como todo final de año, parece inevitable enfrentarnos a nuestro propio balance personal del año que está por terminar y, sobre todo, proponernos una serie de metas y deseos para el año por venir.

En esta ocasión, quisiera compartir el balance-compromiso colectivo de la mano de una noticia positiva que hemos conocido esta misma semana: el visitante un millón del 2012 al Museo Guggenheim Bilbao, precisamente cuando se cumplen quince años de la inauguración del museo. Ya que no existe nadie ,de buena fe y medianamente informado, que hoy no valore de forma positiva y califique de éxito el proyecto Guggenheim Bilbao, afronto mi reflexión desde esta realidad.

Guggenheim Bilbao nació en tiempos de crisis, desempleo galopante, pesimismo colectivo, con una profunda sensación de pérdida de protagonismo en la Europa y mundo desarrollado de "primera división" que se encontraba en construcción, en un ambiente de desconfianza, escasa credibilidad y aparente falta de soluciones de futuro cuando parecía que nuestras fortalezas previas habían desaparecido y no eran las adecuadas para construir un camino posible. Sin embargo, hoy, casi 20 años después de su concepción, nos ofrece relevantes claves que dan lugar a la esperanza. Ese millón de ilusiones (casi 15 millones a lo largo de estos quince años) son un buen testimonio de la capacidad para construir un futuro propio, de éxito, en el complejo escenario mundial. Siendo cierto que no hay ni dos situaciones ni períodos iguales, cabe aprender de la historia y transformarla en vector de esperanza y éxito. ¿Qué hay detrás de esta historia de éxito y que hoy puede ayudarnos a construir otras muchas que hagan de Euskadi el espacio confortable que deseamos en nuestros propósitos para el 2013? Veamos:

1. Una estrategia de futuro. El futuro no llega, sin más, ha de ser provocado. Construido día a día, asumiendo riesgos, tomando decisiones, optando por algo especial y trabajando para lograrlo. Esfuerzos, por supuesto, pero en una dirección, conocida, mejor que la de partida.

2. Elegir, optar, invertir, desde las fortalezas reales del País. Contemplar en la distancia un museo, un proceso de transformación de una ciudad, de un país, de determinadas industrias y sectores complementarios, la internacionalización de las personas, empresas, ciudad, país y economía?parecen evidentes. No lo eran hace años. Ni el mundo de la cultura ni la valoración de un museo como elemento dinamizador del desarrollo regional, ni la inversión pública en las llamadas "industrias creativas" en una región en crisis, industrial, alejada de los circuitos artísticos mundiales, parecían una apuesta razonable para una sociedad en la que predominaba la manufactura y el monocultivo del acero. Nuestro país, hoy como ayer, necesita del coraje y liderazgo de sus instituciones para afrontar un futuro diferente que solamente habrá de construir a largo plazo. Los recursos públicos, la inversión y su financiación han de primar, desde la imaginación, sobre recetas estáticas y seguidistas.

3. Clusterizar la economía. Un enfoque sistémico, completo. Tal como lo hiciera Guggenheim, más allá del arte y de la concepción reduccionista de un museo, movilizó la totalidad de actividades asociadas y relacionadas que posibilitaban, Sí disponer de un gran museo, de una nueva orientación educativa a través del arte, de una nueva concepción de la arquitectura, del diseño, la construcción, su ingeniería, turismo, gestión de la cultura y la innovación en todos aquellos aspecto que hacen del museo, la ciudad y su gente, la base y explicación real del éxito logrado. Nuestros nuevos "espacios de futuro" exigen sueños ambiciosos que trasciendan sectores y frontera limitantes. Proyectos integrales e integradores, desde una visión enriquecedora de planteamientos parciales.

4. Glokalizar. Como lo contemplara Guggenheim, su concepción fue y es "glokal", abierta al mundo en y desde Euskadi en beneficio de nuestro país. La pertenencia a una red de primera magnitud, el desarrollo propio en la misma, la búsqueda de diferencias enriquecedoras y sinergias reales, la contribución de valor en ambas direcciones, el aprendizaje permanente, la capacidad de atraer y retener el talento y recursos de los que no disponemos y necesitamos para construir un futuro diferente, obligan a un pensamiento y acción mundializados a la vez que con las suficientes raíces que hagan del "efecto local" la fuerza de su éxito. Ni todas las iniciativas Guggenheim en el mundo han tenido el éxito de Bilbao, ni nuestro éxito lo sería sin la compañía adecuada de una estrella global.

5. Industria creativa y sofisticada. Más allá del simple reclamo "fashion" del arte y la moda. La llamada economía del conocimiento y las industrias creativas, reclamo de las economías modernas, no pueden caer en la interpretación simplista de l abandono de otras industrias "tradicionales". La manufactura sofisticada, las infraestructuras, logística, energía, transporte, por citar unas pocas y evidentes son tan creativas o más que el mundo "fashion". Todas son relevantes, todas se entremezclan y retroalimentan y todas son la fuente de la innovación necesaria para avanzar. Euskadi supo y sabe entenderlo y ha de construir su futuro desde esta óptica innovadora.

6. En una nueva paradoja de la internacionalización? La internacionalización de nuestras empresas, de nuestra economía, de nuestra gente no solo es positiva y deseable sino imprescindible. Si bien ha de entenderse en el marco de sus complejas paradojas. Crecer, crear empleo, innovar con otros, aliarse con el talento de éxito, dar y recibir (eman da zabalzazu) resultan imprescindibles pero sin olvidar las necesidades, frutos y oportunidades reales desde las fortalezas locales. Entender la competitividad real a largo plazo más allá de la simpleza de costes temporales, glamour exterior, y otras cuestiones que se dan por válidas sin contraste alguno.

7. Desde la coopetencia Público-privada. El modelo Guggenheim es hoy un "clásico" en el mundo de la economía, del desarrollo, del bienestar. Si bien empresa, sociedad y gobiernos tienen sus roles propios, una nueva demanda de compromiso en la creación compartida de valor exige fórmulas novedosas que posibiliten la optimización de recursos al servicio del bienestar de las personas, de la generación de riqueza y de la construcción de una nueva Sociedad. Hoy, el éxito empresarial, su internacionalización, los beneficios esperados han de ser compartidos desde su origen. Los países "emergentes" atraen inversión, tecnología, conocimiento a la vez que esperan de quien sea su proveedor, apueste por el país destino. Los gobiernos se implican en los proyectos de interés social (hoy y mañana) y la interacción e interdependencia público-privada no es una mera operación de compra-venta, subvención o regulación administrativa.

8. Excelencia en la Gestión. Nada de todo lo anterior ofrecería resultados de éxito sin una excelencia en la gestión. Guggenheim Bilbao lo ha demostrado. Sus personas, sus modelos y sistemas, su actitud, du espíritu de liderazgo, su rol tractor y dinamizador, su impacto en terceros (empezando por Bilbao y Euskadi, siguiendo por la Fundación Solomon R. Guggenheim?) así lo acreditan.

En definitiva, lo aprendido con Guggenheim Bilbao nos permite congratularnos de una sociedad vasca y un país que ha sabido transitar por estos aspectos clave que conducen al éxito. Nuestras fortalezas han de ser la base necesaria sobre la que construir un futuro de éxito y esperanza. Sin duda, despedimos este 2012, desde una profunda crisis, pero observamos ese millón de ilusiones que avalan un prometedor compromiso para un esperanzador 2013, convencidos de nuestra capacidad de provocar nuestro propio futuro. Lo hemos hecho y lo seguiremos haciendo.

Urte berri on.