades económicas y una mayor seguridad de abastecimiento gracias al nuevo diseño de los productos, a la gestión sostenible de los recursos medioambientales, al incremento de la reutilización, el reciclado y la substitución de materiales, y al ahorro de recursos.
La propia Hoja de Ruta establece, que para tener unos buenos resultados será necesario: primero, reforzar el diálogo entre los agentes principales (autoridades, empresas, universidades y centros tecnológicos, y ciudadanía); segundo, invertir en la transformación, ya que la eficiencia reduce costes pero también requiere de inversiones iniciales; y, por último, desarrollar indicadores y objetivos potenciales.
Precisamente, en febrero se ha publicado el informe sobre "Indicadores de Eficiencia de Recursos" que avanza respecto a lo anterior, aunque se deba seguir trabajando.
A nivel empresarial, ciertos sectores y diversas empresas dinámicas han reconocido los beneficios de un uso más eficiente de los recursos, pero muchas empresas y consumidores aún no son conscientes de la dimensión y velocidad de los cambios que van a tener que abordar. Si bien, muchas empresas han tomado ya medidas para mejorar su eficiencia en los recursos, el margen de mejora sigue siendo muy amplio. El intercambio de información entre los socios de las cadenas de valor y entre distintos sectores, incluidas las pymes, sobre vías hacia la eficiencia de los recursos puede evitar el derroche de éstos, impulsar la innovación y crear nuevos mercados.
Los beneficios para las empresas que usan eficientemente los recursos son medibles tanto en la reducción de costes como en la mejora de la productividad. En suma, hacer más por menos no sólo es rentable, sino que, cada vez más, es una condición indispensable para que nuestras empresas sean competitivas, y ahí van a encontrar todo el apoyo de la ecoindustria vasca.