Todas las miradas están puestas hoy en Frankfurt y en el plan que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, propondrá al consejo de gobierno de la entidad para comprar bonos soberanos de países en apuros y rebajar así los elevados costes de financiación que socios como España e Italia se ven obligados a pagar. Según filtró ayer la agencia económica Bloomberg, la ofensiva diplomática de las últimas semanas está a punto de tener éxito y el BCE anunciará que reactiva el programa de compra de títulos a tres años. Lo hará de forma ilimitada y esterilizada lo que significa que retirará del sistema la misma cantidad de dinero que utilice en la compra para evitar un aumento de la inflación y tranquilizar así los temores de países como Alemania.
Draghi ya se desplazó el pasado lunes a la capital comunitaria para intentar suavizar la oposición de los eurodiputados alemanes. En la comisión de asuntos económicos del Parlamento Europeo defendió la legalidad de una compra de bonos a corto plazo que justifica en la cada vez mayor fragmentación y falta de liquidez que padece la zona euro. Ayer la agencia avanzó algunos detalles de ese plan que el banquero italiano evitó precisar en Bruselas. Solo habrá compra de títulos a corto plazo, con vencimientos de tres años, sin límites de volumen y sin fijar el nivel de rentabilidad que servirá para activar el programa de compra. Además, para que Alemania de su brazo a torcer en un consejo de gobierno en el que no tiene capacidad de veto -cada país tiene un voto- pero sí mucho peso, las compras serán esterilizadas lo que significa que la entidad retirará del sistema monetario la misma cantidad de dinero que destine a la compra de bonos para evitar un aumento de la inflación.
Según las fuentes citadas por la agencia, el plan también contemplaría que el BCE renunciará a ser acreedor preferente en caso de suspensión de pagos, lo que significa que los inversores privados cobrarían primero, y que la activación del programa acarreará condiciones estrictas y ya conocidas. Es decir, que el país interesado en que la entidad bancaria compre sus títulos tendrá que pedir antes ayuda al fondo de rescate y si no lo hace el BCE dejará de comprar títulos en el mercado secundario. Si será tan explícito o no se verá esta tarde aunque hay quienes opinan que no desvelará toda la fotografía hasta que el Tribunal Constitucional alemán se pronuncie sobre la legalidad del Mecanismo Europeo de Estabilidad el próximo 12 de septiembre. A la espera de conocer las condiciones finales, los mercados dan por descontado que habrá intervención. La filtración tuvo un efecto inmediato con una bajada de la prima de riesgo española que cerró la jornada por debajo de los 500 puntos. Concretamente, lo hizo en 493 puntos respecto al bono alemán a diez años que es la referencia para los inversores. También la prima de riesgo de Italia recibió aire al caer hasta los 404 puntos. Y es que prácticamente todos los dirigentes europeos están de acuerdo en que el diferencial que sufren algunos países está injustificado.
Ayer fueron varios los que se sumaron al coro de voces que reclaman la intervención. Entre ellos el presidente de la UE, Herman van Rompuy, que como ya alertara el lunes el propio Draghi señaló de la cada vez mayor fragmentación de la Eurozona y de la dificultad de conducir una política monetaria única. "No es sostenible. Las reformas nacionales son necesarias pero puede que a corto plazo no sean suficientes", alertó al tiempo que apoyaba "plenamente los esfuerzos del BCE". A su juicio, lo mismo que ya han denunciado líderes europeos como François Hollande o Mario Monti, la prima de riesgo no refleja la realidad y no tiene en cuenta los esfuerzos que se están tomando. "España y Portugal han flexibilizado sus mercados laborales. Grecia ha liberalizado 150 profesiones que estaban cerradas, Italia adoptó un conjunto impresionante de reformas estructurales y en Irlanda los costes laborales han bajado sustancialmente y el país ha vuelto a los mercados", recordó.
apoyo de la ce y la ocde Van Rompuy, que hizo estas declaraciones antes de entrevistarse en París con Hollande, también lanzó un recado a los países que hasta ahora han zanjado el debate con una negativa a intervenir en el mercado de deuda. Recordó que los líderes europeos ya se comprometieron en junio a ayudar y que luchar contra la crisis no es "una cuestión doméstica" sino algo central. "El euro no es un bar del que se entra y se sale y se vuelve a entrar. El euro tiene que ser una unión monetaria estable", aseguró. A sus reivindicaciones se sumaron ayer las del secretario general de la OCDE, Angel Gurría, que defendió también la intervención del BCE porque España está haciendo los deberes que tiene que hacer aunque los mercados no lo reconozcan.
Pero como siempre en la UE no todos comulgan con las mismas recetas. El primer ministro finlandés, Jyrki Katainen, reconoció ayer desde Tokio, donde se encuentra en visita oficial, que "Portugal, España o Italia están haciendo un gran trabajo para combatir el déficit" aunque advirtió que no se puede esperar que el BCE haga "milagros" . Katainen instó a la entidad a respetar su mandato, garantizar la estabilidad de precios, y evitó pronunciarse sobre la posibilidad de que el banco anuncie la reactivación de su plan de compra de bonos. Finlandia es uno de los países más reacios a la utilización del fondo de rescate para comprar deuda de países en dificultades y opina que antes deberían utilizar el patrimonio estatal como garantía.