Delgado, perfil de hilo, piernas de coloso, Federico Ezquerra se adueñó de un trozo de la historia del Tour. En 1934 sometió al enorme Galibier en una ascensión cincelada para el frontispicio de la Grande Boucle. El escalador vizcaíno era un ser alado, por eso, cuando doblegó el Galibier, le llamaron el Águila del Galibier. Después, siempre se le conoció así.

Excelso montaña arriba, Ezquerra se encorajina en el Tour de 1936, una carrera a dos tintas para una España que asistió a la sublevación militar de Franco. Un día después de que Franco y Queipo de Llano ordenaran atacar contra la república, dando inicio a la Guerra Civil española, Ezquerra se impuso en Tour. Fue el del vizcaino un triunfo sin eco. Avisó de sus intenciones el 14 de julio, cuando otra vez, Ezquerra, un escalador de leyenda, doblegó el Galibier, su montaña.

Días después, el Tour se recostó en la Costa Azul, en una etapa entre Niza y Cannes. Ciclista explosivo, el mejor escalador de la época, Ezquerra logró imponer su estatus en la fuga. En la ascensión a La Turbie, dejó atrás a sus dos compañeros de escapada, Maes y Vervaecke. Ezquerra tomó una buena renta, pero todavía restaban una treintena de kilómetros hasta alcanzar la llegada de Cannes. Mas y Vervaecke presionaron cuanto pudieron.

En el descenso, Ezquerra toma una decisión que, posiblemente, le servirá para vencer. El vizcaíno opta por no cambiar de marcha. Suponía detenerse durante medio minuto para girar la rueda trasera. La apuesta le salió bien y Ezquerra se alzó con la victoria más importante de su carrera. El triunfo en plena sublevación de Franco contra la República no pasa desapercibida.

La carga política de la victoria de Ezquerra pareció escapársele al diario L’Auto, pero el periodista Jacques Goddet se deshizo en elogios: “No es especialmente estético nuestro Federico cuando pedalea de pie, muy inclinado hacia delante y pasando el peso de la bicicleta de un muslo a otro con la cadencia seca de un metrónomo. La fuerza sale a golpe de riñón, y casi se puede decir que va creciendo. La cadera parece tirar del pedal cuando sube, en vez de al bajar. Ese tipo de movimiento es justo el que otorga esa impresión de ligereza que transmiten los buenos escaladores”, dejó escrito. Una bella página en el horror de la Guerra Civil.