París/Bruelas. La agencia de calificación de riesgo Standard & Poor's (S&P) volvió a dar ayer un nuevo golpe a la estabilidad de la eurozona con su polémica decisión de rebajar la calificación crediticia de varios países europeos, entre ellos España, Italia, Portugal, Eslovaquia, Bélgica, Francia y Austria. Ya antes de la cumbre europea de diciembre puso en perspectiva negativa a todos los países de euro.
España, Italia y Portugal, dos países muy golpeados por la crisis de deuda soberana y uno de los tres rescatados de la zona euro, pierden dos escalones. Francia y Austria, por su parte, sólo perderían un nivel, aunque se alejarían de la máxima calidad crediticia, que compartían con Alemania, Holanda, Luxemburgo y Finlandia.
De esta forma, los bonos soberanos de España quedarían en A; los de Italia, en BBB+; y los de Portugal, en BB. Francia y Austria, pasarán de la famosa y prestigiosa AAA a AA+.
La bajada de la calificación crediticia supone que los países afectados se ven obligados a pagar tasas de interés más altas a los inversores a cambio de sus emisiones de deuda soberana. La rebaja tiene además consecuencias sobre los tipos de interés que pagan bancos, aseguradoras, empresas e inmobiliarias, y empeora las condiciones del acceso al crédito de los organismos oficiales, lo que puede implicar subidas de impuestos.
La pérdida de la triple A de Francia y Austria por parte de la agencia de calificación de riesgo Standard & Poor's (S&P) pone también en riesgo la nota de máxima calificación del fondo temporal de rescate de la eurozona. Standard & Poor's puso el pasado 5 de diciembre bajo revisión para una posible rebaja la nota de la deuda soberana a largo plazo de 15 de los 17 países de la zona euro.
Un día después amenazó con rebajar la nota de máxima calidad del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), el instrumento temporal de rescate de la eurozona, cuya triple A se encuentra ahora también en peligro.
garantías El FEEF cuenta por el momento con la matrícula de honor de S&P (AAA), de Moody's (Aaa) y de Fitch (AAA), pero solo goza de la máxima solvencia porque está respaldado por las garantías -por valor de 780.000 millones de euros- de los miembros de la eurozona, especialmente de los países triple A.
El FEEF tiene una capacidad efectiva de préstamo de 440.000 millones de euros, aunque en realidad es ya solo de 250.000 millones de euros si se descuentan las ayudas a Grecia, Portugal e Irlanda, una cifra insufiiente para rescatar a economías más grandes de la eurozona como Italia o España.
El contribuyente más importante al FEEF es Alemania que, tras la reciente ampliación del fondo, aporta 211.046 millones de euros, seguida de Francia, país al que corresponden 158.488 millones de euros en avales y garantías. Austria aporta 21.639 millones, según los datos del fondo, con sede en Luxemburgo.
El fondo temporal de rescate emite bonos a 3, 5 y 10 años y recientemente lanzó un programa a corto plazo centrado en subastas de letras a 3, 6 y 12 meses.
De momento emite títulos para financiar los rescates de Irlanda y Portugal y está previsto que actúe también en el segundo programa de asistencia financiera de Grecia.
S&P indicó en diciembre que, dependiendo del resultado de su revisión de las notas de gobiernos miembros del fondo, se podría "rebajar la nota a largo plazo del FEEF en uno o dos escalones". No obstante, ya entonces Moritz Kraemer, responsable de las calificaciones de las notas soberanas de Europa de la agencia de valoración de riesgos, sostuvo en una conferencia telefónica que el FEEF podría actuar perfectamente con una nota más baja.
El pasado 19 de diciembre, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, pidió que la eurozona acelere la capitalización del fondo de rescate permanente, el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), para que pueda responder mejor a una degradación de la calificación de máxima calidad de Francia o de otros países que gozan de la triple A.
El MEDE, a diferencia del FEEF, tendrá un capital suscrito de 700.000 millones de euros, de los que 80.000 millones de euros serán aportaciones directas de capital por parte de los Estados de la zona euro en cinco entregas anuales iguales, mientras que los 620.000 millones de euros restantes se darán como capital movilizable y garantías, lo que le permite actuar con más rapidez y flexibilidad.