Poderoso caballero es Don Dinero. Sin embargo, no todo lo compra: no es capaz de acelerar el tiempo o conceder victorias. Al menos, no por ahora. Después de proclamarse campeón de la Premier League, el Liverpool imprimió esperanza para consolidar el proyecto ganador. Inyectó la cifra récord de 482,9 millones de euros –los clubes de la LaLiga reunidos gastaron 693– para reforzar la plantilla. Pero las dudas asaltan Anfield cuando apenas han transcurrido once partidos de la presente temporada. La cohesión no termina de llegar y la espera tiene impacto en el juego y los resultados.

El primer revés para la tropa de Arne Slot llegó en la apertura del curso, con la derrota en la final de la Community Shield ante el Crystal Palace (2-2 en el tiempo reglamentario y 5-4 en los penaltis). El conjunto red pareció resarcirse con siete victorias consecutivas, cinco en liga, una en Copa de la Liga y otra en Champions League. Pero pese a la racha, había detalles que podían enmascarar problemas estructurales: en cinco de las victorias los goles llegaron en los minutos finales. Las miradas se centraron en la escasa aportación de las incorporaciones: Alexander Isak (145 millones), Florian Wirtz (125), Hugo Ekitike (95), Milos Kerkez (46,9), Jeremie Frimpong (40) y Giovanni Leoni (31). 

A estas tempranas alturas de la campaña, Sports Illustrated enmarca a tres de ellos entre los peores fichajes del pasado verano. Encabezan el ranking Wirtz en primer lugar y Kerkez en segundo. Isak aparece en el quinto puesto. En concreto, Isak, traspaso más caro de la historia de la Premier y tercero a nivel mundial, suma un gol y una asistencia. Wirtz ha facturado una asistencia. Datos decepcionantes.

El pobre rendimiento ha desencadenado en tres derrotas consecutivas, ante Crystal Palace de nuevo (2-1), Chelsea (2-1) y Galatasaray (1-0), este último en Champions, donde el curso anterior Slot y sus chicos lideraron la fase de liga de inicio a fin. Las alarmas suenan en Liverpool. No carbura. No proyecta la fluidez del curso pasado. Es un equipo menos dinámico, más vulnerable y menos incisivo. La razón, según apuntan desde dentro, es la falta de compenetración. El coste de los refuerzos suponía un rendimiento inmediato. El impacto no está siendo tal. No se han adaptado. No han cristalizado. Pero el dinero no compra la paciencia del aficionado.

“El Liverpool era un equipazo la temporada pasada, pero también un equipo currante, al que le han echado un poco de purpurina en cuanto a fichajes, y no ha ganado nada en ataque, pero ha perdido mucho en defensa”, analizó la leyenda red Jamie Carragher en CBS Sports. Es la idea que merodea por la ciudad industrial.

"Hemos perdido mucha calidad", afirma Van Dijk

Las declaraciones realizadas por el capitán Virgil van Dijk son desconcertantes. Por un lado aseguró para Reach Sports que “el club lo ha hecho de maravilla en términos de llegadas”, pero matizó que “realmente no son incorporaciones”, sino “reemplazos, porque obviamente hemos perdido mucha calidad que era importante a lo largo de los últimos años: Luis Díaz, Darwin Núñez, Jarell Quansah, Harvey Elliot... es mucha la calidad que hemos vendido”. Cabe añadir en este apartado la también venta de Trent Alexander-Arnold y el fallecimiento de Diogo Jota, ausencia que sobrevuela Anfield desde el prisma anímico.

Consciente de que el vestuario debe tomar otro rumbo, Van Dijk añadió que “ahora es momento de trabajar y crear un equipo muy muy bueno en el terreno de juego para competir en todas las competiciones en las que estamos. Ese es el objetivo”. 

La llegada Slot la pasada campaña trajo un nuevo sistema táctico. El equipo pasó de un 4-3-3 más vertical de Jürgen Klopp a un dibujo focalizado en el control y la posesión que se asemeja a un 4-2-3-1 pero que posee variantes que pueden transformarlo en un 4-3-3. Los fichajes no parecen haber encajado en esta propuesta. Además, Slot ha concedido roles distintos a jugadores clave, lo que ha añadido riesgo a un bloque acostumbrado a la estabilidad táctica.

El impacto de Salah se reduce

En definitiva, se han perdido automatismos y una figura como Mohamed Salah parece resentirse. El egipcio fue el máximo goleador del equipo el curso anterior, con 34 goles y 23 asistencias en 52 partidos, y se proclamó mayor anotador de la Premier. Ahora presenta 3 goles y 3 asistencias en 10 encuentros. Lleva cuatro partidos sin anotar. El curso pasado no transcurrieron dos citas seguidas sin que viese portería y por estas fechas contaba con 5 tantos y 5 asistencias. 

La calidad individual parece incuestionable, pero Slot no ha sabido transformar el talento en rendimiento colectivo. El volumen de refuerzos ha alterado la compenetración de la plantilla. Cody Gakpo subrayó lo complicado que es adaptarse con tantos rostros nuevos, que necesitan adquirir confianza y estabilizarse en sus nuevos roles, y todo ello compaginarlo con la urgencia de lograr la unión y los resultados. Es decir, el Liverpool está inmerso en un periodo de transición y puede formar parte de un plan concebido para el medio o largo plazo, de modo que existen motivos para el optimismo. Podría tratarse de una etapa constructiva si se aceleran los plazos de la cohesión y los resultados permiten mantener abiertos los frentes en todas las competiciones. 

Duelo de necesidades ante el Manchester United 

La paradoja resulta evidente: Liverpool ha invertido como nadie lo había hecho, pero no ha obtenido la garantía de resultados inmediatos. Necesita tiempo. Una nueva oportunidad para revertir la situación llegará hoy con el trascendente encuentro ante el Manchester United en Anfield (17.30 horas). Un rival cuyo entrenador, Ruben Amorim, vive en la cuerda floja desde jornadas atrás. Se trata de otro proyecto dotado un fuerte gasto –250 millones– que busca resultados. Será, sin duda, un duelo de necesidades que podría disipar dudas.