Noor Mendiguren, de 22 años, se ha clasificado para el Mundial de Japón en la modalidad de Kyokushin. El campeonato se disputará los días 31 de mayo y 1 de junio en Tokio. La alavesa, que viajará al país del Sol Naciente junto a sus entrenadores del Yin-Yang y su hermana, espera poder subirse al podium en un evento tan glamuroso.
¿Cómo fue su clasificación para el Mundial de Japón?
El trayecto no ha sido fácil, ya que para clasificarme para el Mundial de Tokyo primero tuve que ir al campeonato de Europa, el cual se celebró en Bélgica en noviembre del año pasado. En ese torneo tuve que hacer cuatro rondas. El primer día disputé los octavos y cuartos realizando dos combates y ganando ambos. En la siguiente jornada combatí en las semifinales y perdí, y luego tuve que jugarme en otro combate el tercer puesto, ya que solo las tres primeras se clasificaban para ir a Japón. Aunque yo finalmente quedé cuarta, más adelante me llamó el presidente de la organización a nivel europeo y me dijo que querían que fuese al Mundial de Japón.
¿Cuál fue su reacción cuando se lo comunicaron?
La verdad es que me dieron un adelanto en el último campeonato en el que estuve porque estaba el shihan, que es el presidente europeo en esa organización, y al salir de la final se acercó para comentarme que había posibilidades de que pudiera ir a Japón porque había algún hueco y habían pensado en mí. Ahí tengo que reconocer que lo primero que hice fue echarme a llorar y preguntar si era verdad. Lógicamente, lo celebré con mis compañeros con los que estaba ahí y más adelante me hicieron la invitación oficial y ya se lo comuniqué a mis padres, a mis entrenadores y compañeros con los que entreno todos los días.
¿Qué espera del Mundial?
El objetivo principal es subirme al podium. Eso sí, soy consciente de que siendo en Japón es un objetivo un poco complicado, pero aún así, yo creo que puede darse y estoy entrenando todos los días para llegar a alcanzarlo.
“Lo primero que hice cuando me comunicaron que podía ir al Mundial fue echarme a llorar y preguntar si era verdad”
¿Cómo funciona la modalidad en la que compite?
Yo hago la parte kumite que es combate y también existe la parte de katas, que en este caso yo no la practico a nivel de competición. El Kyokushin es un estilo de kárate en el que hay un nivel de contacto más alto y se favorece el KO, es decir, que si logras uno, ganas a tu contrincante. Esta modalidad no va por puntos, como lo hace en el karate olímpico, sino que favorece más el contacto, el nivel técnico y la dureza de los competidores. Al final, es una modalidad muy física y los rivales están muy preparados.
Este será su primer Mundial, pero ya tiene experiencia en otros campeonatos importantes, ¿verdad?
Será el primer Mundial en el que participe de organizaciones unificadas. Nosotros formamos parte del KWF (Kyokushin World Federation) y he ido a dos Mundiales de dicha asociación, pero este es diferente porque todas las organizaciones se han juntado para este evento. Por eso es tan importante y tan especial.
¿Quién le acompañará a Japón?
El plan es ir con mis shihanes, es decir, con mis entrenadores del Yin-Yang, José Luis y Javier, que son con los que entreno a diario y los que mejor me conocen. Además, también vendrá mi hermana Andrea. Aunque ella no se haya clasificado, compite igual que yo y me acompañará.
¿Le preocupa la adaptación al campeonato y a un país tan exótico?
Va a ser uno de los campeonatos más difíciles de adaptarse, ya que por un lado el viaje es largo, la comida es diferente y los horarios son distintos. Además, los competidores de allí también son muy duros y competir con ellos supondrá un reto.
¿Qué le aporta este deporte?
Básicamente me ha enseñado a ser muy constante y a trabajar duro por los objetivos. Al final, he aprendido a ser capaz de sacrificar ciertos momentos en el presente por un objetivo que tienes en el futuro.
Aún es joven y tiene un gran futuro por delante. ¿Cuáles son sus ambiciones a nivel deportivo?
Lo principal es llegar a ese nivel con el que ya compites con las mejores del mundo y comprobar si puedo estar ahí. Por otro lado, me gustaría obtener esa confianza y seguridad necesarias, es decir, que después de tantos años de esfuerzo, el trabajo dé sus frutos y sirva para competir con las mejores. Luego, también me gustaría conseguir experiencia que en esos niveles también es más complicado. En el ámbito nacional ya he competido bastante, pero a nivel mundial es más difícil de lograr. En resumen, me gustaría llegar a ese nivel top y comprobar qué pasa.
¿Algún sueño en concreto?
Me encantaría ganar un campeonato del mundo y si fuese en Japón ya sería un sueño único, que por otro lado, creo que es la meta que tiene cualquier competidor en su mente. Es decir, el ganar un campeonato del mundo en Japón. Eso sí, y aunque sea de mi propia organización, también me gustaría ganar el Mundial.
Los deportes minoritarios son más difíciles de compaginar para un deportista. ¿Cómo lo gestiona?
Al final, nosotros no podemos dedicarnos exclusivamente a entrenar, tenemos nuestros estudios y trabajos. Además de ser un gran esfuerzo físico el venir a diario aquí a entrenar y de tener que sacrificar muchas cosas de nuestra vida personal, también requiere esfuerzo económico, porque nos costeamos nuestros vuelos y hoteles nosotros mismos. No tenemos ninguna ayuda de ninguna institución y eso requiere mucho sacrificio. Incluso hay gente que no puede ir a competir a ciertos campeonatos por temas económicos.
¿De dónde procede su afición por el kárate?
Llevo practicándolo desde que soy pequeña, más o menos desde los 6 años. Empecé en el colegio como el resto de niños, pero luego la gente se fue descolgando y dejándolo, pero a mí nunca me dejó de gustar. Al final, arrancó como una extraescolar más. Íbamos al colegio a practicarlo y luego al pasar unos años nos cambiamos al Yin-Yang. Entonces nos apasionamos aún más, pero no existe una tradición familiar propiamente dicha.
“Además de hacer un gran esfuerzo a diario por venir a entrenar y sacrificar muchas cosas, no tenemos ayudas de ninguna institución”
Antes ha comentado que su hermana también compite y que le acompañará a Japón. ¿Hable de ella?
Somos mellizas y aunque ella es de mi misma edad, compite en un peso inferior al mío. Entonces la rivalidad no existe (risas). Ella también luchó para clasificarse para Japón, pero no pudo. Aún así, su apoyo será clave para mí.
¿Podría decirse que ambas tienen una competitividad sana que les ayuda a mejorar?
Competitividad existe porque entrenamos todos los días juntas, pero es verdad que nos ayudamos y empujamos mutuamente. Si ella hace algo mejor que yo, me ayuda en ese aspecto y viceversa. Es un gran apoyo porque estamos mucho tiempo juntas en el tatami y ella es la que más se alegra de mis logros y yo de los suyos. Al final, es un apoyo único y fundamental para mí.
¿El karate le ha cambiado y ayudado a mejorar como persona?
Lo primero es que me ha hecho conocer gente maravillosa y además me llevo las experiencias que conseguimos compitiendo y viajando con nuestro equipo y entrenadores. A nivel personal es muy enriquecedor.
¿Cómo se define con tres palabras?
Tenaz, alegre y trabajadora.