EL cliente ha hablado. Y no ha podido hacerlo ni más alto ni más claro. Le "duele", y mucho, ver a su caja "de toda la vida" envuelta en "absurdas trifulcas políticas" y encausada en los tribunales. Después de una semana tormentosa para Gregorio Rojo, que el pasado miércoles vio cuestionada su reelección como presidente en las últimas elecciones de marzo de 2008, se han sucedido una serie de acontecimientos que, de manera inevitable, han manchado el buen nombre y la imagen de la que siempre han hecho gala los directivos de la Vital. En este serial, como no podía ser de otra forma cuando se desatan batallas políticas con vencedores y vencidos, se han colado los matices. Desde los cruces de acusaciones hasta las malas formas, pasando por las descalificaciones, la solicitud de dimisiones e incluso la amenaza de tiempos oscuros... Y todo, guisado al alimón entre la clase política, guardián de los consejos de administración de todas las cajas.

Pero, ¿y los clientes? ¿Quién los ha tenido en cuenta? Según la memoria anual de la Caja, uno de cada dos préstamos que se conceden en Vitoria proceden de esta entidad, lo que da una idea de su liderazgo. Entre otros, cuenta con casi 800 empleados, tiene cerca de 70 oficinas en la capital, gestiona más de 450.000 libretas y dispone con 14.500 socios mayores de 55 años en su Fundación Mejora, una de las patas más importantes de su Obra Social, a la que destinó en 2008 un total de 25 millones de euros.

DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA ha querido abrir sus páginas a estos clientes para dar luz a sus respuestas tras el varapalo judicial de esta semana. El resultado que ofrecen estos diez testimonios da una idea del malestar general que ha desatado este terremoto.

"Guerra de sillones" Uno de los más críticos es Nacho Sagredo, empresario y cliente desde hace décadas. A su juicio, "lo lamentable de todo esto es que haya sido un miembro de su propio partido, Txarli Prieto, el que haya provocado toda esta guerra de sillones. Al margen de esto, además de parecerme muy mal ver a la Caja en los juzgados, creo que los políticos no pintan nada en una entidad bancaria. Menos mal que aquí tenemos un auténtico profesional como el director general, Joseba Barrena, y gracias a su gestión esto funciona bien. Al frente tiene que haber auténticos profesionales".

Para Marian López de Ullíbarri, ama de casa, tampoco resulta agradable digerir las malas noticias que han poblado estos días los medios en torno a la Vital. "Me parece fatal verla envuelta en fregados absurdos de este tipo", explica a este diario en la entrada de la oficina de la Virgen Blanca. "Esto nos pasa por dejar en manos de los políticos la gestión de estas cosas; aquí cada uno va a lo suyo y además esta persona no está muy preparada para llevar la dirección de una empresa tan importante, ¿no?", sostiene.

Juanjo García es el tercer cliente que accede a hablar. Y como sus predecesores, tampoco le ha gustado lo que ha visto esta semana. García sabe bien de lo que habla porque ha sido durante muchos años empleado de banca. Por eso señala abiertamente que "el problema de la Caja es que nunca se piden responsabilidades entre sus directivos; da igual lo que hagan porque todo sigue igual. Lo ideal sería que ocurriera como en la banca privada, donde no hay políticos sino profesionales. Así están luego algunas cajas como están", lamenta. Para este ex empleado del Banesto, hoy prejubilado, "no parece de recibo que si Rojo acabó el plazo que tenía como presidente siguiera al frente; debía haber salido elegido otro y no él, pero como son asuntos políticos y está en juego el poder, pasa siempre lo mismo".

María Jesús Muñoz es también ama de casa y cliente "con libreta y ahorros" en la Caja "de toda la vida". Por eso afirma sin complejos, seguramente por esa pertenencia de orgullo a una entidad que se sabe líder, que le "duele mucho" que los políticos estén jugando con el dinero de la gente y perjudicando a la imagen de la Caja, "que formamos todos". María Jesús, que apura un cigarrillo mientras saca dinero del cajero, desea no volver a ver a la Vital así, "enfangada en asuntos que no tienen que ver con los clientes y las empresas".

rojo, demasiados años Gorka Elexpuru es funcionario. Camina con prisa a media mañana por la calle Postas. Conoce de oídas los últimos "líos" de la casa y se presta al periodista. "Rojo lleva un tiempo excesivo en la dirección; no me gusta", espeta a las primeras de cambio. Como cliente reconoce tener la sensación de que la política está demasiado metida en la Vital y que los partidos nunca han renunciado a eso. "Supongo que habrá intereses políticos, económicos o favores", intuye. "Cuando dejas en manos de la política una entidad suelen pasar estas cosas", coincide con Marian.

La estudiante Paula Iglesias, que aprovecha un receso en la universidad, no muestra excesiva preocupación por si la imagen de la Caja se ha visto dañada o no. "A mí, mientras siga trabajando como hasta ahora y no me genere problemas, me da igual", reconoce con cierto desdén. Preguntada por la presencia de la clase política en los órganos de dirección de una caja, esta estudiante de la UPV responde con resignación que "parece inevitable que sea así; ya sé que no deberíamos conformarnos, pero es lo que hay". Bixen Fernández, que sí ha seguido estos días la actualidad del caso Rojo, agradecería, y es lo que desea, "que haya transparencia en cualquier proceso electoral, porque eso evidencia buena salud". Pero al margen de las irregularidades, su sensación como cliente de una gran marca es que muchas veces, "a los pequeños nos olvidan". "En algunas cosas desde luego", añade, "se nos tiene muy poco en consideración y eso es evidente. Yo soy cliente de la Caja, pero no estoy contento, como con ninguna entidad financiera. Es una entidad que debe velar por unos fines sociales que creo y considero que no existen o, por lo menos, son insuficientes", se despacha. ¿Lleva mucho tiempo Rojo al frente de la Caja?, le pregunta el periodista. "Que un presidente lleve tanto tiempo en el cargo, éste u otro, no es bueno. Tendría que tener carácter rotativo, con periodos más cortos para dar aire fresco".

Luis María Sáez de Cortázar, Erika Cabello y Blanca (prefiere no dar su apellido) completan este muestreo trazando las mismas coordenadas de mejora que sus compañeros. Todos coinciden y asumen que sus testimonios "no servirán de nada", pero al menos desean que "conste en acta", bromea Sáez de Cortázar. Para este autónomo, el problema de todos estas cuestiones extraempresariales radica en los propios clientes, que "preferimos mirar para otro lado antes de plantarnos; como no sabemos mucho del tema nos dejamos llevar", reconoce. Como cliente entiende que "no es bueno para nadie la mala imagen que estamos dando", pero insiste en asumir parte de la culpa. "Esto nos pasa por fiarnos de quien muchas veces no debemos, y como somos ignorantes en muchos temas y ellos no, pues al final se embolsan el dinero a costa de los ahorradores. Contra eso no podemos hacer nada los clientes, lo tienen que solucionar los de arriba", clama.

una caja más pública Blanca también es autónoma, con mucha experiencia en gestión empresarial. Por eso se muestra especialmente dura con la situación desatada. "La Caja no tendría que estar tan politizada, para empezar, y tendría que ser algo más pública. Los cargos que están hasta ahora ya sabemos cómo se han designado, a dedo y cambiando cromos. Por estas cosas he retirado todo el capital que tenía aquí". ¿Y la imagen? "Ya me da igual. Todos sabemos quién es Rojo, que lleva tantos años en el cargo. Esos puestos deberían tener una duración máxima de cuatro años y no ser elegidos en función de intereses partidistas. Así nos va luego".

Erica Cabello, ahora en paro, no entiende cómo con la que "está cayendo" se anden con tonterías de este tipo. Su mayor temor es salir perjudicada como cliente de todo el proceso judicial, por eso, mientras "a mí me vayan bien las cosas, sus problemas me traen si cuidado". Y concluye: "Hay mucho politiqueo en todo y tal vez por eso lleven tanto tiempo en esos puestos. ¿Que es demasiado? Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer".