apenas restan dos semanas para que finalice el año. Es, por tanto y siguiendo la tradición, hora de hacer balances sobre el más reciente pasado y previsiones sobre el futuro a corto plazo. Pues bien, sumidos desde hace más de un lustro en los tiempos convulsos provocados por la crisis económica, este año 2012 próximo a concluir se puede resumir asegurando que…,

"La primera sensación es haber vivido al borde del abismo porque la dimensión de la crisis ha sido superior a las peores previsiones anticipadas tras la quiebra de Lehman Brothers y sus consecuencias se han dejado notar con mayor virulencia en la parte más vulnerable de la sociedad europea, claramente perjudicada por la destrucción de empleo, el empobrecimiento generalizado y el descenso en el consumo, junto a la no menos importante pérdida de capacidad para hacer frente a las deudas (créditos hipotecarios) que ha dejado un interminable rastro de desahucios. Tampoco ha corrido mejor suerte el mercado crediticio en el que las familias y las empresas tenían puestas sus esperanzas para la reactivación de la economía". Lo curioso de este resumen es que se trata del primer párrafo que escribía en esta misma columna hace un año como balance del año 2011, razón por la que he entrecomillado el texto. Creo que su contenido es absolutamente actual y no hay argumentos o datos estadísticos que lo desacrediten, salvo en el terreno cuantitativo que manifiesta un claro empeoramiento porque somos más pobres, hay más desempleo y más desahucios sin que se vislumbre el más mínimo atisbo de esperanza, pese a las promesas y declaraciones de gobernantes y responsables económicos. Es decir, nada ha cambiado en los últimos doce meses desde un punto de vista cualitativo. Seguimos oyendo hablar de austeridad presupuestaria, reducción del déficit público y de ayudas financieras de miles de millones de euros para sanear al sistema financiero. Un ejemplo: A comienzos de 2012 se afirmaba que el problema más urgente era alcanzar el ajuste entre gasto y renta. Con este objetivo, el Gobierno de Rajoy ha tomado muchas medidas y aplicado muchos recortes sociales, pero a día de hoy se sabe que el déficit se reducirá muy poco, mientras que los inversores internacionales han salido pies en polvorosa de la economía española que sigue lastrada por la desconfianza de los mercados, la enorme deuda acumulada y una prima de riesgo asfixiante.

Claro que, cuando el hartazgo de la sociedad se hace evidente en la calle, llega el "espectáculo mediático" del ministro de turno que acude a la cita de la confusión con anuncios que tratan de tocar la fibra patriotera de algunos ciudadanos y desviar así la atención de la sociedad, acallando las protestas de médicos, pacientes, educadores, alumnos, padres de alumnos, jueces, abogados, procuradores, fiscales y un largo etcétera. Es el caso de la reforma educativa de Wert o de las prometidas listas públicas de defraudadores y morosos fiscales de Montoro. No faltan tampoco quienes, como responsables o expertos económicos, se atreven, visionarios ellos, a decir perogrulladas como que "España necesita crecer como el comer" (Ángel Ron, presidente del Banco Popular), pero nada dirán sobre cómo alcanzar ese objetivo. La cuestión no es saber lo qué necesitamos, sino cómo conseguirlo. En este mismo sentido se puede asegurar que es necesario reducir la prima de riesgo. Pero, ¿cómo se hace? Fíjense, en 2013, el Tesoro Público español necesitará captar en el mercado nada menos que 207.000 millones de euros en términos brutos a los que podemos añadir otros 60.000 millones para las amortizaciones de las empresas privadas sin contar a las entidades de crédito. Una cifra descomunal cuyos intereses se ven incrementados por la desconfianza que genera la economía española en el exterior, al tiempo que hipotecan buena parte de los presupuestos mientras deshojan la margarita sobre pedir o no, el rescate internacional. Es aquí donde los gobernantes debieran poner todo su empeño. Déjense de amenazar con publicar quienes defraudan y dedíquense a perseguirlos para que cumplan con sus obligaciones fiscales.

Geometría variable

Trabajen, por ejemplo, para recuperar los 15.000 kilovatios anuales que se esfuman sin pagar como consecuencia de los enganches ilegales. Estamos hablando de un 5 por ciento de la producción eléctrica española (algo menos que la producción de la central nuclear de Garoña) que se pierden en la ilegalidad consentida de muchas empresas. Procuren trabajar para recuperar la solvencia financiera perdida y conseguir con ello que se reduzca la prima de riesgo porque, como muy bien ha dicho esta semana, José Ángel Corres, presidente de la Cámara de Comercio de Bilbao, urge pedir el rescate para abaratar la financiación de las empresas que están perdiendo competitividad por los altos costes financieros que soportan, derivados de la elevada prima de riesgo española. Dicho todo esto, un último apunte. El País Vasco comienza una nueva etapa con la esperanza puesta en las prioridades marcadas por el lehendakari Urkullu que se centran, principalmente, en la economía y su recuperación. Pero el camino, como el propio Urkullu ha dicho, no va a ser fácil. La reducción de ingresos y la deuda, superior al 10% del PIB, que deja el anterior gobierno (formulado para desalojar al PNV de Ajuria Enea y no para salir de la crisis) proyectan un camino tortuoso en el que se hacen imprescindibles los acuerdos con otros partidos, porque como dice Andoni Ortuzar, "la geometría variable no es una alternativa, sino una necesidad".

Barnealdea

José a. diez Alday