UN primer recuerdo a la figura de Marcelino Camacho, el último gran sindicalista español, antes de señalar como los presupuestos que el Gobierno vasco ha aprobado para el próximo ejercicio me traen a la memoria una frase de Aristóteles en la que decía "la inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica". En este sentido, toda acción de gobierno debe ser entendida como la puesta en práctica de sus conocimientos, máxime si estamos hablamos de la principal herramienta de los gobernantes, como son unos presupuestos donde señala y pormenoriza cómo, cuándo y en qué van a gastar el dinero que aportamos los ciudadanos gobernados, porque, junto a los conocimientos, los responsables deben aportar una buena dosis de destreza e inteligencia para acertar en sus previsiones.

Y, en este punto (destreza) es donde surgen dudas respecto a las cuentas aprobadas por el Gobierno López para 2011 con el apoyo del PP. Podemos dejar al margen del comentario el endeudamiento de 1.100 millones de euros para cubrir el déficit, cuyo tope lo que marca el Gobierno español. También se puede hacer abstracción del mayor o menor optimismo en la previsión de crecimiento económico (1,4 %) y aceptar, como un concepto axiomático, que la situación de crisis obliga a tomar medidas de austeridad, pero éstas pueden y deben ser inteligentes para reducir el gasto sin hipotecar el futuro de la sociedad vasca. Es decir, el futuro de niños, adolescentes, jóvenes y universitarios, que configuran el núcleo central de la sociedad del conocimiento del mañana.

Por eso, preocupa (o debería preocupar) la reducción cercana al 4 por ciento respecto a 2010 en las partidas correspondientes a Educación Infantil y Primaria; Educación Secundaria y Enseñanza Universitaria, que representan casi el 21 por ciento del presupuesto total. Es, evidentemente, una fuerte reducción en un tema de gran sensibilidad.

En el terreno industrial, tres de las partidas más importantes sufren también fuertes recortes. Son el "Desarrollo industrial y apoyo a emprendedores", que pierde un 5,82 %; "Innovación y estrategia de competitividad" (-10,34%) y el "Comercio interior" (-19,59%). Se trata de factores esenciales para el desarrollo tecnológico, el aumento de la productividad y la competitividad, así como para la dinamización de la demanda interna. Son, en definitiva, el punto de inflexión para el crecimiento económico y la creación de empleo. Recordemos que este año apenas se ha notado la transferencia de I+D+i (86 millones). Por último, señalar que las políticas activas de empleo se dejan notar en un incremento de 373 millones de euros para el departamento de Empleo y Asuntos Sociales, cuando la citada transferencia representa una reducción de 472 millones en el cupo que se abona a Madrid, mientras que el cómputo total de gastos (10.549,5 millones de euros) sólo se incrementa en 234 millones.

Con estos mimbres presupuestarios resulta difícil conciliar el ya citado axioma de la austeridad con la necesaria inteligencia para aplicar con destreza los conocimientos. En una primera lectura, los presupuestos vascos para 2011 no sólo son defensivos, sino temerosos, porque, como dijo un juez francés, Henry Home Kames (1696-1792), "la ignorancia es la madre del miedo".