BILBAO. A punto de dispararse la alarma roja, José Luis Rodríguez Zapatero se vio obligado ayer a posponer el inicio de sus vacaciones en Doñana y a telefonear a varios líderes políticos para que conocieran de primera mano el nuevo capítulo de la crisis de deuda. También les transmitió los pasos que está dando el Ejecutivo de cara a atajar las tensiones o al menos rebajarlas. De momento no hay bálsamo para los mercados y el presidente del Gobierno teme que la zozobra se prolongará casi con total seguridad los próximos días y que incluso es posible que continúe en la segunda quincena de mes.
Zapatero conversó con Iñigo Urkullu, el líder de CiU en Madrid, Josep Antoni Durán i Lleida, Mariano Rajoy, Alfredo Pérez Rubalcaba y el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. También telefoneó a otros presidentes europeos, según informó Moncloa. Por la tarde se puso en contacto con los portavoces de los grupos parlamentarios del Congreso.
Fueron conversaciones encaminadas en dos direcciones: informarles de primera mano de los acontecimientos y tejer o reforzar en su caso complicidades para transmitir un mensaje de unidad a los temidos mercados financieros. No consiguió ese último objetivo con el PP, metido de lleno en el tramo final de la precampaña. Y, en general, el tono de las explicaciones del presidente del Gobierno generaron incertidumbre. El más gráfico fue Durán i Lleida, quien calificó de "gravísima" la situación del país.
En un tono más moderado ante la "delicada" tesitura, el presidente del PNV compartió su "preocupación" con Zapatero por las constantes sacudidas que recibe España en los mercados de deuda.
El problema de EEUU Según ha podido saber DNA, en su lectura de la situación, el presidente del Gobierno español vinculó el récord de la prima de riesgo registrado ayer a los problemas que atraviesa Estados Unidos, que acaba de evitar in extremis una declaración de quiebra.
Pero del mismo modo mostró su temor respecto a que la consecuencia inmediata de la marejada de EEUU, una previsible rebaja de la calificación de su deuda, agrave todavía más la situación en España.
También hay otros indicios que denotan la gravedad de la situación. El mercado de deuda está mostrando una inusual actividad en este arranque de agosto, unos días en los que la negociación es relativamente escasa y, sobre todo, plana. La desconfianza que genera España mantiene vivo el mercado y todo apunta, según Zapatero, a que los próximos días continuará el castigo.
La mayor amenaza es que la debilidad de la deuda española continúe marcando el paso de los inversores el resto del mes. Tras superar ayer los 400 puntos básicos durante la jornada, la prima de riesgo será una amenaza constante las próximas semanas. La primera piedra de toque será mañana, día en el que el Tesoro tiene previsto colocar en el mercado entre 2.500 y 3.500 millones de euros en bonos a tres años. Si se cumplen las expectativas y el interés no es muy alto podrían calmarse en parte las aguas. Al menos hasta que se desate otra borrasca.