BRUSELAS. Desde que el pasado sábado trascendiera que ha pedido la nacionalidad belga, el hombre más rico de Francia, Bernard Arnault, dueño del imperio del lujo LVMH (Louis Vutton-Möet) y cuarta fortuna del planeta, se ha convertido en el centro de las críticas y los insultos en su país. "Escóndete, rico gilipollas", titulaba ayer en primera con alarde tipográfico el diario Liberatión, cosechando una demanda judicial por injurias. A Arnault se le ha acusado de traidor y aunque él se defiende señalando que seguirá pagando impuestos en Francia, son muchos quienes lo dudan y apuntan a un futuro aumento de los impuestos como razón de su decisión.

Entre ellos está Armand de Decker, alcalde de Uccle, una de las comunas más ricas de Bruselas, en la que Arnault fijó su residencia a finales de 2011 y con quien, según el político liberal francófono, se reunió el año pasado. "Es cierto que está resentido con la política de su país, que considera hostil para la actividad empresarial. Me explicó también que si determinadas medidas fiscales fueran adoptadas supondría que los impuestos que pagaría superarían a los ingresos", explicó a los micrófonos de la RTBF. El alcalde matizó poco después para añadir que la petición de Arnault se debe a motivos empresariales más que fiscales, en referencia a un posible proyecto con el millonario belga Albert Frere.

La noticia saltó apenas veinticuatro horas antes de que el presidente francés, Françóis Hollande, anunciará a la nación un tijeretazo de 30.000 millones de euros y su intención de grabar los ingresos anuales de más de un millón de euros con el 75%. "Seguiré teniendo mi domicilio fiscal en Francia y cumpliré, como todos los franceses, con mis obligaciones fiscales", respondió el domingo Arnault. La cuestión de fondo es que Bélgica sigue siendo un destino goloso para muchos millonarios gracias a la ausencia de un impuesto a las grandes fortunas. Según el diario La Libre Belgique otros emprendedores franceses como Marc Simoncini, fundador de Meetic, se plantean instalarse en Bélgica. El ministro de economía galo, Pierre Moscovici, lanzó un llamamiento a la renegociación de la convención fiscal entre Francia y Bélgica.