Los Países Bajos, que sobreviven gracias a la ingeniería de los diques, los canales y la sabiduría, conceden paradojas inimaginables y estupendas. La montaña que abanderaba el comienzo del Tour de Francia femenino era tan escueta que en realidad era un hoyo. El único punto con cierta altura se elevaba por debajo del nivel del mar, bajo un túnel. Allí emergía una cota de 25 metros.

Un edificio de 8 plantas como elemento diferencial, un grano de arena (1,1 kilómetros al 4,4%) en la planicie inmensa. Esa era la altura máxima del amanecer de la carrera francesa, que partió desde Rotterdam hacia La Haya en su jornada inaugural, que condecoró el esprint de Charlotte Kool.

La neerlandesa, profeta en su tierra. Ganadora en su casa. Mejor, imposible. Nada como compartir las alegrías con los más cercanos. Sus compañeras de equipo rodearon a Kool con un enorme abrazo. Día de fiesta.

Kool luce el amarillo de líder. A.S.O. / Charly López

Kool venció por aplastamiento. En cuanto aceleró, la tramoya que sostenía el debate de la velocidad cedió a su paso. El resto de competidoras parecían figurantes que observaban la representación de Kool, prima donna, disparada en La Haya para lograr el primer amarillo de la carrera.

Fiebre amarilla la suya en un esprint que no lo fue porque asomó escapada, un chupinazo para abrir el cielo del Tour. Estalló con energía. Tras ella, la estela de pólvora y el eco de la explosión.

Kool cegó a Anniina Ahtosalo y a Elisa Balsamo, aplomadas ante el respingo de la neerlandesa. Se emocionó Kool tras un triunfo sin réplica, soberbio. Se tapó la boca para saborear su conquista, formidable. La neerlandesa, de amarillo en el país Orange. El pasado curso venció en muchos frentes, pero se trastabilló en el Tour. Quebró la maldición al primer intento.

Yurani Blanco, durante la primera etapa. Sprint Cycling

Estreno del Laboral Kutxa

El Tour, que correteará por los Países Bajos, Bélgica y Francia, alcanzará el cénit en las 21 curvas de Alpe d’Huez a modo de final. Allí se esculpe el trono. El champán espera en una de las montañas icónicas del hexágono. El podio más alto, el que conecta con la historia.

En estos ocho días de agosto, la sonrisa descubre el esfuerzo del Laboral Kutxa, que abre el papel amarillo que envuelve el regalo de la carrera francesa con el ansia viva de los deseos.

Los estrenos, las primeras veces, conservan la magia del descubrimiento, de un alumbramiento. Yurani Blanco quiso celebrar la aparición del Laboral Kutxa con una salva de honor. La más combativa del día. Se descorchó para agitar la bandera de Matria, la que colorea al equipo vasco. Cristina Tonetti, su compañera, la ondeó en la montaña que crecía bajo el mar. El maillot de topos rojos era suyo. Ambas se subieron al podio.

Tonetti, con el maillot de la montaña. Sprint Cycling

Fue un fogonazo en una jornada queda, que se acodaba en la calma hasta que la coreografía del esprint todo lo acelerase en La Haya, donde Charlotte Kool, febril, atómica, se pintó de amarillo a toda prisa. “Es increíble”, dijo la neerlandesa tras su mejor logro. Demasiada Kool.

Tour de Francia femenino


Primera etapa

1. Charlotte Kool (DSM) 2h47:40

2. Anniina Ahtosalo (Uno-X) m.t.

3. Elisa Balsamo (Lidl) m.t.


General

1. Charlotte Kool (DSM) 2h47:30

2. Anniina Ahtosalo (Uno-X) a 4’’

3. Elisa Balsamo (Lidl) a 6’’