Hubo un tiempo en el que la incertidumbre agitaba la bandera de la emoción en el Mundial, un galimatías de todos los colores, un acertijo repleto de laberintos.

La carrera que se supone indescifrable, –por eso de que se corre por selecciones, donde los compañeros de equipo pueden ser rivales o aliados, donde se compite a tientas, sin pinganillo, y se persigue el vellocino de oro que es el maillot arcoíris– no tiene secretos para Tadej Pogacar.

En esas circunstancias, acaso azarosas, solo los genios como el esloveno están capacitados de anunciar su victoria con meses de antelación.

Pogacar desencripta con enorme celeridad y virtuosismo los misterios de todas las carreras porque el secreto, lo inaccesible y lo inimaginable es él.

El esloveno es un visionario que representa el futuro. Prometeo. Lo que será, él ya lo es. El talento para desentrañar grandes incógnitas le emparenta con Alan Turing, que descifró el código de Enigma, una máquina de cifrado nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

Para conseguirlo, el matemático inglés desarrolló la máquina Bombe, –el nombre era el de un tipo de helado polaco (fueron los polacos quienes suministraron una máquina Enigma para ser estudiada), que automatizó el proceso de desencriptado y acortó la guerra. Aquel trabajo fue clave para la victoria aliada del mencionado conflicto.

Fue Turing el precursor de la informática moderna, considerado el creador de la inteligencia artificial, entre otras muchas cosas.

Siendo apenas un muchacho, el joven Turing, hambriento de conocimiento, no dudó en coger su bicicleta y recorrer los 90 kilómetros que separaban su casa del colegio para asistir a clase y estudiar. Así empezó su carrera. Un genio en bicicleta. 

Pogacar, que pertenece a la misma estirpe de los adelantados a su tiempo, repitió arcoíris en Kigali después de lanzarse hacia la historia cuando restaban 104 kilómetros (rodó 66 en solitario) para reclamar la gloria. Repitió pose en Ruanda.

Aplicó el mismo patrón que empleó un año atrás en Zúrich. Para qué cambiar algo que funciona.

Descerrajó el esloveno la alambicada cerradura de ambos Mundiales con la misma ganzúa, la que aúna un talento descomunal, ambición ilimitada y la valentía propia de los apasionados sobre un Evenepoel que le derrotó en la crono.

Pogacar, feliz, en el podio, con el maillot arcoíris y la medalla de oro. Efe

105 victorias

Pogacar respondió con la contundencia de los grandes campeones, agitadores de sí mismos. Trascendente, el esloveno agarró su segunda corona mundialista después de conquistar dos veces de manera consecutiva el Tour. Solo Eddie Merckx obtuvo un logro semejante, aunque en años distintos. 

El Caníbal esloveno, museística su vitrina, formalizó en Kigali su 105ª victoria de su inagotable palmarés. En el presente curso suma 17 laureles. Entre ellos, el reciente Mundial, el Tour, el Tour de Flandes, la Lieja, la Strade o el Dauphiné.

El domingo le espera el Europeo de ruta que se disputa en Francia. El astro esloveno cerrará el curso en Il Lombardia, Monumento que ha tallado victorioso en sus últimas cuatro incursiones.

El 11 de octubre partirá como único candidato a la gloria. Nada de se le resiste al exuberante Pogacar, un ciclista que no solo se puede interpretar a través de los datos, de sus conquistas y de un palmarés que le sitúa entre los más grandes de la historia.

Paula Ostiz busca el oro en el Europeo


Campeona del Mundial de ruta y plata en la crono de Kigali en categoría júnior, Paula Ostiz continúa persiguiendo objetivos. La navarra está citada para el Europeo, donde competirá tanto en la prueba de contrarreloj este miércoles como en la de ruta del viernes.

Ostiz, vigente campeona de Europa de contrarreloj, buscará revalidar el título en una prueba de 12,2 kilómetros con final en alto en un recorrido entre Loriol-sur-Drôme y Étoile-sur-Drôme.

La iruindarra también tratará de estar entre las mejores la cita en línea, una prueba de 48 kilómetros. Irati Aranguren, presente en la crono, ayudará a Paula Ostiz.

Eñaut Urkaregi correrá la crono júnior. En ruta también estará Ibai Villate. Urko Berrade, Markel Beloki e Igor Arrieta participarán el domingo en la prueba élite masculina. Maite Urteaga será de la partida en categoría femenina. 

Lo que diferencia a Pogacar no es tanto el qué, arrollador, sino el cómo, electrizante. Su forma de ganar, su valentía de aspecto suicida, si bien esta responde a una capacidad superlativa, anuda la afición a un campeón superlativo, un elegido capaz de vencer en distintos ecosistemas. Eso le diferencia de los especialistas puros. 

En todos los terrenos

El esloveno volador se luce en todas las estaciones y pasarelas ciclistas. Ambicioso al extremo, como todos los campeones que han transcendido, Pogacar no solo corre para los anales y para establecer récords.

El esloveno, un loco maravilloso, va más allá de los números. Entre el sedimento de las victorias, al esloveno le diferencia su devoción por el ciclismo y la manera de encararlo.

Indisimulada su tendencia hacia el espectáculo, recibe esa misma respuesta desde la cuneta.

Es el alimento para la afición. La nutre con sus ocurrencias. Emplea para ello el esloveno el lenguaje de los grandes que anidan en el imaginario colectivo.

Carismático, de naturaleza expansiva, lúdico su ciclismo de rompe y rasga, concede a sus exhibiciones el halo que acompaña a los elegidos.

Posee el esloveno el intangible de lo inesperado. El enigma que solo él es capaz de descifrar. El patrón que le sirvió para entronización a lo grande en Kigali. Memorias de África.