Vitoria. Un minuto al día puede resultar significativo o intrascendente. Depende, seguro, del prisma con el que se enfoque. Para Innobasque, el modelo abierto de participación constituido en 2008, no existe la menor duda de que pensar, innovar, contribuye de manera "clave" a afrontar las dificultades con mayores garantías de éxito. Para poner en valor dicha filosofía, su presidente, Guillermo Ulacia, y el fundador del laboratorio BTI, Eduardo Anitua, presentaron ayer en Vitoria el resultado de un año de innovación colaborativa en Euskadi bajo el sugerente gancho de Un minuto para la innovación. Un total de 79 organizaciones -entre ellas varias alavesas como el colegio Urkide o la asociación de comerciantes Gasteiz On- participaron en este programa dando lugar a 170 retos que provocaron a su vez 8.523 ideas. Muchas de ellas, aseguró ayer Ulacia, han dado lugar a mejoras en la innovación de productos, servicios, procesos e incluso la creación de alguna empresa. "La innovación no está sólo en los departamentos de I+D, sino en cualquier lugar de la organización o fuera de ella; todas las personas podemos innovar si se crean las circunstancias apropiadas para ello, generando entornos colaborativos de confianza", insistió el presidente.
A pesar de la incredulidad que pueden generar este tipo de movimientos, el fenómeno de la participación no es baladí. El fabricante alemán de neumáticos y componentes para automóviles Continental se ahorró 120 millones de euros gracias a las 310.000 ideas aportadas por sus trabajadores y que fueron puestas en práctica por la empresa.
en un minuto surgió facebook En Euskadi, sin llegar a esos extremos, el propio Ulacia advierte que el mero hecho de dedicar un minuto al día durante todo el año a pensar resulta en términos económicos cuantificable y sorprendente: 155 millones de euros. "Convendría, por tanto, que no trivializásemos con esta cuestión tan importante", sugirió. Por si había dudas, en un minuto también un joven pensó en su día en proporcionar un lugar de encuentro en internet a otros alumnos (léase Facebook) o alguien creyó de igual modo que un microcrédito a un interés bajo impulsaría el desarrollo de millones de personas en países pobres (léase microcréditos Yunus).