BILBAO. El máximo responsable del Banco Central Europeo, Mario Draghi, sigue haciendo equilibrios en el alambre. Tan pronto deja caer que desde su institución se ayudará a países comoItalia o España para que puedan financiarse a unos costes adecuados a su pertenencia a una misma moneda única, el euro, como se pone al lado de las tesis alemanas, de extrema dureza y austeridad, contrarias a facilitar préstamos a los países de la periferia de la Unión Europea. Ayer tocaba arrimarse a las ideas que defiende una Angela Merkel en proceso preelectoral y aseguró que el BCE sólo comprará deuda pública de aquellos países que acepten “estrictas condiciones” y ser supervisados por el instituto emisor europeo.

Naturalmente el foro elegido fue en un medio de comunicación alemán, Der Spiegel. En una entrevista concedida al citado semanario, Mario Draghi reiteró, en referencia al BCE, que “nosotros verificaremos si las condiciones se cumplen” al detallar su programa de compra de bonos.

En opinión del presidente del BCE la salida de la crisis financiera de la Eurozona pasa, sí o sí, por alcanzar el éxito en la implantación de las reformas estructurales que se están llevando a cabo en Italia, España o Portugal. “No hay mejor protección contra la crisis de la eurozona que el éxito de las reformas estructurales en el sur de Europa”, afirmó el economista italiano, según recoge Europa Press.

Un aspecto importante para Alemania y condición previa antes de avanzar en una mayor integración europea pasa por mejorar la gobernanza en el seno de la eurozona. De ahí que Draghi no perdiera ocasión de lanzar un mensaje positivo a los oídos de los dirigentes germanos mostrando su apoyo público a la propuesta del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schaeuble, de potenciar la importancia del papel que desempeña el comisario de Asuntos Económicos de la Unión Europea. Este cargo, tal y como explicó el ministro alemán Wolfgang Schaeuble hace escasas fechas, debería disponer del poder para vetar los presupuestos de los estados miembros en el caso de romper el déficit establecido, un requisito imprescindible para poner fin a la crisis de deuda.

Este aviso para navegantes es claro. No se facilitará más financiación a países como España si incumplen los objetivos de déficit público. El problema es que en una economía en recesión a más recortes del gasto público más recesión y más déficit. Eso es la realidad que se está produciendo y lo que señala el Fondo Monetario Internacional (FMI)en sus últimos informes en los que viene a discrepar abiertamente de las tesis alemanas. El problema es que una reducción acelerada del déficit público pasa por recortes de empleo público o de las grandes partidas del gasto social, caso de las pensiones, lo que llevaría agudizaría la caída del PIB. Y en una economía de Europa occidental del tamaño de España o Italia, además de llevar a buena parte de su población a la miseria, dejaría a Alemania sin dos de sus principales mercados y cuestionaría la existencia de un euro que, hoy, sólo favorece a una Alemania que se financia más barato que sus socios.

En todo caso. Draghi afirmó rotundo que “doy mi apoyo explícito a esta propuesta. Estoy seguro de lo que digo: si queremos recuperar la confianza en la eurozona, es necesario que los países cedan parte de su soberanía a nivel europeo”. El plan alemán requiere, sin embargo, de una reforma de los tratados de la UE, para lo que haría falta la cooperación británica, cuyo primer ministro, David Cameron, se niega.