vitoria - Todos los comienzos de año acostumbran a ser momentos ideales en los que desplegar sobre la mesa las ilusiones y los propósitos que aspiramos a convertir en realidad a lo largo de los siguientes meses. Apenas importa cuántas veces nos los hayamos propuesto con anterioridad, porque con el cambio del calendario resulta obligado reactivar esta lista que acude con puntualidad a su cita. Esta costumbre universal alcanza una de sus máximas dimensiones dentro del mundo del deporte profesional, en el que cada ejercicio suele convertirse en una arriesgada apuesta en la que el filo que separa el fracaso del éxito es casi inapreciable.

Si este ritual se repite cada doce meses, hay ocasiones en las que presenta una intensidad especial. Es el caso, por ejemplo, de este 2020 que acaba de ver la luz. El motivo resulta bastante evidente si se tiene en cuenta que el precedente más cercano data de 2016, hace precisamente cuatro años. Se trata, claro está, de la presencia en el horizonte cercano de una nueva edición de los Juegos Olímpicos. Sin duda la cita más relevante del deporte a nivel mundial y en la que todos desean hacerse un hueco.

Un objetivo que, evidentemente, no es en absoluto sencillo y que obliga a los aspirantes -sea cual sea la disciplina que practiquen- a superar una larga y exigente lista de exámenes. La mayoría de estas pruebas se desarrollarán en los meses previos al inicio de la Olimpiada y, por ello, la perfecta planificación que está a punto de arrancar es motivo de incontrolable desvelo para todos ellos.

Un nutrido grupo en el que, afortunadamente, también hay representación alavesa. Y es que pese al limitado tamaño del territorio casi siempre ha sido capaz de colar a alguno de sus vecinos entre los participantes en la historia moderna de los Juegos. En la XXXII edición que se disputará en Tokio desde el 24 de julio al 9 de agosto es probable que se repita esta magnífica costumbre aunque, de momento, no hay ningún billete asegurado.

Y esa es precisamente la intranquilidad con la que tiene que convivir el grupo de deportistas alaveses con opciones reales de estar presentes en Japón. Una angustia que necesitan saber gestionar para poder cumplir satisfactoriamente con los objetivos parciales que se les exigen para conseguir el pasaporte a la Olimpiada sin perder de vista que debería ser en ese momento cuando disfrutasen de su mejor pico de forma.

Dos ciclistas, dos atletas Un escenario complicado pero en el que están obligados a moverse. Realizando un análisis de la situación a día de hoy, dos son los deportes en los que se centran fundamentalmente las esperanzas de presencia alavesa en Tokio. Se trata del ciclismo y el atletismo. En la primera de estas disciplinas compite la única de las candidatas que tiene experiencia en un evento de esta magnitud. Porque Tania Calvo puede presumir de haber participado hace cuatro años en los Juegos que tuvieron lugar en Río de Janeiro. Ahora busca su segunda participación olímpica en las pruebas de pista, de nuevo formando pareja en la velocidad por equipos con la catalana Helena Casas. Por delante tienen un exigente camino -en el que de momento no están consiguiendo los resultados deseados- para obtener los puntos que les permitan colgarse un dorsal en la ciudad asiática.

También sobre la bicicleta aunque en su caso fuera del velódromo aspiran a estar Mikel Landa y Lourdes Oyarbide. Para ellos, la tarea a completar es convencer a sus respectivos seleccionadores para que les incluyan en la lista de elegidos. España tiene garantizada su participación tanto en las pruebas de fondo como en las de contrarreloj pero los responsables de los equipos deben decidir la identidad de los corredores en los que depositan su confianza. Por lo que respecta a la categoría masculina, hay disponibles cinco plazas en línea y dos para la lucha contra el crono. En estas dos últimas está descartada la presencia de Landa pero, a priori, sí es un firme candidato a integrar el quinteto de fondo. Más aún considerando que el circuito previsto se ajusta bastante a sus características. Claro que teniendo en cuenta las múltiples sorpresas que puede deparar un deporte tan imprevisible como el ciclismo y los muchos meses que todavía faltan para la disputa de la competición, cualquier pronóstico debe ser tomado con la máxima precaución.

Situación inversa a la de Landa es la que vive Oyarbide. En el caso de las féminas, la representación española está limitada a dos corredoras en línea y una contra el reloj. En estos momentos se antoja prácticamente imposible que Lourdes sea una de las representantes en la carrera de fondo pero, en cambio, sí sería factible que fuera elegida para la contrarreloj individual, una modalidad en la que la ciclista del Movistar es una de las mejores especialistas a nivel estatal.

El otro gran foco de atención de la posible representación alavesa en Tokio 2020 se centra en una de las grandes pruebas de referencia del atletismo. Los 42 kilómetros y 195 metros que componen el maratón. Una histórica especialidad en la que la provincia aspira a situar a dos de sus vecinos. Siguiendo los pasos del inigualable Martín Fiz -campeón del mundo (1995), campeón de Europa (1994), cuarto en Atenas' 96 y sexto en Sidney' 00-, Iván Fernández y Elena Loyo sueñan con vivir por primera vez el sueño olímpico.

Para conseguirlo, el primer paso que deben dar es lograr la marca mínima que pide la Federación para poder ser seleccionado. Una vez superados los problemas físicos que le mantuvieron en el dique seco buena parte del curso pasado, Fernández lo intentará el próximo 23 de febrero en la maratón de Sevilla. Una prueba con un recorrido a priori favorable para establecer un buen registro. También Loyo tendrá que buscar la marca que le permita abrir la puerta de la selección, aunque en su caso todavía no ha hecho público el escenario. Claro que ni el hecho de conseguir la mínima es garantía de lograr el billete para Tokio ni no hacerlo supone una condena definitiva. Porque en última instancia son los responsables federativos quienes tienen la potestad de asignar las plazas disponibles si hay un excedente de mínimas y, de la misma manera, también pueden citar a algún atleta que no haya logrado el registro requerido si hay huecos libres. Por delante quedan, por lo tanto, meses de enorme esfuerzo e incertidumbre para Fernández y Loyo, que están obligados a enfocar toda su temporada hacia el sueño olímpico.

Esperando una decisión Algo que, por el contrario, no tendrán que hacer otros dos alaveses con posibilidades de estar en Tokio. En su caso formando parte de equipos que ya tienen asegurado el billete para la ciudad japonesa. Se trata de Unai Simón y Made Urieta. El guardameta del Athletic cumple los requisitos de edad necesarios para formar parte de la selección olímpica y la sobresaliente temporada que está completando le convierte en uno de los claros candidatos a defender el arco de la Roja en esa cita excepcional. Algo que tiene casi imposible Martin Aguirregabiria, quien tras proclamarse meses atrás campeón de Europa sub- 21 ya ha sobrepasado el límite que fija la normativa y solo podría ser convocado ocupando una de las tres plazas para mayores de 23 años que permite el reglamento. Poco menos que una utopía para el lateral. Simón, en cambio, sí está cerca de disfrutar de una experiencia inolvidable de la que, en principio, solo podría apartarle una inoportuna lesión o la pérdida de la titularidad en el Athletic.

Algo más incierta es la presencia de Made Urieta en Japón. La entrenadora del Rpk Araski formó parte del cuerpo técnico de la selección española absoluta de baloncesto femenino el pasado verano. Una experiencia que se saldó con un sobresaliente tras la conquista de un nuevo campeonato de Europa completando un expediente espectacular. La Federación Española, sin embargo, designa anualmente los ayudantes del seleccionador Lucas Mondelo, por lo que todavía es una incógnita si la ayalesa será citada nuevamente o no.

Argumentos para ello, desde luego, está ofreciendo más que sobrados con su gran trabajo a los mandos de un Araski del que es alma mater. Artífice desde el banquillo y los despachos del gran crecimiento de la escuadra alavesa en los últimos años, recientemente ha rubricado un nuevo éxito certificando la clasificación del equipo para la próxima Copa de la Reina de Salamanca. De momento, no obstante, a Made Urieta no le queda más remedio que esperar a la decisión de Jorge Garbajosa y su equipo de trabajo para saber si puede vivir en primera persona el sueño olímpico.

Uruñuela, todo un fijo Además de este septeto de candidatos que ojalá pueda certificar un pleno para enarbolar la bandera olímpica alavesa el próximo verano en Tokio, hay ya otro deportista provincial que tiene asegurada su presencia en la capital de Japón. Aunque en su caso el desplazamiento tendrá lugar un poco más tarde. Será, en concreto, del 25 de agosto al 6 de septiembre, cuando se disputarán los decimosextos Juegos Paralímpicos. Allí estará el alavés Juanma Uruñuela, que recientemente ha sido designado por la Federación Internacional de Baloncesto en Silla de Ruedas como uno de los 21 colegiados que dirigirán esta competición. Una excelente noticia que, en su caso, puede considerarse casi rutinaria. Y es que los de Tokio 2020 serán nada menos que los sextos Juegos Olímpicos para Uruñuela de los siete para los que podría haber sido seleccionado desde Barcelona'92. Se trata, por lo tanto, de uno de los grandes veteranos de la competición y cuenta además con un enorme prestigio como lo demuestran las dos finales olímpicas -masculina y femenina- dirigidas que aparecen en su currículo. Un expediente soñado en el que en Japón escribirá un nuevo capítulo inolvidable. Algo en lo que también ha puesto todas sus ilusiones el helenco de deportistas alaveses que aspiran a vivir en primera persona los Juegos Olímpicos. Es cierto que este redondo 2020 no ha hecho nada más que comenzar pero no lo es menos que los inconfundibles aros de Pierre de Coubertin aparecen en los sueños de todos ellos cada noche. Ojalá dentro de unos meses logren tocarlos con sus propias manos.