El vitoriano Mikel Valderrama no encaja en el perfil de emprendedor. Al menos, según el estereotipo que dibujan los libros de management. En la otra escuela, sin embargo, en la de la vida, su caso es otro más. El de un chaval hecho a sí mismo, que reconoce contar sólo con el graduado escolar pero que a sus 19 años ya tenía a su cargo 12 trabajadores. "Con ellos me fui la primera vez a Madrid, a montar la mayor tienda de bricolaje de España, sin apenas experiencia y con 300 euros en el bolsillo. Hay que tenerlos bien puestos para meterse en un fregado así, con 12 tíos que tienen que comer y cenar todos los días".
En todos estos años, advierte con espíritu casi fraternal, la vida le ha hecho aprender por la vía rápida, con mucho riesgo, todos los avales del mundo y ninguna subvención oficial. "Lo de las entidades financieras no tiene nombre". Este vitoriano sabe bien lo que dice, porque no han sido pocas las veces que afirma haber recibido un "portazo" de bancos y cajas en cuyos escaparates se prometían jugosas ayudas a los emprendedores. "Todo muy idílico y muy bonito, pero mentira".
¿Pero cuál es realmente el éxito de este emprendedor? Tal vez la respuesta se encuentre en su innato sentido para oler los negocios, una intuición que no entiende de cátedras ni másteres pero que en su caso es algo absolutamente intrínseco desde que empezó a trabajar con 16 años en la antigua Gamesa. Allí manipuló alas para aviones, poco después pintó válvulas para barcos petrolíferos y poco después le dio por montar estanterías y mamparas en tiendas y oficinas. Le dio la alternativa en este sector una empresa local que, al poco de empezar, le mandó a la calle.
Tenía entonces 18 años y aquella noticia le pilló de vacaciones en México. No se amedrentó. Aprovechó los pocos contactos que había gestionado hasta entonces y fundó en 2004 su propia compañía -Gesmic- de la mano de un antiguo cliente. Fue el inicio de una próspera carrera que hoy, a sus 26 años, le permite liderar el mercado nacional del montaje del mobiliario con más de 180 marcas que confían en su trabajo (Inditex, Eroski, Caprabo, DYA, Makro, Bricodepot, Honda...). En esta tarea le acompaña su hermano, un coche que a menudo muta en oficina y 38 trabajadores.
Desde un punto de vista conceptual, el trabajo es sencillo. "Recibimos el material de los fabricantes -baldas, mamparas, armarios, bancadas...-, analizamos los planos y lo montamos. Todo en un tiempo razonable, con una calidad contrastada y a un precio supercompetitivo", explica Valderrama.
El resultado de esa competitividad, que le permite facturar ahora cuatro veces más que su perseguidor, se explica por la política de autoempleo que hace dos años puso en marcha en la empresa y que afecta principalmente a los 38 autónomos encargados de los montajes. A cambio de un depósito-fianza, explica el empresario, "les garantizamos un mínimo de facturación y trabajo al cabo del año". Hasta la fecha el radio de acción de Gesmic se ha centrado en España, Francia, Italia, Marruecos, Portugal, India e incluso Angola. La fórmula laboral ha permitido a la firma alavesa un ahorro importante de costes que, a corto plazo, permitirá a la empresa mantener el empleo y triplicar su volumen de facturación.
Sin embargo, para un joven ambicioso, estos resultados no son suficientes. "Se pueden y los vamos a mejorar con el tiempo", se dijo hace ahora un año, cuando comenzó a darle vueltas a la forma de mejorar el negocio. Cómo dejar de ser un mero intermediario entre la marca -póngase el caso de Zara- y el fabricante del mobiliario de todas las tiendas de esa marca para convertirse en un cliente global.
Nace Tecny North La solución llegó después de miles de kilómetros y reuniones en México, Madrid y Murcia. Se alió con tres fabricantes de mobiliario comercial y fundó Tecny North, un grupo independiente que "completa el círculo", es decir, fabrica, comercializa y monta. De eso hace ahora un par de semanas. En marcha están ya los primeros show rooms en Valencia, Sevilla o Barcelona para darse a conocer, y el año que viene comenzarán la aventura en serio. Este 2011, de momento, se lo toma este avispado emprendedor alavés de transición. Su posicionamiento en Google durante la primera semana, eso sí, se saldó con la nada despreciable cifra de 68.000 visitas, y para prevenir una "avalancha" de pedidos, el joven empresario acaba de contratar a 16 comerciales y tres empleados más para su oficina. "Para que luego digan que no hay trabajo. Sí que lo hay, claro, lo que pasa es que hay que currar el triple para ganar lo mismo", sostiene.
Para 2012 confía en que su última aventura empresarial vaya cogiendo cuerpo y madurando. "Ofreceremos la calidad del mobiliario que exija el cliente pero con un precio acorde a los tiempos", avisa.