moscú. El ministro de Finanzas de Chipre, Mijalis Sarris, abandonó ayer Rusia con las manos vacías: Moscú ha dado un paso al costado y deja el rescate financiero de la isla en manos europeas. "Rusia se sumará al arreglo de los problemas financieros de Chipre sólo después de que se alcance un acuerdo entre las autoridades chipriotas y la Unión Europea", declaró el primer ministro ruso, Dmitri Médvedev, junto al presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barros. Eso sí, Médvedev precisó que Rusia "no ha cerrado la puerta" al diálogo con Chipre.
Sarris llegó el martes a Rusia con el objetivo de flexibilizar las condiciones del préstamo de 2.500 millones de euros concedido por Moscú en 2011 y proponer a los rusos la entrada en sus sectores bancario y energético a cambio de su ayuda. "Las negociaciones han concluido. Sus propuestas eran crear una compañía estatal para transferir activos gasísticos con participación de inversores rusos (...). Nuestro inversores no se han interesado", declaraba el titular de Finanzas ruso, Antón Siluánov.
El ministro ruso dijo que, en las conversaciones con Sarris, no se habló de la concesión de un nuevo crédito ruso a Chipre, "porque la parte europea ha establecido un techo de deuda" para ese país. La UE considera que Chipre no puede recibir más préstamos -aparte de los 10.000 millones del rescate europeo-, ya que su deuda pública se dispararía por encima del 190% del PIB, un nivel insostenible que la convertiría en impagable.