Bruselas. La presión sobre la deuda española ha vuelto a marcar esta semana máximos históricos pero el Gobierno español sigue empeñado en tensar todavía más la cuerda y aguantar al borde del precipicio antes de presentar oficialmente la solicitud de rescate bancario a sus socios del Eurogrupo. Aunque todos esperaban que ayer fuera el día escogido para hacerlo, aprovechando la reunión de ministros de la zona euro y la presentación de los informes de las dos consultoras, el titular de Economía, Luis De Guindos, lo descartó nada más llegar y anunció que lo hará "en los próximos días". Según insistió lo importante ahora son las condiciones y diseñar un plan que esperan completar "antes de finales de julio". Un margen con el que España quiere ganar tiempo para pactar un rescate que penalice lo menos posible a la deuda y al déficit público español.
"Es una mera formalidad. No es un tema importante en absoluto", insistió ayer a su llegada a una reunión del Eurogrupo en la que explicó a sus colegas el resultado de las pruebas de resistencia realizadas a la banca española y sus necesidades de capital. A su juicio, lo esencial a partir de ahora es diseñar la hoja de ruta que permitirá recibir el préstamo. Es decir, negociar las condiciones y contrapartidas que conllevarán los 62.000 millones de euros que como máximo tendrán que solicitar y que, según admitió, ya han empezado a discutir con la Comisión Europea, el BCE y el FMI. La idea del Gobierno es tener "antes de finales de julio una aproximación muy cierta y detallada de cómo se va a realizar el proceso", precisó.
Hasta entonces quedan cuatro o cinco semanas de lo que se auguran intensas negociaciones en las que tendrán que pactar desde el tipo de interés al que se prestará el dinero -se habla de entre el 3 y 4%- hasta el plazo de devolución o el instrumento del que procederá el rescate. Es decir, si se financia a través de la Facilidad Europea de Estabilidad Financiera, el fondo temporal vigente hasta mediados de 2013, o el Mecanismo de Estabilidad Financiera, el fondo permanente que confían entrará en vigor el 9 de julio -si concluyen para entonces los procesos de ratificación- y por el que optan la mayoría de los socios europeos porque tiene un estatus preferente a la hora del cobro por delante de otros acreedores. Una opción por la que también se decanta España, según confirmó el ministro, que calificó el fondo de "ideal" para recapitalizar a los bancos. Este mecanismo incluye en sus reglas la posibilidad de que el consejo de administración -en el que están representados todos los miembros del Eurogrupo- modifique las condiciones del préstamo lo que podría abrir la puerta a canalizar la ayuda directamente a la banca tal y como reivindicó el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, en la pasada cumbre del G20. De Guindos no reveló si el objeto de prolongar la negociación hasta finales de julio es exprimir esta vía. Hay en todo caso otros partidarios de romper este vínculo. A juicio del ministro irlandés, Michael Noonan, la fórmula ideal sería una "financiación directa a la banca" a través del fondo de rescate permanente que no se refleje en el balance del Estado, algo que no se podría hacer sin alguna "implicación del BCE".
Noonan reconoció que no hay propuestas circulando pero alertó de que España tienen costes de refinanciación muy elevados y un déficit muy alto y que trasladar el préstamo sobre la deuda soberana será una carga adicional. "Hay que aprender de la experiencia de Irlanda", advirtió. Holanda, Finlandia, Austria o Alemania, los más ortodoxos, tienen todavía mucho que decir.