Vitoria. Crear una empresa en España cuesta, de media, 17,5 días. En Italia o Francia, en cambio, el tiempo no va más allá de las 48 horas. ¿Por qué? Puede que los notarios que dan fe de todo ello aquí sean excesivamente lentos, o tal vez la burocracia administrativa esté tan infectada de trabas y procedimientos farragosos que su labor resulte del todo ineficaz. Por uno u otro motivo, el caso es que el emprendizaje en Euskadi, motor de empleo, riqueza y futuro para el que cada año se destinan ayudas por valor de 300 millones de euros, no está donde debería. Y eso resulta preocupante para una comunidad como la vasca, históricamente ejemplar en el campo del emprendimiento.

En este contexto, la Fundación Popular de estudios vascos organizó ayer una charla-coloquio con algunos aventureros locales con el fin de repasar sus experiencias, analizar las carencias y virtudes de este colectivo y debatir sobre la proposición de ley que el PP presentó el pasado mes de noviembre para apoyar a los emprendedores y las pymes.

"El conformismo es tóxico" Abrió el encuentro el máximo responsable de CCC Centro de Estudios, Juan José Azcárate, que se centró en la necesidad "básica" para cualquier emprendedor de no tener "ni miedo, ni pereza ni vergüenza" a innovar y crear para llegar donde uno piensa. En este camino, advirtió, sobran el conformismo y las personas con influencia negativa. "Son tóxicas para cualquier empresa", dijo. El responsable de esta empresa, que recluta cada año 15.000 nuevos alumnos, concluyó apelando a algunas de las virtudes que cualquier "loco" que emprende ha de tener presente siempre: mantener la incertidumbre, estar predispuesto al cambio perpetuo, ser curioso de forma permanente y diversificar sin tregua. "Así llegaréis donde queráis", aseguró.

María D"Uol Por su parte, Aner Garmendia, director general de Ega Master, fabricante alavés de herramienta de mano con presencia en 150 países, expuso la importancia para cualquier empresa de la innovación y la internacionalización, "que nos hacen diferentes y mejores del resto, además de ayudarnos a diversificar nuestros riesgos". María Unceta, de Laboratorios María D"uol, el único centro alavés de cosmética que compite con las principales marcas del sector, conminó a las administraciones a velar "más" por las pymes tanto a la hora de agilizar los trámites burocráticos como la concesión de ayudas públicas. "No todas las empresas somos iguales, por lo que no todas las necesidades son las mismas", sostuvo.

Parecido argumento expuso el vitoriano César Oteiza, socio fundador de Idealista.com, el portal inmobiliario líder en España con 750.000 ofertas de pisos on line. "Las administraciones pueden ayudar a los emprendedores... no molestando mucho", señaló con ironía. "Lo que nos hace falta, al menos en el campo de internet, es crear un ecosistema emprendedor como Silicon Valley, pero yo me pregunto: ¿dónde está el nuestro?". Apuntó en este sentido a Madrid y Barcelona como ciudades tractoras en estos momentos, lamentando a su vez el papel de Euskadi: "Nos estamos quedando atrás. Ojalá que la proposición de ley del Parlamento salga adelante y sirva como punto de inflexión", reconoció.

No al apoyo público El último de los ponentes fue el representante de Alegría Activity, Juan José Alegría, artífice de un modelo de negocio nuevo como el de la comunicación en movimiento a partir de los autobuses tradicionales que forjó su familia. En la relación al papel de las administraciones, Jojó Alegría entiende "peligroso" recibir apoyo público,"ya que es muy subjetivo y puede dar lugar a un intervencionismo excesivo que a mí no me gusta", reconoció. A cambio, pidió a cada emprendedor ingenio para saber buscarse la vida, "como hacen los gringos", concluyó.