bilbao. Desbordado por la presión, por las críticas, Mariano Rajoy se vio obligado ayer a dar la cara. Improvisó una rueda de prensa, poco antes de volar hacia Polonia para ver el partido de la selección española, en la que volvió a insistir en que el acuerdo alcanzado por el Eurogrupo para sanear la banca no es un rescate. Los populares siguen luchando a capa y espada contra ese término a pesar de que ayer la palabra copaba las portadas de la prensa internacional. Según Rajoy, se trata de una "línea de crédito" que redundará positivamente en la economía al facilitar el acceso de las empresas a la financiación. Incluso dio a entender, en una maniobra política con tirabuzón, que el Gobierno deseaba las ayudas europeas y que ha sido él mismo el que ha presionado al resto de socios hasta conseguirlas.
Así solventó el aprieto el presidente. No tuvo reparo a la hora de negar lo evidente y sacó siempre la cara a su gobierno esforzándose por dejar claro que las reformas aprobadas hasta ahora han servido para evitar una intervención en toda regla. El jueves y el viernes tanto él como su vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría negaban que España fuese a pedir ayuda a Europa, una tesis que distintos cargos del PP mantenían el sábado a pocas horas de confirmarse el acuerdo del Eurogrupo.
Preguntado por esta cuestión, Rajoy dio a entender que estas cosas son así y justificó la postura de su partido, a pesar de que reconoció que el pacto hace tiempo que empezó a cocinarse a puerta cerrada. Según explicó ayer, el Gobierno callaba mientras tanto por discreción. "Estas cosas no se televisan ni se radian", dijo.
Han sido muchas las lagunas en la puesta en escena del Gobierno a la hora de afrontar el rescate -entre otras la decisión de Rajoy de esperar al domingo para comparecer ante los medios-, tantas que da la sensación de que con su actitud el PP se ha desgastado mucho más que si hubiera aceptado la realidad desde un primer momento. Las críticas desde los grupos de oposición han caído en cascada este fin de semana. Aún así el equipo de Rajoy trata, ahora que no puede negar lo evidente, de edulcorar la intervención europea utilizando eufemismos, y sobre todo, garantizando que no habrá recortes.
El presidente del Ejecutivo precisó que "el préstamo" que se va a poner a disposición de España no hará crecer el déficit. Explicó que las entidades que reciban ayudas tendrán que cumplir una serie de condiciones y devolver el dinero, y que el Estado quedará al margen, una cuestión que los expertos aún no tienen claro: ¿Qué ocurre si los bancos no pueden devolver las ayudas?
A falta de cerrarse muchos flecos del rescate, algunas fuentes sostienen que, dado que el dinero no se inyecta directamente a la banca sino que pasa por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), es el Estado quien actuará de avalista y por tanto deberá responder en caso de que no se pueda devolver el dinero.
"No afecta al déficit, los planes del Gobierno no se cambian porque no hay condicionalidad ninguna", aseguró el jefe del Gobierno ayer alejando la posibilidad de nuevos y más duros recortes, como ha ocurrido en otros países intervenidos como Grecia. Precisamente uno de los objetivos del PP es alejar cuanto antes el fantasma griego, una tarea en la que evitar el término rescate juega un papel fundamental.
Así lo han entendido desde Moncloa. El sábado el ministro Luis De Guindos se refería a las ayudas europeas como "crédito en condiciones favorables" y ayer Rajoy habló de "línea de crédito" y "préstamo". "No voy a entrar en debates nominalistas", zanjó ayer el presidente.
"hemos hecho los deberes" En otro alarde de discutible audacia política, Rajoy trató de dar la vuelta a la situación aprovechando la comparecencia de urgencia para lavar la perjudicada imagen de su gobierno. Tras marcar distancias con una intervención como la de Grecia o Portugal, dio a entender que precisamente gracias a las medidas de ahorro que se han aprobado se ha logrado evitar el rescate. "Si el Ejecutivo no hubiera hecho los deberes en estos últimos cinco meses, se hubiera planteado la intervención del Reino de España", resolvió.
Preguntado sobre si el acuerdo arreglará los problemas de la economía, explicó que es un "paso en la buena dirección", ya que permitirá a las entidades volver a reactivar el crédito, que equivale "al sistema circulatorio en el cuerpo humano". Para completar la maniobra aseguró que no ha recibido presiones desde Europa. Pese a haber negado cara al público hasta el final que España fuese a pedir ayuda, Rajoy hace tiempo que lo tenía claro: "El que ha presionado he sido yo", comentó ayer.