El proceso de elaboración del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación 2011 - 2015, ahora en curso en Euskadi, no es un tema que despierte excesiva atención. "Es eso de las subvenciones del I+D+i ¿no?", y pasas al siguiente artículo que habla de cosas más interesantes, de lo que llamamos "economía real", o de la "economía financiera", que tan de moda se ha puesto?
Claro que igual has oído hablar de la "nueva economía" o de la "economía del conocimiento" y tienes la mosca detrás de la oreja. En ese caso, igual te gustaría que alguien te explique qué es eso del Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación?. Ahí van tres preguntas sencillas: qué es el PCTI 2015, por qué tenemos que invertir más dinero en la Ciencia, en Tecnología, en Innovación, y quién tiene que escribir el Plan.
En la primera respuesta no es difícil ponerse de acuerdo. Hay cierto consenso en que avanzamos hacia la economía del conocimiento. Los factores clásicos de "tierra, trabajo, capital" van siendo reemplazados por otros factores: conocimiento, tecnología, personas con ideas que crean valor económico. Y también hay cierto consenso en que, para dinamizar esta nueva economía, conviene que haya una estrecha relación entre las personas que generan o aplican el nuevo conocimiento (científicos, tecnólogos) y las que saben poner en valor el nuevo conocimiento, las nuevas tecnologías (vamos a llamarles innovadores, emprendedores o empresarios).
Lo que mueve a un científico (romper las fronteras del conocimiento), no es lo mismo que lo que mueve a un emprendedor (crear valor). No son contradictorios, claro: simplemente son diferentes. Así que el diálogo entre ambos es posible, incluso dentro de una misma persona (el perfil científico-emprendedor existe, aunque es más frecuente el trabajo en equipo con personas de ambos mundos). Cuando funciona, los resultados son espectaculares.
Así que parece adecuado que la planificación de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación tenga algunas líneas maestras comunes, facilite el diálogo entre estos mundos. Eso es el PCTI: un plan para compartir grandes apuestas entre quienes generan conocimiento y quienes lo aplican y lo ponen en valor.
La segunda pregunta es algo más complicada. ¿Funciona bien esto de la Ciencia y la Tecnología? ¿De verdad que hay que dedicar más dinero? ¿No es mejor que se organicen mejor y saquen más partido de los fondos que reciben? Además, en la economía del conocimiento, las personas o instituciones que sean buenas científicas o excelentes en la aplicación de las tecnologías no deberían tener problemas para encontrar financiación? Entonces, ¿qué necesidad hay de subvenciones??
La respuesta no es sencilla. Efectivamente si el mercado funcionase de forma eficiente, pocas subvenciones harían falta, pero lo cierto es que no es así: los inversores privados y las instituciones financieras tienen poca experiencia en estos nuevos negocios basados en el conocimiento. Es un mercado muy intervenido, en todo el mundo, y en muchos casos las empresas contra las que compiten las vascas reciben fuertes apoyos públicos en materia de I+D, por vía directa o apoyándose en los agentes científico-tecnológicos públicos o público-privados.
Si queremos defender la industria como el activo principal de la economía de Euskadi, el conocimiento es nuestro aliado imprescindible para las próximas décadas. Y no hay elección: o somos capaces de generar nuestro propio conocimiento, o perderemos nuestra industria. Tenemos que trasformar nuestro tejido industrial en un tejido de industria del conocimiento, y eso lo tenemos que hacer nosotros, trabajando juntos.
Argeder suele argumentar con mucho acierto en Ekoberri sobre la importancia de que el capital de nuestras empresas permanezca en nuestras manos, para que seamos dueños de nuestras decisiones. Igual de importante es que el conocimiento lo esté también, porque el capital pierde importancia en la economía del conocimiento, y lo que importan son las personas, sus ideas. Así que igual que creo que hay que ser generosos con nuestra industria, creo que hay que ser generosos con nuestras apuestas en el conocimiento, con nuestra Universidad, con nuestras Corporaciones Tecnológicas, con nuestros Centros de Investigación, como lo son en otras sociedades que nos llevan la delantera.La receta ya existe, y está comprobado que funciona: excelencia, instituciones estables con una gobernanza sólida y que plantean apuestas a largo plazo, en marcos plurianuales. Nada imposible de conseguir en nuestro País.
Nos queda la tercera pregunta, la más difícil: ¿quién tiene que escribir el Plan? Hay quien dice que las Instituciones, porque les corresponde liderar los proyectos de País. Lo cierto es que les corresponde administrar los recursos públicos, y esa capacidad de prescripción les da un papel privilegiado para jugar un papel clave en las apuestas de futuro. Hay quien dice que los empresarios y los innovadores, porque son los que entienden de convertir el conocimiento en valor. Y si no es para convertirlo en valor? ¿para qué queremos el conocimiento? Además, los industriales de este País han demostrado que tienen temple, y que cuando llega el momento de las decisiones difíciles han estado siempre a la altura. Y también hay quien dice que los científicos y los tecnólogos, que son los que mejor entienden esto del conocimiento y el complejo entramado de su financiación. Bueno, algo de razón tienen: ser político o ser empresario no cualifica necesariamente para algunos negociados que tienen que ver con el largo plazo. Quien puede opinar con más criterio del Sistema de I+D+i es el que lo sufre en su trabajo diario.
Para estas alturas ya sabrás que opino que el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación es una obra coral, y por eso lo tiene que escribir alguien que entienda de armonía. Algunos lo llaman liderazgo (un término que daría para tres preguntas también ¿verdad?). Seguro que otros tienen otras preguntas y en consecuencia, otras respuestas: convendría compartirlas. Nos jugamos mucho en el PCTI 2015, es un tren que no podemos dejar escapar. Y, por favor, no te confundas con las subvenciones: la Ciencia, la Tecnología y la Innovación son un tesoro. Por eso este País debe apostar por ellas.
* Vicepresidente ejecutivo de IK4