vitoria. Manuel Pimentel es el exministro más conocido del Estado español. Abandonó el primer gobierno de José María Aznar por desavenencias con la política del PP y puso los dos pies fuera del partido por la guerra de Irak. Ahora, como presidente de la Asociación Española de Empresas de consultoría, sostiene que "el talento, la inteligencia y el esfuerzo" son el principal activo de la economía estatal para encontrar nuevas vías de crecimiento.
En la conferencia ha hecho una división interesante de la sociedad por tipos.
Es una clasificación de las personas, de las empresas y de las organizaciones entre zoombies, los muertos vivientes que no hacen nada; los turistas, cuyo interés es aparentar y estar a la moda, siguen la corriente, y los caminantes, que entienden que la vida es un camino y sobre todo metas y objetivos. Sólo el 5% son caminantes y el 60%, la gran mayoría, son zoombies.
¿Hay alguna forma de que se trasvase personas o empresas de un lado a otro, o es cuestión de que llegue otra generación?
Se puede hacer, se puede hacer. Es una cuestión de actitud personal. Es decir, se puede pensar quiero estar aquí para algo y desde esa reflexión poner una meta y analizar qué pasos quiero ir dando. Hay toda una metodología estratégica para hacerlo.
Aboga usted por la colaboración público-privada como salida a la crisis, eso es ir más allá del pacto de Estado contra la recesión que plantean los socialistas.
Realmente el motor más importante de factor competitividad para España en estos momentos es el talento y el conocimiento, y para ello el sector privado debe ser socio estratégico de la administración. Tenemos que diseñar proyectos con los que podamos generar confianza y conocimiento y vender fuera. Ojalá ese concepto de unir fuerzas, que es válido para el talento privado y las administraciones, sea también válido para la política y otras organizaciones. Ahora mismo es momento de sumar fuerzas contra unas dificultades colosales, no de dividirnos ante ellas.
Y todo ese talento privado al final se encuentra enterrado bajo la montaña de incertidumbre que genera España.
La marca España se ha debilitado, es una evidencia, por motivos a veces injustos y otras veces, tenemos que ser autocríticos, por incumplimientos propios. Yo creo que si no somos autocríticos no habrá propósito de enmienda, y claro cuando una marca se debilita los que vendemos con esa marca tenemos que dar más explicaciones y hacer un doble esfuerzo. De todas maneras, en lo que es ingeniería y consultoría, en lo que es conocimiento y talento, España va a ser muy buena por dos motivos. Porque tenemos muy buenos ingenieros y consultores y encima ahora tenemos un diferencial de precios muy llamativo que va a hacer que podamos exportar servicios, inteligencia y talento.
¿Se puede trasladar esa tendencia a otros sectores?
En general, ya sabe usted que con un nivel de consumo paupérrimo y cayendo, con imposibilidad de endeudamiento, la única posibilidad de crecimiento es incremento de exportación. El País Vasco es una auténtica potencia exportadora y lo ha hecho muy bien en muchos sectores. Sin embargo, el diferencial de precios que nos encontramos ahora en consultoría, en talento es muy importante. Tenga en cuenta que en talento sólo hay mano de obra, no hay un factor de materia, de petróleo, de energía. Sólo hay mano de obra, un
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consultor o un ingeniero frente a
un ordenador. Eso hace que el pro
ducto final sea altamente competitivo y que haya un gran potencial de crecimiento.
¿Es un lastre para las empresas la marca España?
Ahora mismo la marca España está sufriendo. Eso tiene repercusiones y las empresas van a tener que dar más explicaciones para vender su producto. Pero recuperaremos esa marca haciéndolo bien y una vez que lo hagamos bien volverá a funcionar muy bien para la empresa, como antes, cuando la marca España permitió una internacionalización muy rápida de las empresas.
Pero ese trabajo también requiere de la participación de las propias empresas, no basta sólo con la acción de gobierno, ¿no?
La confianza cuesta recuperarla, pero se recupera trabajando, haciendo las cosas bien tanto en el ámbito privado como en el público. Cada vez que un cliente termina contento una operación con una empresa española de alguna forma recupera algo de confianza en la marca. Si compro máquina herramienta vasca y funciona muy bien, será más fácil que la próxima vez compre a una empresa vasca antes que a una de Aragón.
Se acaba de hacer público un déficit oculto en el Estado que complica más el cumplimiento del objetivo exigido por Bruselas. Es otro conejo sacado de la chistera, en este caso de la chistera de tres comunidades del PP.
Tenemos que ser muy conscientes de que hay que cumplir. No hacerlo tendría un coste muy importante para la confianza. A veces creemos que se recorta por la maldad del Gobierno de turno, por la maldad de Zapatero antes, de Rajoy ahora o de López -aquí y de Mas en Cataluña. No se recorta por los políticos, hay que cumplir. Apartarnos mucho del objetivo es delicado, porque prima la desconfianza y eso es lo peor que nos puede pasar ahora.
¿Le ha sorprendido el sobredéficit revelado?
Sí, no me lo esperaba.
¿Han actuado bien de Guindos y Montoro restando importancia a una cuestión que ha añadido presión a España e incertidumbre sobre el cumplimiento del objetivo de déficit?
Bueno, los ministros también están para tranquilizar. A mí como ciudadano me preocupa, porque siempre me he fiado mucho de las cifras oficiales, España siempre ha dado buenas estadísticas y confío en que todas las cifras sean reales a partir de ahora y no generen más dudas, que generen certidumbre.
¿Está el Estado español intervenido por Europa?
Jurídicamente, de iure, no. De facto sí estamos semi intervenidos. España está semi intervenida desde mayo de 2010 cuando se empezó a hacer una política que nos viene impuesta. No está intervenida de facto, pero no cabe duda de que nuestros gobernantes no tienen libertad absoluta de movimientos. Tenemos que cumplir un compromiso con nuestros socios europeos porque ellos son los que nos financian. Por tanto, si no cumplimos con el compromiso dejarían de financiar nuestra deuda y por tanto tendríamos problemas para pagar. No estamos intervenidos de iure pero, en fin, sí de facto.
Se fue usted de un Gobierno del PP por desavenencias, ¿qué haría si estuviera en éste?
Me fui de un gobierno porque tenía que irme, y ahora no es mi ambición estar en éste ni en otro ni estar en política. Pero si estuviera en éste lucharía y trabajaría permanentemente por continuar con las políticas de austeridad para cumplir con el déficit y resolver las dudas sobre la credibilidad de la economía española. Continuaría con medidas de flexibilidad que nos permitan ser competitivos y sería extremadamente imaginativo para encontrar fórmulas de crecimiento económico. Ahí es donde estamos siendo menos activos. Tenemos las limitaciones que hay pero también hay activos y resortes con los que crear crecimiento económico.
Toma fuerza en Europa la corriente que defiende la necesidad de ir más allá de la austeridad y apostar por políticas de crecimiento, ¿es posible ese equilibrio?
Tenemos que hacerlo posible. No sabemos muy bien qué significa ese crecimiento, si son carreteras, obras públicas, cómo se financian. Hay muchas dudas detrás de la palabra, pero hay que ser muy imaginativos porque solamente con recortes no vamos a salir. Así que bienvenida sea la iniciativa. Hay que seguir con austeridad, porque no podemos gastar dinero que no tenemos, y ponerle un contrapeso para generar actividad, fomentar la competitividad y la apertura al exterior.
Hay otro aspecto que también puede ser resorte de crecimiento, la concertación social, pero la relación entre sindicatos y empresarios está muy deteriorada por la reforma laboral entre otras cuestiones.
Los sindicatos y los empresarios españoles son muy maduros, están acostumbrados al encuentro y desencuentro. No es probable que lleguen a acuerdos a corto plazo pero estoy convencido de que los habrá a medio plazo. La empresa y el sindicato estatales son muy europeos y cuando los intereses que defienden crean que son buenos se alcanzarán acuerdos. Tengo confianza en ello. Más desconfianza tengo en la clase política, en que sea posible un gran acuerdo político que también es necesario. La democracia industrial, los agentes sociales, han dado siempre más señales de sensatez y madurez que los partidos. Los políticos no son capaces ni de ponerse de acuerdo para nombrar el presidente de Televisión Española.
¿Es tan mala la reforma laboral?
Puede no gustarle a alguien, pero claramente nos aleja de Grecia y nos acerca más a Alemania o a Suecia, que son mucho más flexibles. Están todavía muy lejos países como Reino Unido y Holanda, pero nos alejamos de Grecia. Por esos es un paso positivo claramente. Si me preguntan cuál es la mejor reforma más positiva de este Gobierno respondo sin dudar que la del mercado del trabajo.
¿Aunque no genere empleo los próximos años?
Sí, porque ya se están dando casos de empresas que en lugar de por el despido apuestan por reordenar o reducir jornada. La reforma laboral está creando ámbitos de negociación y diálogo en las empresas y eso es muy importante.
El exministro Pimentel gesticula durante la entrevista. Foto: DAVID DE HARO
"Gobierno y empresa deben trabajar muy bien para que funcione otra vez la marca España"
"España está intervenida de facto, los gobernantes no tienen libertad de movimiento"
"Confío en que haya cifras reales en adelante y no generen más dudas como el déficit oculto"
"El Gobierno debe ser imaginativo para crear crecimiento y está siendo poco activo"
"La reforma laboral es positiva porque nos aleja de Grecia y nos acerca a Alemania"
Pimentel, al término de la entrevista, con una imagen de la Basílica de Begoña al fondo. Foto: d. de haro
el protagonista
carné de identidad
l Edad. 51
l Lugar de nacimiento. Sevilla.
l Familia. Casado y con tres hijos.
l Formación. Es ingeniero agrónomo, licenciado en Derecho y diplomado en Alta Dirección de Empresas por la Escuela de Organización Industrial.
l Trayectoria. Diputado en el Parlamento andaluz y secretario general del PP de Andalucía a principios de los noventa. En 1996 entra en el primer Gobierno de Aznar como secretario de Estado de Empleo. En enero de 1999 sustituyó como ministro de Trabajo a Javier Arenas, cargo del que dimitió un año después, en febrero. El 23 de marzo de 2003 anunció su salida del PP por discrepancias con la dirección del partido por participar en la guerra de Irak.
l Pimentel en la actualidad. Es presidente de la Asociación Española de la Calidad, ha escrito libros de narrativa y ensayo. Fue nombrado por el Gobierno español mediador en el conflicto laboral entre sindicatos y dirección de Iberia.