Bruselas. Los líderes de la zona euro respondieron ayer a las exigencias de Italia y España y abrieron la vía a la recapitalización directa de la banca y a facilitar el uso de los fondos europeos de rescate para comprar deuda de países bajo presión en los mercados. En un encuentro que terminó bien entrada la madrugada, los jefes de Estado y de Gobierno de la moneda única pactaron, además, que el préstamo a España para sanear sus bancos no tenga preferencia de cobro ante otros tenedores, una medida llamada a aliviar la prima de riesgo. Fue el primer ministro italiano, Mario Monti, quien encabezó la rebelión de los países del sur frente al dogma de la austeridad defendido por Alemania y el presidente español, Mariano Rajoy, supo subirse al carro.
Monti, para lograr las demandas que buscaba (que el Fondo de Rescate pueda comprar directamente deuda de los países atacados por los especuladores) lanzó un órdago al conjunto de la Unión Europea negándose a aprobar el pacto de crecimiento negociado por los Veintisiete (120.000 millones de euros de inversión). La idea era sencilla: de nada sirve aprobar ese paquete si no se solucionan antes los problemas de financiación que tienen varios países. Y a esa estrategia supo sumarse Rajoy, que también argumentó que mientras no se les ofreciesen soluciones a corto plazo para las dificultades de Italia y España, no respaldaría el plan. Con esta jugada Monti consiguió lo que quería, pero también el presidente español, que logró financiación directa para la banca española sin que tenga que responder el Estado por ella. Además, los dos se anotaron un tercer tanto: que en caso de rescate al sector financiero, la deuda con la eurozona no tenga carácter preferente, lo que haría huir a otros inversores.
Condiciones El movimiento liderado por Monti provocó que los líderes de la eurozona adelantasen el encuentro que tenían previsto celebrar al término de la cumbre comunitaria para tratar así de desbloquear la situación. Finalmente, la eurozona accedió a respaldar estos puntos, pero Merkel, apoyada por Holanda y Finlandia, logró meter varios condicionantes clave. Por una parte que nada de esto se pueda en marcha hasta que no llegue la unión bancaria a través de un órgano supervisor común, es decir, hasta como mínimo hasta 2013; por otra parte, que los países en dificultades se reafirmen en el pacto de austeridad que en la práctica supone seguir apretándose los cinturones para cumplir los objetivos de déficit.
En lo que respecta a España, el retraso de la ayuda directa hasta 2013 podría tener efectos sobre la deuda de este año (si se pide ahora el rescate), aunque el presidente del grupo de trabajo del euro, Thomas Wieser, explicó que una vez se traslade el préstamo al MEDE se podrá eliminar "muy rápidamente" su impacto del balance de la deuda pública.