El BCE es el encargado de controlar la estabilidad de los precios en el seno de la UE
Xabier Aja
vitoria. El Banco Central Europeo (BCE) es el banco central de la moneda única europea, el euro. Desde la creación de la divisa europea es el banco emisor, el que le da a la máquina de crear los billetes en gran parte de Europa, la formada por los países de la Unión Europea que ya se han adaptado al referido euro.
La actuación del BCE durante una crisis financiera sin precedentes en Occidente desde el final de la II Guerra Mundial en 1945 ha sido muy criticada desde diversos económicos, en especial los anglosajones, por considerar que su labor no ha ayudado a favorecer o incentivar el crecimiento económico, pero la realidad es que los responsables de la entidad como Jean-Claude Trichet se han limitado a cumplir la labor fundacional del banco: controlar la inflación.
Aunque esto no siempre está bien resaltado, la función principal del Banco Central Europeo consiste en mantener el poder adquisitivo del euro y, de este modo, la estabilidad de precios en la zona del euro. La zona del euro comprende los diecisiete países de la Unión Europea que han adoptado el euro desde 1999.
Desde el 1 de enero de 1999, el Banco Central Europeo, o ECB por sus siglas en inglés, se ha hecho cargo de la instrumentación de la política monetaria de la zona del euro, la mayor economía del mundo después de la de Estados Unidos pese al auge de China en los últimos años.
Como se recordará, la zona del euro se creó en enero de 1999, en el momento en que los bancos centrales nacionales (BCN), como el Banco de España, de once Estados miembros de la Unión Europea (UE) transfirieron sus competencias en materia de política monetaria al BCE.
Tras dicho impulso inicial otros países de la Unión Europea se fueron sumando a la moneda única. El país que está ahora en el centro del huracán de la crisis dado que su elevado endeudamiento y la posibilidad de que realiza una suspensión de pagos, con la correspondiente quita a los acreedores, está cuestionando el propio futuro del euro, Grecia se incorporó en el 2001, Eslovenia en el 2007, Chipre y Malta en el 2008, Eslovaquia en el 2009 y Estonia en el 2011. El establecimiento de la zona del euro y de una nueva institución supranacional, el BCE, supuso un hito en el largo y complejo proceso de integración europea.
Curioso es el caso de los países de la UE que no aceptaron incorporarse al euro. El caso británico es el más conocido pero es el menor sorpresivo dado que Inglaterra siempre ha hecho gala de su especificidad y el controlar la política monetaria, con el mantenimiento de la libra esterlina, le da un plus porque su verdadera apuesta pasa por convertirse en una de las tres capitales financieras del mundo, y por sus especiales lazos con EEUU.
Más sorprendente es el caso de Dinamarca que rechazó adoptar el euro en referéndum pese a la petición favorable del gobierno. Temían perder su autonomía nacional y su welfare state. Suecia, con una tradición de neutralidad en la Europa del siglo XX, también renunció a la moneda única.
Para incorporarse a la zona del euro, los diecisiete países tuvieron que cumplir los criterios de convergencia, al igual que deberán cumplirlos otros estados miembros antes de adoptar el euro. Estos criterios establecen los requisitos económicos y jurídicos necesarios para poder participar satisfactoriamente en la Unión Económica y Monetaria.
La base jurídica de la política monetaria única de la UE está establecida en el tratado constitutivo de la Comunidad Europea y en los estatutos del sistema europeo de bancos centrales y del propio BCE. Los Estatutos prevén la constitución del BCE y del Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC) a partir del 1 de junio de 1998. El BCE fue creado como núcleo del Eurosistema y del SEBC. El BCE y los BCN desempeñan conjuntamente las tareas que se les han encomendado.
En aras a defender su independencia, el BCE tiene personalidad jurídica propia de acuerdo con el derecho público internacional.
Para entender cómo funciona la adopción de medidas de política monetaria en Europa y la supuesta falta de agilidad que critican desde EEUU, hay que recordar que en la UE siguen existiendo varias monedas y varios sistemas de coordinación. El SEBC está integrado por el BCE y los bancos centrales de la totalidad de Estados miembros de la UE, independientemente de que hayan adoptado el euro como moneda. El Eurosistema está formado por el BCE y los BCN de los estados miembros que han adoptado el euro.
El Eurosistema y el SEBC seguirán coexistiendo mientras existan miembros de la UE que no pertenezcan a la zona del euro.
En cuanto a favorecer el crecimiento económico, el Tratado de las UE no le otorga esa labor al BCE sino al SEBC pues aunque reitera que "el objetivo primordial del SEBC será mantener la estabilidad de precios, sin perjuicio de este objetivo, el SEBC apoyará las políticas generales de la Comunidad con el fin de contribuir a la realización de los objetivos comunitarios establecidos en el artículo 2". Los objetivos de la UE son mantener un alto nivel de empleo y ayudar a un crecimiento sostenible y no inflacionista.
Una bandera europea ondea sobre la sede del BCE. Foto: Dna
Inflación o crecimiento
Para entender la importancia que el BCE le da al control de la inflación hay que tener en cuenta que sus estatutos recogen las inquietudes históricas de la mayor potencia económica europea que es Alemania. Y el pueblo alemán tiene en la memoria colectiva el tremendo daño que le causó el periodo de hiperinflación en la República de Weimar, entre 1921 y 1923. Tras la derrota en la Primera Guerra Mundial, Alemania tuvo que pagar cuantiosas indemnizaciones a los ganadores y, a falta de oro y materias primas para hacerlo, se lanzó a emitir billetes. Ello generó una hiperinflación tras el aumento de los precios, de los tipos de interés, modificaciones del tipo de cambio y abandono de la moneda como unidad de intercambio. Un dólar USA que se cambiaba por 60 marcos en 1921, en julio de 1923, llegó a cambiarse por un millón de marcos arruinando a la clase media alemana y propiciando el ascenso al poder de Hitler. Por ello, Alemania prioriza que el BCE mantenga los tipos en el 1,5% mientras el IPC siga en el 3%, en detrimento de inyectar dinero al mercado para favorecer el crecimiento económico. Además para una potencia exportadora como la RFA, la estabilidad de precios es clave para su prosperidad.