Vitoria. Confebask estrenó ayer patrón. Oficializó el nombre de Miguel Ángel Lujua como nuevo presidente de la patronal vasca para sustituir en el cargo a Miguel Lazpiur -que permaneció en el cargo seis años- y, de paso, romper con la rigidez del pasado, dando pie a una institución más abierta y transparente. Esas fueron, en síntesis, las claves que ayer se manejaron en el Consejo General de Confebask, celebrado en el centro tecnológico de Arkaute, un enclave tan inusual como desconocido para la gran mayoría de sus consejeros y que levantó no pocas suspicacias a lo largo de la jornada precisamente por lo "rebuscado" del lugar.

A la conclusión del cónclave, Lujua compareció por primera vez como presidente acompañado del presidente saliente, Miguel Lazpiur, la secretaria general, Nuria López de Gereñu, y los tres vicepresidentes en representación de SEA (Gregorio Rojo), Cebek (Fernando Olmos) y Adegi (Ana Belén Juaristi). Lo hizo sin ningún papel ni documento pero con un mensaje claro que clavó y un discurso que verbalizó en varias ocasiones. Se presentó a sí mismo como un ejecutivo de consenso y diálogo, y reconoció estar acostumbrado a bregar con situaciones de conflictividad laboral, una virtud que ahora tendrá oportunidad de explotar a un nivel mucho más exigente desde esta atalaya empresarial. Bajo estas coordenadas entró en situación. Lazpiur le preparó el terreno desvelando el gran interés que el asunto de la prima de riesgo y el rescate de Grecia habían tenido en la reunión de la mañana, y el nuevo presidente lanzó sus primeras declaraciones en clave de fiscalidad.

Fiscalidad competitiva "Nada volverá seguramente a ser como hace cuatro años, ni como hace quince", advirtió como preámbulo de un discurso que dirigió expresamente al Gobierno central, el Gobierno Vasco y las tres diputaciones vascas. "No sería acertado ni para las empresas ni para los particulares subir los impuestos ni armonizar una fiscalidad que se aleje de la media europea, por cuanto ello generaría una espiral negativa que en nada nos iba a beneficiar", sostuvo Lujua.

A su juicio, el modelo impositivo que Euskadi necesita debe impulsar la competitividad y renegar de medidas como la recuperación del Impuesto de Patrimonio, que en estos momentos forma parte de la hoja de ruta fiscal de diputaciones como la de Bizkaia o Gipuzkoa, amén de la del propio Gobierno Vasco, y que supondría para las arcas públicas vascas una partida de más de 200 millones de euros al año. Sobre este asunto no se posicionó Lujua como presidente pero sí a título personal: "Sería un erroro. A las fortunas no hay que empujarlas para que se vayan de aquí; las necesitamos para que fluya la actividad económica", conminó.

Recado a la clase política A continuación puntualizó los seis retos que marcarán su agenda en los próximos cuatro años (reformas estructurales, dinamizar la actividad empresarial, normalizar el crédito, potenciar los modelos de excelencia en la gestión, fomentar la educación y favorecer las políticas de igualdad y de lucha contra el fraude) y se animó incluso a defender la filosofía Merkel de ligar los salarios a la productividad. "Si queremos esto nos hace falta mucha más transparencia y honestidad; la gente tiene que saber que de ésta no va a ser fácil salir si no somos mucho mejores y para que eso cale es necesario que seamos claros", avisó. También tuvo tiempo Lujua de mandar un mensaje a la clase política en favor del "acuerdo, la cordura y el consenso" porque, según dijo, no hay otra salida. "Vivimos aquí y trabajamos aquí, y entre todos, nos guste o no, tenemos que sacar esto adelante. Pero nos hace falta más unión y menos ideas políticas partidistas", concluyó.