trapagaran. Como se esperaba, Babcock Power dio ayer de alta a más de 250 antiguos empleados prejubilados hace siete años. Salvo los que no han sido localizados y los que han fallecido, todos deben acudir el lunes a trabajar si no se acogen al permiso retribuido que ofrece la empresa. Pero, tan pronto como han llegado, un nuevo ERE les dejará sin empleo y, esta vez, tal vez sin jubilación.
En principio, la sentencia del tribunal supremo que declara nulo el ERE de 2004 es una victoria de los trabajadores que impusieron las demandas contra el mismo en solicitud de unas garantías similares a las de quienes salieron en 2001. El problema es que el expediente de extinción anunciado ayer plantea, a falta de negociarse, unas condiciones de salida aún peores a las de 2004. "De locos", como dicen los propios afectados. Babcock está en concurso de acreedores y no cuenta con pedidos para poder alojar a 250 empleados más ni para pagarles. En cualquier caso, la anulación del ERE de 2004 a finales de febrero obliga a la dirección a reintegrales en la empresa, aunque el mismo día en hacerlo anunció que ya ha iniciado los tramites para deshacerse de esta nueva carga a través del enésimo ERE de la balco. Este expediente llega pocas semanas después del presentado en febrero de 2011 para los 370 trabajadores que formaban entonces la plantilla. Y es que la dirección tiene previsto desprenderse de la mayoría de los trabajadores para el 31 de mayo, con lo que estos 250 nuevos empleados no estarán en la empresa más de dos meses.
En cualquier caso, la dirección planteó ayer una alternativa en forma de permiso retribuido para que quienes se reincorporan, de entre 59 y 61 años, no tengan que enfundarse el buzo. La propuesta no fue bien acogida por el grueso de los afectados y ayer fueron muy pocos los que aceptaron este permiso, manifestando muchos además su intención de acudir el lunes a la planta de Galindo aunque no haya trabajo. "Llevamos siete años pidiendo que se anule el ERE de 2004 y que se nos dé de alta y ahora no vamos a echarnos para atrás", afirmaba José Miguel Saiz, en Babcock desde 1973 y uno de los más veteranos de la plantilla. "Si no hay trabajo alguien tendrá la responsabilidad, pero no pueden sacarme de la jubilación para mandarme al paro", denunciaba Saiz quien, como el resto de afectados, consideraba ayer un triunfo la sentencia del Supremo. "Perdí mucho dinero cuando entré jubilado a la seguridad social en 2004", recordaba José Antonio Blanco. "Hemos peleado por nuestros derechos durante todos estos años y ahora no se nos van a caer los anillos porque nos llamen para trabajar. Eso sí, si nos reincorporamos queremos un sueldo y unas garantías", pedía Blanco.
Pero la disponibilidad de los trabajadores choca frontalmente con la realidad de la empresa. "La dirección ha presentado un ERE de extinción para estos nuevos contratos", confirmó el presidente del comité de empresa.
surrealista La película es más que surrealista para estos nuevos empleados. A pesar de que la sentencia del supremo satisface las demandas de la mayoría de los despedidos en 2004 -recurrieron aquel expediente porque querían formar parte del aprobado en 2001 y heredar sus condiciones-, su situación ahora podría ser todavía peor ni de no llegarse a la solución que plantea el comité de empresa, que consiste en "que se queden como antes". "Buscaremos un acuerdo para que se dé por bueno el ERE de 2004 y no pierdan sus garantías", anunció Bustamante. Teniendo en cuenta las trabas judiciales para conseguir esto, los afectados están dispuestos a ir el lunes a trabajar "y a seguir luchando por nuestros derechos".